32: Pepi

3.7K 149 2
                                    

—¿Qué vas a pedir? —susurra una voz con acento canario en mi oído izquierdo y una mano se posa sobre mi cintura

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué vas a pedir? —susurra una voz con acento canario en mi oído izquierdo y una mano se posa sobre mi cintura.
—Nos va a ver alguien, Pepi —reclamo usando el apodo que acabo de descubrir esa noche.
—Te dio con eso, eh.
—Me resulta entre tierno y gracioso —confieso con una sonrisa.
Me devuelve la sonrisa y vuelve a preguntar: —¿Qué vas a pedir?
—Ginebra con limón o naranja, a estas alturas ya me da igual.

Se encarga de pedir por mí y me quedo observando lo guapo que está. A estas discotecas te suelen obligar a entrar vestido elegante, y aunque estoy segura que por el simple hecho de ser futbolistas y famosos les iban a dejar pasar de cualquier manera, siempre se arreglan para venir, y yo lo agradezco, porque esta guapísimo enfrente mía.

—Estás guapísimo —confieso apoyando mi brazo sobre la barra y dejando mi cara apoyada sobre la palma de mi mano mirándole. —Es que me encanta verte en camisa, me pone tanto.
Abre los ojos sorprendido por la declaración y noto como se pone algo nervioso tragando saliva. —¿Cuántas copas llevas?
—Dos.
—Me estoy arrepintiendo de haberte pedido otra.
—Estoy bien —digo cogiendo el vaso y poniéndome de pie delante de él. Al llevar tacones, crezco un poco, pero no lo suficiente como para estar a su misma altura. —¿Volvemos allí?
—Sí, vamos.

El sitio donde estaba sentada ya no existe. En cambio, quedan algunos sitios libres, pero mi mirada se desvía hacia dónde Pedri se sienta, justo donde estaba antes, entre Jimena y Ferran. Aunque, la chica ahora no estaba y su sitio estaba libre, así que, siendo un poco mala, corro a sentarme al lado del canario.

—Tranquila, mi niña, que nadie te va a quitar el sitio —dice riéndose para girarse completamente hacia mi y posar su mano sobre mi pierna desnuda por la falda. —Por cierto, tú también estás guapísima. Te queda muy bien.
—¿Te gusta? —preguntó mordiéndome el labio inferior inconscientemente, pero me doy cuenta que lo estoy haciendo cuando él desvía la mirada hacia mis labios.
—Muchísimo —dice con esa sonrisa tan bonita que tiene.
—Oye, perdón —escucho la voz de Jimena y Pedri se separa un poco de mí para mirar también hacia ella. —Es que estaba ahí sentada —expone señalando el asiento donde estoy sentada. Iba a hacer el amago de levantarme, pero Pedri hace más fuerza sobre mi pierna impidiéndomelo.
—Perdón, Jimena, que fue mi culpa —dice él haciendo una mueca. —Es que tengo que hablar con Lía de una cosa de entrevistas del Club, ¿te da igual sentarte allí? —pregunta el canario señalando un sitio entre Riqui y mi hermano.
—No pasa nada —responde ella sonriéndole al chico y sin dirigirme la mirada.

Sé que probablemente tenga una mueca en la cara, porque suelo ser muy expresiva y no me doy cuenta de esas pequeñas expresiones, así que la intento evitar dejando mis labios en una línea. Pedri dirige de nuevo toda su atención sobre mí y me mira con una sonrisa al ver mi mueca. —¿Qué pasa?
—No, nada, que no me lo esperaba.
—Bah, estará celosa —dice con indiferencia y yo me sorprendo un poco.
—¿Cómo?
—No me digas que nunca te diste cuenta —me dice ahora él sorprendido por mi actitud.
—¿De qué se supone que me tengo que dar cuenta? —pregunto apoyando el vaso sobre la mesa central.
—De que le gusto.
—Eres un creído —contesto haciendo que me mire con sorpresa.
—Ah, ¿no me crees?
—No es que no te crea —aclaro riéndome de su expresión facial. —Pero me resulta extraño.
—¿Por qué? Si soy guapísimo —dice de una manera bastante sobrada que en su caso me produce ternura y gracia. —Pero bueno, ¿de qué te ríes? —pregunta ahora luciendo un poco ofendido. —Ferran, tío —da un manotazo al chico que se encuentra detrás mía, interrumpiendo a la pareja que se encontraba muy acaramelada. El valenciano le mira con mala cara, pero eso parece darle igual. —Me está diciendo que soy feo.
—Hombre, un poquito —responde Ferran haciendo que estalle en carcajadas. La pareja vuelve a lo suyo y Pedri vuelve a mirarme.
Permanecemos callados durante un par de minutos, únicamente mirándonos, hasta que él rompe el silencio. —Es que, dios, estás guapísima.
—Gracias —sonrio y me acerco a dejar un largo beso sobre su mejilla. —Ya te dije que me ponía mucho verte en camisa, ¿no? —repito y asiente. Acerca rápidamente su cara a la mía y deja un corto beso sobre mis labios. Sorprendida, miro hacia los lados y nadie parece estar pendiente de nosotros.
—Eh, relaja —dice acariciando mi mejilla. Intento hacer lo que dice y pasa su brazo por encima del respaldo donde tengo apoyado mi cuerpo.

Pasamos a centrarnos y participar en la conversación que está teniendo todo el grupo, aunque por mi parte, doy respuestas fugaces porque mi mente está creando mil escenarios.

—Cuánto apuestas a que estos acaban juntos —susurra Pedri en mi oído haciendo que vuelva a la realidad. Giro mi cara hacia él, quedando muy cerca la una de la otra, y le miro extrañada.
—¿Qué dices? —murmuro confundida y entiendo que se está refiriendo a Djeny y Gavi que son los principales protagonistas de la discusión, y últimamente parece ser siempre así, ya que chocan bastante.
—Apostamos lo que quieras. En un mes yo digo que ya se liaron.
—No va a pasar eso —niego muy convencida. —Si pierdes tienes que darme todas las croquetas que tú madre os dejo.
—Que mala —se ríe. —Como pierdas tú, te vienes una semana conmigo a Canarias —dice muy seguro de sí mismo.
—Estás flipando —niego muy convencida. —Ni de coña va a pasar eso.
—Ya verás, guapa —dice acercándose a dejar un beso sobre mis labios. Le miro con una ceja alzada y añade: —Era para sellar la apuesta.
—Ya, claro, Pepi —digo sin creérmelo y se ríe poniendo su vista en lo que los demás hablan con su brazo alrededor de mis hombros. —Y eso que propones no sé si es un castigo o un premio —añado causando que vuelva a prestarme atención.
—Es un sé que voy a ganar y quiero que vengas conmigo —me guiña un ojo y, tras finalizar la frase, vuelve a centrar su vista en los demás. Mientras que yo, por mi parte, me quedo durante unos segundos más observando su perfil hasta que Sara me llama.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora