08: De comida imprevista

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Aparco y salgo rápidamente tras coger el bolso. No me gustaba hacer esperar a la gente y mucho menos con el coche en doble fila. A pesar de que esta calle debía de ser una de las menos transitadas de Barcelona.

—¿Llevas mucho esperando? —dejo el bolso en la parte trasera de su coche y me pongo el cinturón.
—No, acabo de llegar —responde bajando un poco el volumen de la música.
—¿Entonces vamos a por Gavi?
—Sí, vive a unos veinte minutos de aquí —contesta con la mirada puesta en el retrovisor izquierdo.
—¿Tanto? —pregunto sorprendida. —Pensé que más o menos todos vivíais cerca de la ciudad deportiva.
—Mi casa está a quince minutos de aquí —aclara mientras se incorporaba a la carretera.
—Y mi piso nuevo también.
—¿Ya tienes piso nuevo?
—Sí, por fin. Aún estoy cambiando las cosas poco a poco. Tengo que dejar este a finales de mes.
—Te puedo venir a ayudar —comenta rápidamente. —Quiero decir, seguramente Gavi y mi hermano también quieran venir.
—Gracias. Toda ayuda es bienvenida. Aunque está feo eso de nombrar a otros sin saber si quieren venir, eh —le intento vacilar y noto que se pone algo nervioso y no me da respuesta. —Es mi canción favorita de ahora mismo —cambio de tema subiendo el volumen de la música mientras se reproduce Mon Amour de Aitana y Zzoilo.

Termina la canción y antes de que yo volviera a tocar el volumen de la música, él lo hizo. —Mi favorita es esta —pasa canciones hasta que la carátula de la canción de 911 aparece en la pantalla del Mini.
—También me gusta —pronuncio antes de que volviera a subir el volumen. Me centro en cantar la canción en voz baja, mirar la carretera y alguna que otra vez mi vista se desviaba a Pedri conduciendo.
—Ya llegamos —avisa bajando un par de rayas el volumen de la música. —A ver si este muchacho baja rápido—dice escribiendo en su teléfono. Algo que me encantaba era el acento canario que tenía. Además lo notaba muchísimo.
—¿Dónde vamos a comer? —pregunto dándome cuenta de que no me había acordado de preguntarle.
—¿A mi casa te parece bien? —pregunta centrando su mirada en mí. No sé por qué razón pero el contacto con sus ojos me hizo ponerme nerviosa.
—Sí, por mi no hay problema.
—Genial, cocinará algo Fer. Es un excelente cocinero, ya verás —me sonríe y aparta la mirada para bajarla a la pantalla de nuevo.
—Hola, Lía —saluda Gavi abriendo la puerta trasera del piloto y sentándose.
Me giré a mirarle y le sonrió. —Hola, Gavi. ¿Qué tal estás?
—Bien, ¿y tú? —pregunta poniéndose el cinturón. —Puedes arrancar, tío.
—Hola, Pedri. ¿Qué tal estás? —intenta mezclar la voz de Gavi y la mía mientras arrancaba.

Ellos comenzaron a hablar cosas del entreno y del siguiente partido. Yo me desconecto de su conversación centrándome en responder Whatsapps y luego entro a Instagram a ver algunas historias. Echaba mucho de menos a mis amigos. Al final, se hacía difícil estar en una ciudad sin conocer a nadie.

—Lía —llama mi atención Gavi. Bloqueó el teléfono y me giró para mirarle.
—¿Qué te pasa?
—Dame tu Insta.
—¿Mi Insta? —pregunto sorprendida porque quiera tenerme entre sus seguidos.
—Sí, boba. ¿Cómo te llamas?
—Lía Rivas. Todo junto.
—¿El todo junto también va en el usuario? —pregunta mientras escribe en el teléfono.
—Que gracioso eres.
—Aceptame, anda —desbloqueo mi teléfono y efectivamente tengo una solicitud de @pablogavi. Le acepto y sigo de vuelta.

Pedri se detuvo delante de un portón de color marrón que empezó a abrirse.
—Qué guapa sales en esta foto —dice Gavi enseñando una de las fotografías que tengo en mi Instagram por el medio de ambos asientos. Tanto Pedri como yo nos giramos a mirar cuál decía.
—Es de mis favoritas.

La puerta del garaje interior estaba elevada y a un lado hay un Cupra de color gris. Le pido a Gavi el bolso que está en la parte trasera. Me bajo a la vez que los chicos y les sigo hacia una puerta interior que hay en el garaje que lo conectaba con la casa.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora