37: Pesadillas

3.3K 149 2
                                    

—¡Fer, tío! —protesto cuando veo que el mayor de los hermanos me mata

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Fer, tío! —protesto cuando veo que el mayor de los hermanos me mata. —Se supone que éramos un equipo.
—No me digas más —responde el chico girándose a mirarme. —Ya no quieres jugar a esto.
—Pues no —protesto cruzándome de brazos.

Hace un rato que sus padres se fueron a dormir, nosotros nos quedamos jugando al FIFA en el salón, pero me resultaba aburrido porque perdía en todas las partidas. Entonces, pedí cambiar de juego, Fer puso uno de matar, que no llamaba mucho mi atención, y los resultados siguieron igual, o hasta peor. 

—Pues creo que ya no nos quedan más juegos.
—Pues vaya mierda —digo dejando el mando sobre la mesa. —Jugad vosotros.
—Yo me voy a la habitación  —dice Pedri levantándose y marchándose.
—¿Le pasa algo o son cosas mías? —pregunto cuando escucho la puerta de su habitación cerrarse.
—Lleva raro desde que volvió de cenar, no sé qué le pasa —responde su hermano dejando el mando sobre la mesa. —Yo creo que le falta cariño, lleváis por lo menos ocho o nueve horas sin mimitos.
—Serás tonto —digo dándole un golpe y riéndome por el tono que había usado.
—Yo también me voy a la habitación que estoy que me caigo de sueño, ¿subes?
—Sí, claro —respondo poniéndome de pie a la misma vez que él. —¿Para qué me voy a quedar aquí sola? —digo siguiéndole por el pasillo y eleva sus hombros.

Fer se despide para entrar en su habitación dejándome sola en el pasillo delante de la puerta de la habitación donde voy a dormir, pero dudo si entrar o ir hasta la habitación de Pedri. Finalmente, las ganas de verle y saber si le pasa algo me pueden, así que voy hasta su habitación y abro la puerta despacio. Está tumbado sobre la cama con el iPad y al verme entrar la deja a un lado.

—¿Qué pasa? —pregunta mirándome fijamente.
—No pasa nada. Quería verte que desde el golpe no pude estar contigo a solas —digo gateando por su cama hasta llegar a su altura quedando sentada sobre mis rodillas. —¿Qué tal estás?
—Bien, solo me duele si hago algún movimiento que me roce.
—Menos mal —digo sonriéndole y nos quedamos mirándonos en silencio sin apartar la vista del otro. —¿Y estás bien de todo?
—¿Bien de todo? ¿Qué significa eso, Lía?
—No sé, tengo la sensación de que estás raro —digo jugando con uno de los anillos que me acabo de quitar. —¿Quieres que me quede contigo un rato o prefieres estar solo? —pregunto mirándole a los ojos. Tarda un par de minutos en responder que se me hacen eternos, y cuando pienso que me va a mandar a mi habitación, abre su brazo derecho invitándome a acurrucarme a su lado. Sonrío y no dudo un segundo en dejar mi cabeza apoyada sobre su pecho, su brazo rodea mis hombros pegándome más a él y vuelve a coger el iPad.
—¿Qué estabas viendo? —pregunto y el partido de hoy aparece en la pantalla. —¿De verdad? —digo elevando mi mirada para verle la cara y asiente con una sonrisa.
—Queda poquito ya —dice dándole al play y centrando su vista en el partido.

Me quedo callada observando las jugadas y cuando llegamos a la parte de las entrevistas pauso el vídeo. —Eh, ¿qué haces? —pregunta cogiendo mi mano apartándola de la pantalla. —Ahora viene la mejor parte.
—No me quiero ver —niego intentando que no le dé otra vez. —Que vergüenza.
—Pero yo sí te quiero ver —dice dándole al play de nuevo y sujetando mis manos para evitar que pare el vídeo. Hasta que no terminan las dos entrevistas y me despido no quita el vídeo.
—¿Te gusto? —pregunto girándome para estar cara a cara.
—Lo que más las entrevistas —dice guiñándome un ojo y posando su mano sobre mi espalda baja acariciándome.
—¿Estas bien entonces?
—Sí, ven aquí conmigo —dice tirando de mi brazo para acercarme de nuevo a él pero esta vez cara a cara. Posa su mano sobre mi mejilla, acariciándome la cara con su dedo pulgar, para terminar por acercar nuestros labios.

Permanecemos durante un largo rato entre mimos, caricias y besos hasta que nos empieza a entrar el sueño. Decido volver a la habitación, muy a mi pesar, porque tengo miedo de hacerle daño chocándome contra él.

Horas más tarde...

Una pesadilla me hace despertarme de golpe. Asustada, busco el interrumptor de la luz pero no lo encuentro, haciendo que me ponga más nerviosa. Mi mente empieza a imaginarse escenarios en la cabeza hasta que palpo lo que parece un interruptor, presiono y la luz artificial inunda toda la habitación. Suspiro aliviada e intento volver a tener una respiración normal. Noto la boca muy seca y me pongo las zapatillas que Pedri me dejo, que son 5 veces más grandes que mi pie, pero cumplen su función perfectamente.

Bajo intentando no hacer ruido y lo consigo. Llego a la cocina y cojo un vaso para rellenarlo con agua, me apoyo contra la encimera y bebo tranquila, hasta que escucho unas pisadas acercarse, mi cuerpo se acelera, pero se relaja al instante al ver la cara de Pedri.
—¿Por qué tienes esa cara? —susurra extrañado acercándose hacia a mi. —¿Te pasa algo?
—No —digo negando y posando el vaso. —Es que tuve una pesadilla y necesitaba agua.
—¿Quieres venir a dormir conmigo? —pregunta acariciando mi brazo.
—Es que si me muevo y te pego sin querer...
—Veré las estrellas —bromea tirando de mi mano. —Túmbate aquí un rato conmigo entonces hasta que te calmes —dice tumbándose en la 'L' del sofá y tirando de mi para que me coloqué al lado. —¿De qué era la pesadilla?
—No lo sé, no lo recuerdo.
—¿Sueles tener pesadillas? —pregunta acariciando mi pelo.
Niego y advierto: —Como sigas haciendo eso me voy a dormir, Pedri.
—Eso intento —dice con una risa suave.

—Eh, Pedri —escucho una voz y alguien que me zarandea suavemente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Eh, Pedri —escucho una voz y alguien que me zarandea suavemente. Abro los ojos confundido encontrándome con la cara de mi madre y unos brazos que me rodean el cuerpo, mi vista se va hacia abajo y descubro a Lía agarrada a mí como anoche. —¿Os quedasteis aquí dormidos? —vuelve a preguntar mi madre mirándonos a ambos y asiento. —Despiértala mientras que os preparo algo de desayunar.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora