17: Atardeceres

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27 de enero de 2022  | 11:30h

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27 de enero de 2022 | 11:30h.

Habían pasado dos semanas desde el Clásico. Dos semanas en las que no vi a los chicos. A la única persona a la que había visto fue a Sira, que habíamos quedado varias veces para ir a estudiar a algunas cafeterías bonitas de Barcelona. Básicamente, mi vida se había resumido en salir de las prácticas, preparar la comida, estudiar, cenar y volver a empezar. Es decir, una vida universitaria en toda regla.

Pero, hoy era mi último día de exámenes, el último día en mi primer piso de Barcelona y el primer día en el segundo piso. Recojo las últimas cajas que me quedaban y espero pacientemente a la llegada del casero para entregarle las llaves.
Tras aproximadamente media hora de espera, puedo subirme al coche e irme a mi nuevo hogar, a unos diez minutos de la ciudad deportiva.

Al terminar de comer, salgo a la terraza con una taza de café en mano y los apuntes en otra para repasar hasta la hora de irme. Mi sorpresa es una notificación en mi teléfono que me hace sobresaltarme.

El taxista llega mucho más rápido de lo que esperaba, le doy la dirección y arranca hacia la universidad

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El taxista llega mucho más rápido de lo que esperaba, le doy la dirección y arranca hacia la universidad. El trayecto era de unos veinticinco minutos, los cuales invierto en repasar los apuntes y en hablar con Pedri. Cuando me doy cuenta ya estamos allí. —Gracias —le doy el dinero cuando se detiene delante de la Facultad de Comunicación.
A su vez, me despido por Whatsapp del canario y entro a la universidad, tengo que buscar el aula de examen S-21. Sabía dónde estaba porque en el anterior examen había visto este aula.

Salgo muy contenta del examen, me salió mucho mejor de lo que yo me esperaba. Pero seguía muy nerviosa por la proposición que me había hecho el canario. Estaba esperando fuera de la Facultad y agradecía que no hubiera mucha gente por la zona. Vi a lo lejos un Mini Cooper de color verde acercarse a donde estaba y deduje que se trataba de él.

—Te das cuenta de que esto está lleno de gente joven y más de media España conoce tu coche —comento mientras me subo a su coche.
—No lo había pensado —ríe arrancando rápidamente. —¿Qué tal te salió?
—Mucho mejor de lo que esperaba —admito toqueteando la pantalla de la música. —Vas a tener suerte y no me vas a tener de morros el resto de la tarde.
—Mejor, porque creo que te va a gustar a donde te voy a llevar.
—¿Y ese sitio cuál es?
—No te lo voy a decir. Me aprendí las indicaciones del GPS para que no sepas a dónde vamos porque estoy seguro de que si lo pongo vas a mirar dónde es —dice, y aunque no le quiero dar la razón, la tiene. —Aunque no confio mucho en mi orientación, espero que lleguemos.
—Yo también lo espero. ¿Me echaste de menos estos días, no?
—¿Por qué lo dices?
—Me lo dijo Gavi —respondo con una sonrisa. —Textualmente me puso "Pedri te echa de menos, no para de preguntar por ti, es un pesao".
—Puto, Gavira —dice sin apartar la mirada de la carretera frunciendo el ceño. —Si ya sabes que pregunté por ti, te lo dije.
—Lo sé.
—¿Por qué no viniste?
—Ya te lo dije, tenía examen. Y porque tengo mucho trabajo ya adelantado, entonces me dejaron el día libre—explico brevemente. —Dios, que carretera más bonita, me recuerda mucho al País Vasco.
—Nunca estuve.
—Ya te llevaré —repito la frase que él uso conmigo la primera vez que hablamos.
Pone el intermitente de la derecha y se detiene en un aparcamiento al lado de otro coche. —Llegamos —dice apagando el motor y girándose a mirarme.

Sueños compartidos I y II | PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora