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Brock

A las 15:30 de la tarde estoy llegando a la escuela por Isis. Mi trabajo de medio tiempo me permite pasar toda la tarde con mi hija. Consigo un salario que me obliga a buscar siempre las mejores ofertas en mercadería y artículos de limpieza y no me permite ahorrar para unas vacaciones, pero vivo sola con Isis, no necesitamos vacaciones para desestresarnos, nos basta tomar helado y pasar la tarde en el jardín. Y mi casa es de mí propiedad, gracias a eso no pago alquiler ni hipoteca, es un gasto mensual menos que me ayuda significativamente. Pero... Sí, siempre debe haber un pero que lo estropee todo: Si ocurre algo para lo que no estoy preparada (y nunca estoy preparada, pues no tengo ahorros) se me desconfigura todo el presupuesto del mes. Esto puede ser Isis o yo resfriadas, algún individuo que se le ocurrió invitar a mi hija a una fiesta de cumpleaños y obvio, no llevaré un vestido que ya he usado antes, ni mi hija lo hará, ni compraremos un regalo de cumpleaños que no sea digno de exclamaciones de asombro.

Sabía que encontraría a Isis sola y triste mientras me esperaba, pero verla es un golpe que me crispa los ojos. Sigo pensando en maneras de no dejarla sola mientras llego por ella del trabajo. La llamo con un tono alegre que no tengo que disimular, estoy enamorada de mi vida que nació cuando nació mi hija, estoy enamorada de la existencia de mi hija, es felicidad genuina estar cerca de Isis. Isis abre unos ojitos de felicidad.

—Qué linda... —dice alguien detrás de mí. Al volverme me encuentro con una mujer joven que extiende una sonrisa amorosa—. Me daba tanta tristeza verla ahí solita —comenta refiriéndose a Isis que ahora corre a mi encuentro—. Me llamo Ana. Mi hermana es la mamá de Rafaela, la compañera de tu hija. Yo vengo todas las tardes a buscar a mi sobrina.

—Soy Brock —digo.

—¡Mamiii...! —canturrea Isis abrazando mi pierna.

—Hola, criatura, ¿estuvo bien la escuela?

—Te extrañé —confiesa sonriendo.

—Yo te extrañé a ti.

—Estaba junto a la señorita Jana cuando te llamó a tu celular para que vinieras a buscar a tu niña, estaba preocupada porque no llegabas —me avisa Ana.

—Qué extraño, le avisé que llegaría tarde.

—¡Yo también le avisé, mami!

—Tendré que hablar nuevamente con ella mañana en la mañana.

—A veces las mamás me contactan para que retire a sus niños por exis motivo. Nunca les cobro, es un favor que les hago, no soy mamá, pero sé que dividirse entre los hijos, el trabajo y las cosas de la casa puede ser muy difícil, a veces imposible.

Empiezo a balbucear. ¿Qué me está queriendo decir esta mujer? ¿Quiere cuidar a mi hija en lo que yo tardo en llegar? Estoy buscando las palabras más educadas que puedan reemplazar lo que quiero gritar <<¿Crees que te pasaré a mi hija, psicópata?>>.

—¡Mami, ella es la tía de Rafaela! Siempre trae pastelitos —se entromete Isis empeorándolo todo, ahora menos voy a poder rechazar la "suculenta" oferta de esta mujer sin ser una ingrata.

—¿Eh? —pregunto haciéndome la tonta.

—El año pasado me ofrecí en todos los eventos para preparar cupcakes —explica la mujer. ¿Qué edad tendrá? ¿40? ¡Es una anciana! ¿Cómo cree estar capacitada para seguirle el ritmo a un inquieto niño de ocho años?

—Oh... Entiendo. Estaba muy ocupada con el trabajo, nunca pude asistir a esos eventos.

—Todos los apoderados me conocen, los niños también y los profesores. Vivo en esta escuela —me dice y sonríe, como si fuéramos amigas—. Te dejo la propuesta para que lo pienses: Puedo llevarme a Rafaela y a tu niña todas las tardes. A Rafaela la dejo en la casa de mi hermana, trabaja desde casa, pero sus horarios no calzan con la hora de finalizar las clases, por eso no viene ella. Y yo me puedo ir con tu niña a mi trabajo. Trabajo en un local en la Av.12, puedes pasar a buscarla para que no tenga que esperar aquí solita.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora