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Mats。

La mejor parte del día es cuando Ana llega al local con Isis. Me gusta ver a esa niña, me ignora y me habla poco, me recuerda a su madre. Y la llegada de Isis siempre es un presidio a la inminente llegada de Brock. Es fascinante verla llegar. Amo su presencia.

Ana llega con la hija de Brock y acompañada de Clío. Le digo a mi cliente que descanse un momento y salgo del estudio.

—Mats —sonríe Clío al verme.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto en un tono inconscientemente seco. Las mujeres me miran con impresión e indignación. La pregunta sí va, pero no la dije en el tono adecuado—. Me sorprendiste —agrego.

—Pasé a saludar.

Miro a Isis porque está refregándose los ojos. Es lunes, a todos se nos hace difícil este día.

—Chiquita, tiene sueño —gimotea Clío poniendo una voz tierna.

—Seguramente la madre deja que se desvele mirando el teléfono —se lamenta Ana—. Ven a mi estudio a dormir un rato, pequeña —la llama Ana extendiéndole la mano.

—Brock te pidió que no la dejarás dormir —le recuerdo.

—Mats, si algún día sabes lo que es cuidar de un niño, vas a entender que no hay que ser tan estrictos con ellos. Es absurdo que obligues a un niño a permanecer despierto cuando tiene sueño. Es que Brock no tiene idea de cómo ser madre. —A Clío le dice—. Me enteré que tiene 23 años, ¿puedes creerlo? Fue mamá a los 15 años. Qué horror.

Me contengo de decir una palabra, por el bien de Isis no voy a discutir.

—¿Quieres acompañarme a mi estudio, Isis? —le pregunto—. Necesito que alguien me diga si está quedando lindo el tatuaje.

Isis dice que sí con la cabeza. Estiro una mano hacia ella y le pregunto si puedo tomarla de la mano. Isis me mira la mano, descubriendo si es peligrosa. Parece que sí, porque niega con la cabeza. Me río. Le hago un gesto con la mano que todos entendemos como <<ve tú primero>>.

No veo dónde puedo poner a Isis para que vea y no estorbe. Mi cliente está recostado porque el tatuaje es en el pectoral derecho. Le digo a Isis que se suba a mi silla. No tiene ruedas, no va a caerse. Yo trabajo encorvado sobre el cuerpo de mi cliente, no es muy cómodo, pero solo serán unos minutos. Cuando quito la tatuadora de la piel del hombre para limpiarle la tinta sobrante y la sangre, dirijo una mirada a Isis para asegurarme que esté bien. Sé que si algo le estuviera pasando lo percibiría sin mirarla, pero mi subconsciente me ordena que la mire cada diez segundos o menos porque sabe que si algo le pasa a Isis, su madre me incinerará vivo. Isis tiene los ojos curiosos clavados en mi trabajo, eso me tranquiliza y vuelvo a tatuar.

La puerta principal suena de una forma única cuando Brock la abre. Sé que nadie lo percibiría si le dijera que pusiera atención, sé que ni siquiera me creerían, pero yo sé que suena distinta. Levanto la vista para ver por el cristal frente a mí y sonrío al verla. Está buscando a su hija con la mirada. Ana y Clío están conversando afuera del estudio de la primera, y es ella misma quien le dice a Brock donde está su hija. Apago la máquina cuando Brock viene hacia acá y la dejo sobre la mesa de trabajo. Isis no ve a su madre hasta que cruza la puerta de mi estudio.

—¡Mami, mira! —exclama señalando con un dedo el tatuaje sangrante de mi cliente.

Se me acelera el corazón cuando Brock se acerca, sé que no me dará ni siquiera una mirada delante de su hija, pero el corazón no lo entiende, y la piel se estremece esperando un roce, siquiera.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora