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Brock。

El colegio es fácil de encontrar, solo llamo a James pidiéndole que busque uno bueno no tanto en el sentido académico, sino en el compañerismo; que se acomode a mi presupuesto, él sabe cuál es; y que esté cerca de la mansión de Mats. Me envía un listado con las tres mejores opciones. Me contacto con los tres y entonces comienzan las complicaciones: <<No hay cupos para el grado que está solicitando, señorita Isbellt, lo lamentamos mucho>> <<Los niños ya pasaron por el proceso de adaptación, señorita Isbellt, está en nuestra política, bla, bla...>> <<Entiendo su situación, su hija puede quedar en lista de espera si viene usted personalmente a hacer los trámites y, si algún alumno se retira del establecimiento, le daremos su cupo>> Pero ¿qué clase de colegios encontró James? Si parece que acuden los hijos de los reyes.

Llamo nuevamente a mi asistente.

—Dime —contesta.

—Esos colegios no me sirvieron, ¿puedes buscar otr...?

—Yo haré las llamadas. Dame una hora y te llamo.

O-Ok...

Poco menos de una hora después, James me devuelve el llamado. Me cuenta con su normalidad habitual, que las tres escuelas me van a recibir, me enviará a mi email el día y la hora de las citas con cada una, luego de la entrevista puedo decidir cuál me gusta más.

—¿Cómo lo conseguiste? —pregunto en el colmo de la estupefacción.

—Porque soy el mejor asistente —contesta, lo siento sonreír orgulloso de sí mismo.

—Oh, sí, claro que lo eres.

Desde que hablé con Mats sobre vivir juntos, hasta que me decido por uno de los tres colegios luego de hacerme de rogar en las entrevistas gracias a James, transcurre una semana. Como yo puse una condición y Mats la acató, no se quejó ni una sola vez, solo ha puesto malas caras. Ya es momento de empacar, pero, primero, viene lo realmente difícil: hablar con Isis. Estamos en mi sala, los tres, supuestamente reunidos para ver caricaturas. A las seis de la tarde le aviso a Isis que es hora de apagar el televisor y agrego:

—Mats y yo queremos decirte algo.

—Ya sé que son novios, el otro día los vi besándose.

Me ahogo con el aire que se estanca en mi garganta. Mats, a mi lado, ríe a carcajada. Isis nos mira alternativamente, le confunden las reacciones tan opuestas, no sabe a cuál imitar.

—Eh... —balbuceo—. ¿No... No te molesta?

Isis niega con la cabeza. No puedo creer que en una conversación con mi hija en el jardín, Mats consiguió lo que yo no pude en cinco años. Me parece justo también darle crédito a la psicóloga de Isis.

—Con tu mamá no sabíamos si estabas lista para contarte que somos novios —agrega Mats, estirando los brazos hacia ella. A estas alturas ya no dice palabras asociadas a ese gesto, Isis lo sabe comprender. Va a los brazos de Mats, deja que él la levante y la siente en sus piernas, de lado, mirando hacia mí—. A veces olvidamos que eres muy lista —Isis sonríe feliz y avergonzada.

—El motivo de esta conversación —prosigo—, es sobre una propuesta que Mats me hizo y... Y creo que es mejor que la repita, para que tú la oigas y me digas qué te parece —miro a Mats con una sonrisa de suficiencia, me complace tener a quien derivarle algunas responsabilidades sobre mi hija, como por ejemplo esta y así, si Isis reacciona de cualquier forma menos feliz, será culpa de Mats y no mía.

Él lee mis intenciones y pone los ojos en blanco.

—Bueno —empieza Mats, mirando a Isis—, tengo una casa tan grande como un castillo. Tiene jardines tan grandes que incluso podrías conducir en ellos. Tengo una piscina más grande que a la que vas en verano con tu mamá. Tengo ocho autos de colores brillantes que podrás conducir cuando seas más grande y los dormitorios son más grandes que esta casa y me gustaría que tú y tu mamá vivieran conmigo en esa casa. ¿Quieres venir?

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora