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Mats。

Es difícil, todo con Brock es difícil... Ignorarla, interrogarla, soportarla, todo es difícil. Yo no decidí tomar el camino difícil, esto de estar enamorado no me gusta, pero, ya que estoy metido en este problema, debo hacer algo. Brock está tan rota como lo estuve yo en el pasado, yo pude recuperarme lo suficiente para seguir viviendo, ella también podrá. Yo puedo ayudarla.

La dejo ir junto con su rabia. Después hablaré con ella para saber qué le ha pasado, se ve que fue algo delicado.

Poco después de las tres de la tarde escucho a Ana volver al local luego de pasar a buscar a Rafaela y a Isis. Miro por la ventana de cristal que separa mi estudio del vestíbulo. Para mi sorpresa, viene sola.

—Tomemos un descanso ¿te parece? —le digo a mi cliente. No espero que me conteste y salgo del estudio.

—Ana —la llamo antes de que se meta a su estudio—. ¿Por qué no vienes con Isis?

Ana me mira como si no tuviera idea de quién es Isis. Pero comprendo que lo que le impresiona (y de mala manera) es que pregunte por la niña.

—Brock me dijo que pasaría por ella —contesta, no se ha alejado del marco de la puerta, está lista para irse en cuanto vea que la conversación terminó.

—¿Por qué? —inquiero.

—No lo sé, Mats, esa niña no tiene que darme explicaciones.

—Dame su número de teléfono —pido, sacando mi celular para anotar el número de Brock—. Ana —insisto al ver que no deja de mirarme—. ¿Qué pasa contigo?

—¿Qué pasa contigo, Mats? ¿Mi hermana sabe que estás tan interesado en una mujer y su hija?

—¿Perdona? Tú serás la hermana, la madre, la amiga de quién quieras, pero en mi vida no te metes. Te dejo que vayas con el cuento donde Clío, para que ella misma te diga que no estamos casados, ni somos de la propiedad del otro. ¿Me das el teléfono de Brock?

Ana respira hondo por la nariz. Se saca su celular de la cinturilla de su pantalón y lo desbloquea. Busca un rato y me lo pasa. En la pantalla leo Mamá de Isis y abajo un número de teléfono, el cual anoto en mi teléfono. Le devuelvo el teléfono a Ana dándole las gracias y salgo del local. Como me metí a Nuevo contacto para anotar el número, el sistema no me permite avanzar si no pongo el nombre del propietario. Escribo Un Sol en invierno, doy a Siguiente y ya puedo hacer la llamada.

Brock contesta varios tonos después, pero no dice nada, escucho mucho ruido de fondo y una especie de forcejeo.

—Mami, debes decir algo —dice la distante voz de Isis, la imagino sosteniendo el teléfono mientras su madre está haciendo otras cosas.

—Que se espere, no lo tengo en mis contactos, no debe ser nadie —le contesta la queridísima y siempre dulce Brock, su voz también suena distante.

Me consuela saber que no soy el único al que trata mal.

—¿Cuelgo, mami?

—No, ya casi termino de acomodar esto... Listo. Dámelo. ¿Sí? —esa última palabra la oigo más fuerte que todas las otras.

—Hola, solcito —digo.

—¿Quién habla? Y es que recibo tantas llamadas de hombres que no puedo recordar todas las voces.

—Qué dulce tono sarcástico.

—¿Qué quieres, Mats?

—¿Por qué Isis no se vino con Ana?

—¿Ah? —me grita al oído.

—Brock, ¿podrías responder sin rabear?

—No, no puedo, porque no entiendo por qué te interesa.

—Yo tampoco lo entiendo. ¿Entonces? ¿Qué pasó hoy?

La oigo tomarse su tiempo para respirar profundo.

—La retiré antes del colegio porque tenía que llevarla con un doctor.

—¿Está enferma?

—¡Chequeo de rutina! ¿Quieres seguir jugando al preocupado? Porque no es buen momento.

Jugar al preocupado, sí, tiene razón, me estoy metiendo donde no me interesa ni me corresponde.

—Bien. Sólo quería saber si estabas bien. Nos vemos mañana.

—Hasta mañana.

Al menos se despidió.

Me quedo pensando en ese ser humano. Brock tiene cierto magnetismo que hace que las personas se peguen a ella. Y si digo "personas" es porque Sull quedó encantada con Brock y no entiende por qué, igual que algunas chicas de la fiesta, preguntaron por Brock. Cuando les pregunté por qué querían que volviera, sonrieron con complicidad, pero no me contestaron. Los hombres de la fiesta, incluso los que recibieron el rechazo de esta chica, preguntaron si volvería el próximo sábado, y los ojos brillaban esperanzados, fascinados, mientras esperaban que yo contestara. No importa qué tan pesada puede ser, todos la adoran, quieren caerle bien, quieren complacerla, a veces, solo por el placer de verla.

Recibo una llamada de James que contesto, decido fumar mientras tanto.

—Dime —contesto con el cigarrillo entre los labios mientras intento encender la mecha del encendedor.

—¿Estás ocupado? Esto es importante.

—Te escucho.

—Me enteré de algunas cosas que pasaron en la fiesta, una de ellas es sobre Brock —dejo de intentarlo con la mecha, los dedos se congelan automáticamente—. Brock le confesó a Jason que deseaba la muerte de alguien, usó otras palabras, sí, creo que fueron "deseo que alguien desaparezca de la Tierra", algo así. La propuesta no llegó a nada porque Brock no quiso pasar la noche con los seis que iban incluidos en el trato. Bueno amigo, tú ve qué haces con esa información. Cambio y fuera. —James cuelga.

<<Me encantaría decir que gracias a mí está en una tumba, pero solo logré meterlo a la cárcel>>

—El padre de Isis...

<<Váyanse todos los hombres a la mierda>>

¿Volvió y está molestando a Brock? Mierda, ni siquiera puedo averiguar el nombre del padre de Isis, porque la niña lleva el apellido de su madre. 

 

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Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora