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Mats。

    Madre mía...

No me doy cuenta que ya no tengo la copa en la mano hasta después de haberle recorrido el cuerpo tres veces de arriba abajo.

De principio pensé que iba desnuda debajo del vestido y casi estallo en cólera, pero luego vi que está bien cubierta. Bueno, sus partes privadas lo están, porque el resto de su blanca y suave piel están expuestas.

Cresta... ¿por qué puede jugar con mi razón únicamente poniendo su preciosa existencia donde pueda verla? El salón está lleno de mujeres espectaculares, pero ninguna me ha sacudido (no solo esta noche, sino nunca) como Brock.

Levanto la vista muy lentamente, joder, quiero seguir mirándola. Recorro sus clavículas desnudas, ahí no hay tela y subo por el largo de su cuello. Tiene el pelo hacia atrás, ningún mechón obstaculiza el espectáculo que es su cuerpo. Su barbilla está alzada con seguridad; sus labios llevan brillo labial rosa. Y en su mirada hay arrogancia. La muy pesada sabe que me ha enloquecido. Maldita. Está aquí, vestida así, mientras que en el salón hay 36 hombres dispuestos a derrochar un tercio de su fortuna si fuera necesario, para obtener lo que quieran de las mujeres.

Esta mujer debe irse de aquí. No dejaré que acepte ninguna propuesta porque si lo hace... Si lo hace... No sé. No sé de lo que seré capaz porque nunca me había sentido así, pero nada bueno pasará. Lo juro.

Avanzo hacia ellos. En el primer paso siento los cristales rotos de mi copa. Observo que James la tiene abrazada de la cintura. Él la invitó y me enteré más tarde, que lo hizo porque ya todos conocían de la existencia de Brock debido a los malditos videos de ella que circulan por internet. Fueron muchos los millonarios que la desearon de inmediato y fue James quién les hizo el favor a todos de invitarla. Y veo que ya la reclamó para él.

Me detengo frente a ellos. Estoy cabreadísimo, primero porque perdí el control por culpa de la belleza de esta mujer y segundo porque no soy el único que la ha convertido en objeto de atención. No sé qué decirles. No se me ocurre nada agradable y no quiero armar un espectáculo tan pronto, primero quiero una oportunidad para decirle a Brock que se vaya.

—Íbamos al bar —me cuenta James, su mano está muy cómoda en la curva donde comienza la cadera de Brock, como si ese fuera su lugar de descanso—, acompáñanos.

Hago un movimiento rápido de cabeza que reemplaza una respuesta verbal afirmativa que tal vez hubiera sonado igual que un gruñido. Los dejo ir primero. Necesito comprobar que por atrás, Brock también esté cubierta.

No la creo capaz de vestir vulgar, pero la razón no quiere obedecerme, por eso lo compruebo con mis propios ojos. Ese vestido se ajusta a la curva de su trasero como un guante. Caeré de rodillas si no dejo de mirarla.

Aparto la vista y entonces veo que no soy el único que la ve como si fuera una sola mujer en una isla desierta. Nos estamos comportando como vírgenes que nunca habían visto lo que hay debajo de un vestido.

Oigo a James preguntarle a Brock qué desea tomar. Ella contesta:

—Un cóctel de limón y menta sin azúcar en la copa.

—¿Y tú, Mats? —me pregunta James.

—Ron solo —contesto.

—A mí sírveme un black russian.

El barman comienza a preparar los tragos. Nos sentamos los tres en sillas altas, con Brock en medio. Pensé que aun así James la seguiría agarrando de la cintura, pero la suelta. Me estoy devanando los sesos pensando cómo sacar a James para hablar a solas con Brock. El barman prepara tres tragos distintos y los sirve frente a quien corresponde y a mí aún no se me ocurre nada.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora