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Mats

Parte 2

Brock se inclina hacia adelante para llenar la mejilla de Isis con besitos, tiene levantado hacia mí su trasero cuya masa aumenta debido a la inclinación y resalta exageradamente en ese vestido ajustado. James me pregunta cómo nos fue, dándole la espalda a Brock a propósito. Cualquier hombre que la viera así inclinada babearía, joder, cualquiera. Me cabrea que Brock sea despampanante, lo confieso.

Isis le dice a su madre que tiene hambre. Estamos en mi Mercedes, conducido por James que siempre me recuerda que él no nació para ser el copiloto de nadie. Le dejo conducir cuando vamos en mis autos, para no viajar separados. James sugiere ir a comer a un buen restaurante, la sugerencia se la hace única y exclusivamente a la madre de la niña a través del espejo retrovisor. Si Brock dice que sí, es porque Isis también quiere ir y yo seguiré a Brock donde sea que ella quiera comer. Por ende, Brock es el pilar en este grupo.

—Lo siento, chicos, mi mamá nos está esperando a Isis y a mí en su casa para almorzar. —¿Por qué cresta yo no sabía de esto? ¿Cómo se organiza sin considerarme? Estoy tan enojado que cualquier cosa me cae mal. Quiero calmarme, pero estoy ardiendo por dentro.

James le responde a sus disculpas. Brock enciende la pantalla en su teléfono y empieza a teclear. ¿A quién le escribe? ¿Qué cosas escribes? Tengo la pregunta en la punta de la lengua y estoy mordiéndomela para no soltarlas. Sé que mi tono no estará ni cerca de ser agradable. Veo que le muestra su celular a Isis y le susurra unas palabras al oído. No se oye nada de lo que murmura. Brock no es un ejemplo de buena educación. Isis le responde también en el oído. Hablan así un rato hasta que Isis hace un gesto afirmativo con la cabeza y Brock vuelve a dirigirse a nosotros en voz alta.

—Le pregunté a mamá si puedo invitarlos a comer, dijo que le encantaría. Hizo demasiada comida. ¿Quieren venir?

Le estaba escribiendo a su madre. Le estaba preguntando a Isis al oído si le afectaba que dos hombres entraran a la casa de su abuela y comieran con ellas. James y yo compartimos una breve mirada hasta que él vuelve los ojos a la carretera. No sé qué va a contestar él, solo sé que no necesita mi permiso para ir donde Brock le pida que vaya y eso también me molesta.

—¿Segura que está bien? —pregunta James.

—¿No es obvio? Por algo ya hice la invitación —contesta ella con fastidio. Brock no entiende que es natural sentir que vamos a abusar de la hospitalidad de su madre.

—Bueno. Yo sí acepto —contesta James sonriéndole a Brock por el retrovisor.

—Yo igual —contesto sin mirar a nadie—. Pasemos a comprar algo para no llegar con las manos vacías.

Brock y yo nos bajamos al mismo tiempo. Ella ayuda a Isis a bajar del auto mientras que yo debo mantenerme al margen. Esas ganas que tengo de pasar esta etapa de adaptación entre Brock e Isis y yo, hoy, me está fastidiando. En el instante en que Brock le suelta las manos, la niña corre hasta la puerta principal y toca el timbre. James se une a nosotros, tiene una actitud fresca que me molesta, pero es porque estoy irritante por culpa de la maldita entrevista. Trato de relajarme. Respiro hondo. Por Isis sé que Brock me ignorará como su novio, usaré su falta de atención para analizar qué es lo que me tiene tan enojado.

Isis toca otra vez el timbre. Brock le advierte que una vez es suficiente. Sube los tres escalones que se requiere para llegar a la puerta principal con un vaivén de caderas natural y poderoso que me eleva la temperatura. La puerta se abre por dentro, se asoma una mujer que rodea los cincuenta años, bajita y risueña. Irradia felicidad cuando ve a su nieta que levanta los brazos para rodear el cuello de su abuela. Nunca había visto sonreír a Isis así, ni había expresado sus emociones en mi presencia. La mujer extiende un brazo para que Brock se acerque. Se saludan con mucho amor, como si se extrañaran. Brock me dijo que el padre de Isis le dijo que su madre no la quería de regreso en esta casa, nunca le pregunté si era verdad o solo mentiras de ese hombre. Me atrevo a confiar en que fueron mentiras, basándome en la conducta enferma de él.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora