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He querido darme un chapuzón en la piscina antes de que empiecen las temperaturas otoñales, pero nunca estoy en casa las horas que más calor hace, y los fines de semana, con Isis, estamos con Mats todas las horas que duran las visitas. Me doy cuenta que esta noche no está haciendo frío, está tan templado como una noche de verano. Isis está durmiendo; James no sé dónde está, nunca sé y los empleados ya terminaron su horario laboral, están descansando en sus habitaciones. Bernardo, de tres meses, está sentado en la orilla de la piscina, mirándome. Rápidamente me quito la ropa, me da temor que alguien aparezca y me vea en ropa interior, como también temo que de un momento a otro, la temperatura le haga honor a su clima otoñal. Me siento en el borde de la orilla, metiendo las piernas al agua. Nunca he sido de tirarme de golpe, si Mats estuviera aquí, sabría que así también soy en mi vida cotidiana, nunca me zambullo a las experiencias nuevas, siempre entro lento.

Entonces un cuerpo se levanta del agua, como impulsado desde abajo por resortes, provocándome un grito de terror. Mi reacción lo hace reír.

—Hola, intrusa —me saluda James.

Impulso mi pie hacia él, deseo con muchas ganas patearlo y que le duela. James agarra mi pie al vuelo, mira mis ojos un corto instante y me acaricia el tobillo con los dientes. Ahogo una exclamación, quitándole mi pie. Maldito sean los hombres que no controlan sus hormonas. Debo irme, estoy en ropa interior y yo no uso prendas por las que los hombres se reirían de mí.

—Cierra los ojos —me dice.

—¿Qué? —gimo, sorprendida.

—Quiero salir del agua, pero estoy desnudo.

Oh... Cierro los ojos. Los aprieto. Escucho a James salir del agua y, creo que se ha sentado cerca de mí.

—Vístete rápido —le ordeno.

—Tengo excelentes noticias laborales para ti —me dice, no lo oigo moverse.

—Dímelas cuando te hayas vestido.

—Tengo que enviar tu respuesta esta misma noche, no podemos esperar. Se trata...

—¿Por qué me estás molestando, James? Abriré los ojos. No creas que no puedo tener una conversación contigo mientras tienes las pelotas al aire, solo es un pene, solo ustedes los hombres creen que las mujeres nos volvemos unas putas fáciles cuando se los vemos.

El silencio de James me desafía a cumplir mis palabras. Puedo abrir los ojos y no bajarlos entre sus piernas. Claro que puedo. Los abriré y sólo miraré el agua.

—Estoy esperando —su voz me susurra en el oído, humedeciéndome las paredes de la oreja, provocándome un escalofrío que recorre todas mis terminaciones nerviosas.

Abro los ojos. Localizo su rostro, está húmedo, sus pupilas están dilatadas. Le clavo la mirada y aun así puedo ver —obvio que puedo si tenemos algo llamado vista periférica—, que me mintió: está usando un bañador. Alzo la mano y le doy una bofetada.

—No quiero saber cuáles son tus intenciones, pero deserta. Eres el mejor amigo de mi novio. Si no me respetas, al menos respétalo a él, creo que se lo merece.

—Solo estoy jugando contigo —reclama en voz baja, no vuelve a poner los ojos en los míos.

Así solo deben jugar las personas que se gustan. De lo contrario se arman malentendidos. James —agrego en tono dulce—, te aprecio y te necesito, pero le pertenezco a Mats.

—Realmente no tengo ningún interés en ti, Brock.

Si, por supuesto. Nunca tienen interés en nosotras luego de que los rechazamos, y te lo dicen, para que creamos que nosotras somos las locas por imaginarnos cosas.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora