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Mats。

Sí, pero ¿cómo voy a irme y dejarla llorando? No, lo importante es ¿cómo puedo ayudarla si no conozco el motivo de sus problemas? Hago lo único que tengo al alcance, la abrazo. Poco después repite tres veces seguidas <<Ya me calmé>> Creo que quiere que la suelte, me vaya y quedarse sola con sus problemas.

—¿Quieres que me vaya?

—Debes hacerlo, ¿no? —pregunta con su familiar tono sarcástico. Se seca las lágrimas con las manos.

—No lo sé. Ya hemos dormido juntos, hagámoslo otra vez.

—No puedes quedarte a dormir, si Isis te ve...

—Me voy en la mañana antes de que se despierte.

—No duermo dos veces con el mismo hombre —me molesta, se cruza de brazos y mira a donde no pueda verme. Veo que no quiere perder los estribos y gritarme, pero se frustra si no se le obedece y como resultado, está esta reacción berrinchuda.

Es mejor que me vaya, lo sé. Aun no sé cómo lidiar con Brock, no puedo ser rudo, porque se asusta y no puedo ser tierno porque llora. Le doy unas palmaditas en el muslo como aviso de que me voy a levantar. Se levanta, y los exquisitos palpitares que provenían de entre sus muslos, se evaporan.

—Bueno, hasta mañana —le beso la parte superior de la cabeza y salgo de su habitación. Estoy probando nuevas formas de tratarla, empezaré por la indiferencia pero sin entrar al desinterés.

Falta aproximadamente una hora y media para que Ana vaya al colegio por las niñas cuando la veo salir despavorida de su estudio y venir hacia el mío mientras estoy trabajando.

—Mats —me habla, exaltada, tiene su celular en la mano, acaba de recibir una mala noticia, puedo verlo—. Luisa está en el hospital, la van a operar de apendicitis. —¿Quién es Luisa? Oh, ya, la madre de Rafaela. Me quedo en silencio, estoy esperando que Ana termine su mensaje, seguramente me avisará que se tomará el resto del día, lo cual, no es información que deba darme, ella no trabaja para mí, solo arrienda un estudio en uno de mis muchos locales—. Vamos todos para allá, Clío también... —Se queda en silencio, no sé si quiere hacer suspenso o espera que yo termine la frase.

—Vayan —digo, no sé qué espera que le diga, la verdad no entiendo.

—"Vamos" —me corrige Ana, incluyéndome en el plural—, toda la familia estará allá.

—Solo es apendicitis, Ana —sonrío para quitarle peso a la situación.

—Es la hermana de tu novia, Mats.

—Sé quién es Luisa. —Enciendo la máquina de tatuar para darle el mensaje de que la conversación terminó y que mi respuesta es definitiva: yo no voy. Cuánto drama, por Dios—. Avísale a Brock que no podrás ir por Isis.

—Sí sé —me contesta de una manera fría y cortante—. Ella es la adulta irresponsable, no yo.

Ana sale de mí estudio dejando la puerta cerrada. Apago la máquina de tatuar y la dejo sobre la mesa de trabajo. Le digo a mi cliente que me espere un momento y salgo de mi estudio. Me meto al de Ana, que está guardando sus cosas en su bolso. Ana se especializa en tatuajes pequeños, por lo que termina rápido con sus clientes, ahora en el estudio estamos ella y yo.

—¿Por qué dices que Brock es una adulta irresponsable? —pregunto. Ana pone los ojos en blanco al ver que la conversación será sobre ella—. Brock es una madre soltera que trabaja para mantener a su hija, ¿dónde está lo irresponsable en eso?

—¿Olvidas que, si no fuera por mí, su hija se quedaría sola en el colegio?

—Porque su horario de trabajo no coincide con el de la escuela, sé lógica. —Ana y yo compartimos una última mirada de rencor hacia el otro y salgo del local.

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora