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Brock。

Los fines de semana Isis y yo dormimos juntas. Nos dormimos lo más tarde que podemos aguantar. Las fuerzas siempre me abandonan primero que a ella y le digo que es hora de ir a la cama, pero podemos ver una película para no dormirnos. Nos ponemos pijama y nos metemos debajo de las sábanas de mi cama. Desde que Mats se fue que siento melancolía y con ganas de llorar. Me he contenido, Isis no podrá decir nunca que constantemente ve a su madre llorar. Entiendo que para él debe ser frustrante que yo no confíe en él cuando no ha hecho nada para traicionarme, pero no lo hago con mala intención. Desconfío plenamente de todos, solo confío en el amor y la lealtad que hay entre mi madre, Isis y yo.

Isis retoma la conversación del almuerzo. Me pregunta por qué Rafaela no vive con un hombre malo. No entiende cómo eso es posible. Isis no recuerda lo que vivimos hace cinco años, ella solo tenía tres años. En el subconsciente le quedó grabada la voz de un hombre gritando y asocia eso con el miedo. Se siente segura donde no está la presencia de un hombre y, al igual que yo, le teme a los gritos.

—Un hombre no es malo cuando se va a vivir con otras personas —le explico—, eso nos pasó a nosotras porque este hombre era malo desde antes. Pero existen hombres buenos que nunca hacen daño.

—Yo no quiero que vivamos con un hombre, mami. Puede salir malo.

Le muestro una sonrisa, aunque por dentro esté llorando.

—Lo sé, me lo has dicho desde que sabes hablar. Eso no va a pasar, cariño, no viviremos con nadie.

A tu madre podrán volver a romperla en pedazos, pero tú no lo volverás a ver. 

 

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Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora