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Mats

Parte 2

Me recuesto junto a ella, sin tocarla, sin mirarla, necesito calmarme. No quiero hacer esto solo, no sé si al despertar se sentirá igual que antes de dormirse, pero, si ocurre de esa manera, no puedo ser yo el único satisfecho, porque no rendiría bien para ella. Así que, paciencia.

Espero diez, quince, veinte minutos. Treinta minutos, cuarenta... Una hora. Una hora y unos minutos después, Brock despierta. Mi cuerpo ya está completamente calmado gracias a que serené mis pensamientos. Ella me mira, se mira y recuerda en qué estábamos.

—Oh, no, lo siento tanto... —gime Brock—. Así va a ser siempre conmigo —se disculpa.

Recuerdo que me dijo que, en el motel, cuando esto pasaba, bajaba a recepción y su cita se iba. Sin embargo, a mí me pide disculpas, eso lo agradezco.

—¿Así como? —pregunto—. ¿Así de perfecto? ¿Lo prometes? ¿Prometes que será siempre así de perfecto?

Brock me muestra una sonrisa de gratitud.

—No es tu culpa, mi amor —la consuelo, acariciándole la mejilla con los nudillos—. ¿Podemos continuar ya?

Brock gatea hacia mí. Estoy de lado, apoyado en un codo desde que sentí que empezaba a despertar. Me pregunta con voz melosa, mientras pone sus labios en mi cuello, si todavía tengo ganas. Tengo y, si no las tuviera, ella las despertaría en mí. Le agarro el trasero con ambas manos, Brock me besa, debemos, primero encender el incendio que hubo antes de que se durmiera. Se entrega a mi boca como si ella hubiera estado obligada a reprimir la excitación, como si ella hubiera esperado por mí con el cuerpo ardiendo. Me devora los labios casi con desesperación, joder, me vuela la cabeza. Me levanto, pero a ella le empujo la espalda contra el colchón para que no se levante, sin embargo, levanta el trasero, separa las piernas para mí. Mi chica conoce el juego. Acomodo mi miembro entre sus piernas y la embisto tomándola de las caderas. Brock araña las sábanas. Veo cómo me pierdo en su interior y salgo empapado de ella. Una y otra vez. Una y otra vez. Cada vez más rápido. Cada vez más salvaje, para ella, para mí. Sus gemidos contenidos son música y combustible. Brock, mi Brock... Amo tenerla así, de una forma tan poco elegante, jodidamente excitante; a estar abrazado de ella, sonriéndonos, sintiendo su aliento en mi rostro; amo ver su boquita rodeándome el pene; amo cuando me sonríe...

Me salgo. La giro sobre la cama y me subo sobre ella. Inmediatamente Brock me envuelve, me atrae hacia ella. Pongo los codos sobre el colchón, siento su pecho golpeando el mío en cada respiración.

—Te amo... —gime sintiéndome mientras la lleno por dentro.

—Y yo a ti, Brock... Joder.

—Estamos haciendo mucho ruido...

—Que se aguanten un rato...

—Oh, Mats... Oh, Mats... Mats... Me vengo...

Cresta. Cresta... Si aprieto los dientes, tal vez no escuchen tanto allá afuera, tal vez, pero... No puedo callarme. Esta mujer me hace colapsar.

Nos reímos cuando volvemos a un estado pacífico. Somos unos inconscientes. Y no nos importa. Estamos satisfechos, nos amamos, eso es lo que importa.

Brock sugiere pedir algo de comer en el momento que se asoma a la sala. Isis sigue sentada en el sofá, mirando sus caricaturas, su bacito de leche está vacío. James levanta los ojos del laptop.

—Disculpa tanta intromisión en tu casa, Brock, estoy trabajando en un contrato muy importante.

—¿Un contrato?

Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora