Sol en invierno - Pronto se irá a BORRADOR

58)

Mats｡

Aunque el enfermero me explicó que estuve en coma por dos años, no logro asimilarlo. Según yo, solo tomé una siesta, una bien larga, porque siento el cuerpo pesado, claramente no lo he movido en años, pero mi cerebro no asocia todavía esto. Tengo a Isis encima de mí, midiendo, tal vez, un metro quince, cuando la última vez que la vi, era una pequeñita de un metro de alto. Y aun así no asimilo que estuve ausente 24 meses. 

—¿Por qué diablos estás tan grande? —gimo, intento abrazarla con fuerza, pero de esa no tengo.

El llanto desconsolado de Brock me cuenta un poco lo difícil que fue este tiempo. La veo cubrirse la boca con las manos, su llanto lo abarca todo y quiere callarlo. James le pone una mano en la espalda para consolarla un breve instante, luego se me acerca.

—Ya basa de sustos —me reprende con una voz que denota su cansancio emocional.

—Me sentía tan bien —les cuento—, como si supiera que estaba durmiendo bien a gusto, luego oí la voz de Isis y... no sé, me nació el deseo de dejar de dormir, solo quería verla.

—¿A mí? —se sorprende Isis, levantando la cabeza para verme.

Ahí están esos ojos negros bien grandes, la última vez que los vi, se estaba despidiendo de mí con la mano mientras caminaba hacia la entrada de su nuevo colegio y yo le devolvía el gesto apoyado en mi Lamborghini.

—Sí, bonita, a ti.

Vi a Isis adentrarse a su nueva escuela, recuerdo lo emocionado que estaba, iba a irme a casa donde Brock estaba esperándome, pensé que viviríamos como una familia, jugaríamos a ser padre de una niña y la vida sería tan perfecta como la que cuentan en las películas luego del "y vivieron felices para siempre". Ya recuerdo lo desconcentrado que iba en el Lamborghini, mientras hablaba por teléfono con Brock y luego con James.

Recuerdo el impacto, el miedo, algo de dolor, luego abrí los ojos y me encontré con esta escena a mi alrededor. Todo es surreal.

—Te extrañé... —me dice Isis.

—Lamento haberme ido por tanto tiempo.

—El destino juega con nosotros como le da la maldita gana —rabea James, sin embargo, está sonriendo detrás de las lágrimas—. Bienvenido —me dice—, hiciste falta aquí.

Va donde Brock. Mi chica necesita consuelo y yo soy un inútil postrado que ni siquiera puede levantar la voz para pedirle que se acerque. Mi asistente toma a Brock de los brazos y tira de ella. Le pasa un brazo por la cintura por si sus piernas vuelven a flaquear y le limpia la cara con la manga de su camisa.

—Intenta caminar —le aconseja James—, ve a llorar sobre Mats.

Veo a mi chica haciendo un esfuerzo por poner un pie delante de otro, James le sostiene la mano hasta que ella llega a la camilla, ahora avanza sosteniéndose de ella. Ver su carita de dolor me devasta. La he cuidado desde que la conocí, para no verla abatida y, al final, el mayor dolor se lo provoqué yo.

Hay dolores emocionales que se sobreponen a la fuerza del cuerpo, y eso queda en evidencia cuando Brock no puede sostenerse más y se sube a la camilla. Pensé que solo me abrazaría, pero también se recuesta a mi lado.

Han pasado dos años, me he perdido dos años de la vida de James, de Brock y de Isis, es insoportable la sensación de abandono que me invade, el subconsciente me hace sentir excluido y, joder, es doloroso, sin embargo, no me quejo. No estoy sufriendo ni la mitad que mi mejor amigo, mi novia e Isis.

***

Casi se cumple una hora desde que desperté. Isis se quedó dormida sobre mí, Brock sigue recostada a mi lado, ya más calmada, y James me ha estado contando algunas cosas que pasaron estos dos años. Se ha enfocado en contarme momentos agradables y entretenidos, pensó que me alegraría oírlos detalladamente, para imaginarlos vívidamente, y no protesté porque también creí que era buena idea que me los contara, ya que no pude vivirlos, pero me equivoqué, no me hace bien oír de todo lo que me perdí. Quiero saberlo todo, sí, lo sé, pero de a poco, porque me abruma y al corazón le duele.