Three.

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Otro día en la escuela, otro día de mierda. Jill estaba bastante segura de que no lo iba poder soportar mucho más tiempo, ya era mucha presión de parte de todos, muchas burlas que simplemente ya no quería seguir viviendo. Ya era mucho para ella.

Pero por suerte ya había terminado el día de clases y casi nadie se encontraba en las instalaciones. Jill se encontraba en el baño, tratando de quitar las miles de bolitas de lodo que quedaban en su cabello que debido al pasar del tiempo se habían endurecido, por eso mismo ahora pesaban y también dolían. También apestaban, horriblemente. Todo su estaba cubierto de lodo, completamente todo, pero este ya estaba dentro de su bolso. Por experiencia, otra cosa mas que agregar a la horrible y oscura lista que tenía por nombre "por experiencia", tenía un uniforme de mas en su casillero. Cosas así podían pasar y por supuesto que no las anticipaba, o al menos no del todo.

¿Qué había sucedido? Oh, si. Por supuesto que Abby y Paula ya eran expertas en engañarla y por lo tanto seguir burlándose de ella.

Era la hora del recreo y por lo general Jill no salía de aquella biblioteca, del muy tranquilo patio interno o de los pasillos así que en general jamás salía a los jardines exteriores. A excepción de hoy, tal vez. Esta vez se encontraba en la biblioteca terminando una tarea cuando de pronto le llegó una nota de la profesora O'Connor, la que se encargaba de impartir la materia de gimnasia. La responsable de hacerle llegar esa nota fue una niña de primer año la cual Jill consideró lo suficientemente confiable, así que sin pensarlo mucho simplemente le hizo caso.

La nota decía:

"Señorita Price, le solicito ayuda en los campos de soccer. Para los créditos extras que solicitó en mi materia."

Jill se extrañó un poco al leer la nota porque por lo general eran los mismos profesores que hablaban con el alumno antes de solicitar el trabajo que deben realizar para los créditos extras. Pero esta vez simplemente lo pasó por alto y sin una palabra más, se dirigió de inmediato a los campos.

Para poder pasar a los extensos campos de soccer hay que cruzar todos los jardines de la escuela, los cuales también eran extremadamente extensos y cubiertos por muchos árboles. Antes de salir dio un vistazo y después de medio asegurarse de que no había nadie, salió y emprendió su camino hacia los campos, los cuales estaban junto al de rugby y al de tenis. Si, porque por supuesto que contaban con aquellos, era una escuela un poco cara después de todo.

Esa mañana había llovido mucho así que alrededor del camino habían charcos de lodo, grandes y pequeños, y de todos los tamaños posibles realmente. Pero a la mitad había un gran charco que no podía evitar de ninguna manera, así que sin más se colocó de puntillas y empezó a caminar un poco a su alrededor, tratando de no pisar mucho de la asquerosa agua. Jill se detuvo casi de inmediato cuando escuchó unas cuantas risas acercándose.

Risas que ya conocía a la perfección y que con solo escucharlas le calaban hasta el hueso, se trataba de Abby y Paula, más allá también venían Jane y Jack, junto a otros compañeros que ni lograba reconocer y hasta personas de otros cursos. Mierda, sabía que estaba jodida.

Poco a poco todos se fueron acumulando a su alrededor hasta que no sobró ni un solo mínimo espacio más y ahí supo que la tenían atrapada. No tenía caso correr ni mucho menos rogar, ya estaba jodida y lo sabia.

—¿Al fin saliste de la cueva? —preguntó Abby con un tono de burla.

—¿Y tú del prostíbulo? —Jill preguntó casi de la misma manera. Sabía que no se ganaba absolutamente nada tratándola de esa manera, pero tampoco ganaba nada respetándola.

18 // zjm (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora