¿Por qué la odias?
La odio porque me hace sentir como la nada, como un astronauta flotando a la deriva en el espacio consiente de que ya no hay nada por lo cual luchar, en un momento puede estar sonriente, puede ser tan dulce como el amor y tan gentil como una flor. La abrazas y sientes su calor, su alegría, su aroma simplemente te hace sentir bien, te hace sentir amado y protegido. Como si ella fuera un escudo y en sus brazos nada malo habría de pasar. Pero al otro puede mirarte con ojos desquiciados y saltones, sus labios curvados en una mueca de rabia mientras anuncia con toda tranquilidad que a penas lleguen a casa te golpeará hasta que no tengas lagrimas que derramar porque cometiste el pecado capital de no sonreír lo suficientemente, al menos no como ella quería, sus cálidos abrazos queman y desgarran la piel, y lo único que quiero es rascarme hasta que se me vea la carne. La odio porque si me mata no la podré ver retorcerse en agonía, la odio porque aunque me vio desgarrando mi carne y derramando mi sangre no hizo nada, nada más que hacerme prometer que nunca más lo volvería a hacer, ¿Por qué? ¿Por qué no me ayudaste? ¿Por qué me recriminaste que se lo haya dicho a otros pero no a ti? ¿Por qué me mirás así? ¿Por qué me hablas así? Se supone que debes amarme, esa no es la forma de amar, amo a mis peluches y jamás los trataría así, entonces ¿Por qué me tratas así? ¿Por qué me miras así? La odio, te odio, te odio porque por ti deje de comer hasta desfallecer, por ti deje de creer, por ti deje de respirar. La odio porque...pesé a todo la amo y sé que no podré vivir sin ella.
Perdoname por no reír, por no saltar o gritar. Olvide como hacerlo, pero solo por eso no me tienes que gritar, mucho menos golpear. Solo quiero respirar, solo quiero acurrucarme en tus brazos y pensar por un segundo que puedes amarme pesé a la criatura de dolor en la que me convertí. Por favor, amame, amame, sé que es difícil amarme, pero te lo ruego, hazlo, sé que no lo merezco, pero...solo...por favor, solo quiero sentir que podrías amarme de nuevo alguna vez. Siento que si tu pudieras volver a amarme entonces yo también podría hacerlo.
Dios, solo quiero irme a casa.
— ¿Te gusta?Aidan observo su reflejo en el espejo, ladeo la cabeza tratando de encontrar la forma más amable de decir que no. Era una camisa de color azul oscuro, de manga larga y botone negros, era bonita, pero había un problema: el cuello; la camisa dejaba ver el cuello; su cicatriz estaba ubicada justo en la unión entre el cuello y el hombro, no se veía claramente, pero las marcas rosadas de los dientes se podían divisar en su piel excesivamente pálida. El ojiazul no creía tener nunca la valentía de usar algo que dejase ver parte de su cuello, los suéteres, las bufandas y los cuellos de tortuga eran sus más grandes aliados, suponía que en algún momento tendría la valentía necesaria para usar algo que dejase ver la piel de esas zonas, a lo mejor incluso podría pagar una cirugía de eliminación de cicatrices pero por el momento no pensaba permitir que alguien viese sus marcas. Miro a su madre, que no dejaba de jadear emocionada mientras le extendía una corbata que ataba lentamente en su cuello, pero se detuvo en el momento de ajustarla, vio sus manos temblando ligeramente mientras subía el nudo, su sonrisa titubeo un momento y a juzgar por su mirada entendió que Evangeline recordó la vez en la que lo encontró intentando atarse una cuerda al cuello para ahorcarse, se excuso diciendo que estaba intentando aprender nudos para su especialidad de Conquistadores, en el momento ella le creyó, pero a juzgar por su mirada ahora se daba cuenta de todas las señales que había ignorado antes y que seguiría ignorando de no haber visto a su hijo cortarse las muñecas frente a ella.
— Gracias, mamá, es lindo, pero...¿no crees que es demasiado? — Evangeline termino de ajustarle la corbata, una sonrisa automática se formo en sus labios y se dio le vuelta ligeramente tratando de ocultar sus lagrimas.
Pocos pesares pueden rivalizar con la desolación que se apodera del alma al reconocer que se ha fallado en la tarea de ser madre. Ese desgarrador sentimiento se intensificaba en el pecho de la mujer al contemplar a su hijo, la luminaria de su existencia, sumirse en la desesperación, marcando su piel con cicatrices que reflejaban un sufrimiento injusto, percibido erróneamente como su culpa. Para Evangeline, el eco de este fracaso resonaba con fuerza. Dios le confió la custodia y amor de sus preciados vástagos, y, sin embargo, se dejó influenciar por las sombras de su entorno, permitiendo que un futuro promisorio se desvaneciera mientras entregaba a sus tesoros a las garras de un hombre enfermo, cruel y despiadado.Con un suspiro profundo, Evangeline giró, forjando una sonrisa para su pequeño príncipe, su amado hijo. En el momento en que supo que estaba encinta, juró a sus dos bebés, a las gemelas en ese entonces, que crecían en su vientre, que los protegería con ahínco. No obstante, el transcurso del tiempo reveló su fallo monumental. Ahora, reflexionando sobre su rol materno, Evangeline anhelaba retroceder en el tiempo. Anhelaba otorgar a Aidan la libertad de jugar más, de derramar lágrimas menos amargas, y, sobre todo, de asegurarse de que ninguna sombra, especialmente la de Günther, se aproximara a turbar su inocencia.
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Era De Noche (Novela Cristiana)
Mystery / ThrillerEsta es la historia de un chico, quizás haya una chica involucrada o quizás otro chico este involucrado en esta historia, pero no será como ustedes piensan o desean, porque no, esto no es una historia de amor. Esta es la historia de un chico cuyo co...