Aidan sintió que se le revolvía el estómago, que se le aceleraba el corazón, que se le tensaba el cuerpo. Quería salir corriendo, quería olvidar todo, quería dejar de sufrir. Apretó sus cortas uñas en las cicatrices blancas y rosadas de sus muñecas, si tan solo estuvieran un poco más largas tal vez podría liberarse poco a poco de su angustia, una pequeña cortada, un pellizco o una bofetada, cualquier cosa que lo hiciera sentir algo más que la inmensa sofocación que lo embriagaba. Aterrado se cubrió los oídos negando, mientras escuchaba las perversas carcajadas a su alrededor.
— No...no...¡No! — grito negando con la cabeza y apretó sus oídos con tanta fuerza que escucho los sonidos amortiguados de sus tendones aplastados bajo sus manos — ¡Yo no lo provoque! ¡Lo juró! ¡No lo provoque! — trato de defenderse, pero las miradas de aquellos que creía sus amigos, vecinos e incluso su propia familia no dejo de hacerlo sentir miserable, como si hubiera hecho algo mal, cometido un pecado capital con el cual tendría que cargar por toda la eternidad. Los rostros de sus padres, sus ojos incapaces de mirarlo. La cara pálida de Katherina sin vida. Sus amigos burlándose de él, sus vecinos aconsejándoles a sus hijos que no se acercarán a un "chico perverso como él"...— ¡No fue mi culpa! — volvió a gritar, pero...¿Y si lo era? ¿Y si era realmente su culpa? Todos le decían lo mismo, <<Debiste haberlo sabido, ¿Cómo es que no te diste cuenta de lo que él quería hacerte?>> le había dicho un vecino el día siguiente que regreso del hospital, <<¡Maldito seas! ¡Maldito tu y ese bastardo que se llevaron a mi niño! ¡Si tan solo te hubieras dejado follar mi hijo estaría aquí conmigo!>> le dijo una madre de una de las victimas fatales del atentado el día en que se hizo la conmemoración. <<Vaya, algo debió haber hecho, era un muchacho ejemplar, que no se dejaría llevar por un simple deseo absurdo, para mí que ese mocoso algo grave le hizo>> decían las voces a su alrededor— ¿Qué hice mal? ¿Qué hice mal? Yo solo quería jugar, solo jugar — oculto su rostro entre sus manos, ahogándose entre sus lagrimas. Solo quería crecer, solo quería sanar, solo quería mejorar, ¿Cuál fue su pecado? ¿Jugar con un extraño? Quiso decir que no tenía la culpa, que no había hecho nada malo, mucho menos provocar lo que sucedió en aquél campamento, quiso decirles que era una persona, como ellos, como él, que merecía amor, respeto y dignidad, pero lo dudaba. Se odiaba a si mismo, no todo, pero si una parte: odiaba su cara que él con tanta pasión besaba, odiaba su cuerpo que él usualmente halagaba, odiaba su voz, su sombra, sus pensamientos, su respiración y su existencia. Se odiaba tanto que en penumbras de la noche se sorprendía a si mismo anhelando el toque abominable de Günther, deseaba que lo tocara y con ello lo matara, quizás si hubiera muerto esa noche sería visto como una victima más, no como el causante de tanto mal.
Levanto la cabeza y se encontró con aquellos ojos de un azul tan gélido como hermoso, sintió los cubitos de jugo de uva que comió subir por su garganta, una parte de él quería abrazarlo, fingir que nada había pasado y volver a sentirse seguro en sus brazos, pero otra parte, una mucho más grande solo quería dejar de respirar. Vio su reflejo en aquél azul tan oscuro y sintió asco de sí mismo. No le gustaba lo que veía, no le gustaba lo que sentía, no le gustaba lo que era. Se veía sucio, manchado, roto. Se sentía sucio, manchado, roto. Se creía sucio, manchado, roto.
Aidan recordó lo que le había pasado, lo que le habían hecho, lo que le habían quitado. Recordó las manos de su mejor amigo sobre su piel, sus labios sobre su boca, su cuerpo sobre el suyo. Recordó el dolor, el miedo, la impotencia. Recordó los gritos, los golpes, las amenazas. El cuerpo desplomado de su hermana. Se estremeció y se abrazó a sí mismo. Quería borrar esos recuerdos, quería limpiar su cuerpo, quería curar su alma. Pero no podía. Los recuerdos le perseguían, le atormentaban, le destruían. Su cuerpo le dolía, le quemaba, le traicionaba. Su alma le faltaba, le lloraba, le suplicaba.
Aidan se metió en la ducha y abrió el grifo. Dejó que el agua cayera sobre él, que lo mojara, que lo lavara. Pero no era suficiente. El agua no podía borrar las huellas de su abusador, no podía quitar las cicatrices de su violación, no podía devolverle la inocencia perdida. Se frotó con fuerza, se rascó con rabia, se golpeó con odio. Quería arrancarse la piel, quería sacarse la sangre, quería matarse el dolor. Pero no era suficiente. La piel no podía ocultar su vergüenza, la sangre no podía limpiar su culpa, el dolor no podía acabar con su vida.
![](https://img.wattpad.com/cover/261975560-288-k744755.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Era De Noche (Novela Cristiana)
Misterio / SuspensoEsta es la historia de un chico, quizás haya una chica involucrada o quizás otro chico este involucrado en esta historia, pero no será como ustedes piensan o desean, porque no, esto no es una historia de amor. Esta es la historia de un chico cuyo co...