62. Primera oración

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Nota.
Este capitulo puede ser fuerte, quería representar lo que es una vida sin Dios, una vida sin restricción y sin propósito, he pensado mucho en lo que pasaría y me di cuenta que sería más aterrador que Dios no existiera, ¿Qué propósito tendría la vida? ¿Por qué me despierto cada mañana? ¿Para qué respiro? Una vida sin Dios es tan vacía, que de solo pensarlo quiero morir. Este capitulo busca representar eso, una vida vacía, donde el pecado vive en todo su esplendor.


Un hijo puede ser tanto una bendición como una maldición, para Willa era ambos, deseaba que pudiera ser una bendición, pero las circunstancias lo volvieron una maldición, una hermosa maldición de mejillas redondas y regordetas.

Para nadie era un secreto del gran amor que sentía William Vodja por sus hijas, las amaba, a todas ellas, desde la primera hasta la última, las amaba tanto que nunca las entregaría a otro hombre y Willa estaba bien con eso, le parecía correcto, lo usual, siempre y cuando su padre nunca le negara los regalos o dulces nada era anormal, era su deber, ella lo amaba, él la amaba, ¿qué había de malo en eso? Era amor, solo el amor de un padre por su hija. La forma en la que William la miraba le hacía sentir que era el tesoro más precioso del mundo y entonces tuvo su primer sangrado, los besos se volvieron más largos, las caricias más intensas y atrevidas, pero por más que lo intento no pudo sentir lo mismo por él, creyó que con el tiempo sentiría algo distinto, algo más intenso, su "llamado a ser mujer" pero los años pasaban y nada, al menos hasta que sus ojos se encontraron con los del nuevo jardinero, un escuálido esclavo de cabello y ojos marrón, con encantadoras hondas que abrazaban dulcemente sus mejillas. Bebió de él todas las emociones que debería sentir por su padre, abrió su corazón y sus piernas, gozoso lo recibió en su interior y en su vientre comenzó a crecer el fruto de su amor.

Lástima que todas las historias de amor tienen un final, algo que sigue más allá de los créditos, eso que no suele ver o la escena postcreditos que nadie suele ver porque la película ya es demasiado empalagosa como para soportar y los que la ven solo pueden tildarla como la mierda pretenciosa que pretende ser, bueno, el final de su historia de amor fue, irónicamente, el primer llanto de su bebé. No había que ser un experto en genética para darse cuenta. Hondas diminutas de color marrón y un par de ojitos del mismo color que miraban a su alrededor con temor. El cabello podía explicarse, al menos el color, pero las hondas y los ojos no, nadie en la familia tenía esa clase de color, ni siquiera la bisabuela, de quien Willa heredo su color de cabello natural: negro, un negro tan profundo que solo podía ser cubierto por pelucas, porque el tinte no solía adherirse correctamente. Él no tuvo piedad. Mato al pobre jardinero frente a ella, para después tomarla sobre el cadáver. Willa lo hizo todo, se puso de rodillas, besos sus pies y se ofreció a que la convirtieran en una muñeca con tal de poder conservar a su bebé, William acepto, le dejo conservar al bebé, a cambio de su absoluta sumisión y así fue como ella termino con un collar de esclava que sentía que la decapitaba, y un pene que la empalaba cada vez que podía, sin siquiera pensar en si la desgarraba o no.

Así fue como su futuro se arruino. Era una niña, hija de un hombre de alto rango en UML y tenía la oportunidad de ser algo más que un agujero apretado el cual llenar con chorros calientes de simiente apestosa, para luego expulsar por ese mismo agujero los resultados de la germinación de esa semilla en su interior. Su vida era buena, no perfecta pero no fantaseaba con suicidarse, era una niña deseada, eso ya era una ventaja. Su padre la amaba, tanto que su traición la destrozo e hizo que cambiara aún más. William adoraba tener hijas, pero para su mala suerte sus genes estaban predispuestos a producir varones que bien podrían seguir su linaje pero le era imposible amarlos, no como a sus hijas, lastimosamente ninguna le duraba demasiado, asesinadas, muertas en el parto o robadas, nunca pudo disfrutar plenamente de tenerlas y eso lo llenaba de rabia, el tiempo no perdonaba y cada día envejecía más, le era difícil terminar, mucho más dejar a alguien embarazada y aunque lo intentaba siempre eran varones. Lo que no daría por volver a producir una vagina que pudiera llenar en la posteridad, no cometería el mismo error que cometió con sus otras hijas, la criaría desde pequeña para hacerle entender su papel, cuidándola y amándola, manteniéndola sana y salva lejos del peligroso y perverso mundo exterior, haría que su cuerpo cumpliera todos sus deseos y con el entrenamiento adecuado hasta ella podría disfrutarlo, pero ya ni siquiera podía ponerse duro sin intervención de pastillas azules para la felicidad.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora