Estrellas durmientes, estrellas danzarinas

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Había una vez, en un reino lejano, un príncipe bondadoso y gentil, era el más bello de los príncipes, el más amado, gentil y benévolo, pero con el tiempo, su padre, el rey, tuvo que moldearlo, convertirlo en algo más, algo distinto, algo que no pudiera ser rompido. La gentileza y la bondad son pagados con crueldad, la verdad con mentira, la lealtad con traición y el amor con dolor. El rey tomó todo aquello que hacía al príncipe ser lo que era, arranco parte por parte, pedazo por pedazo hasta dejar un cascarón vacío que relleno con cualidades más dignas de su posición: elocuencia, inteligencia, una mente bélica y estratega, frialdad, disciplina, liderazgo, justicia rigurosa, imparcialidad pero sobre todo; crueldad. El príncipe debía entender que sin importar qué, siempre debía velar por su bienestar y felicidad propios, y la de su familia, el resto eran meras herramientas que usar y desechar. El rey tomó aquél cascarón vacío en el que convirtió a su hijo y lo relleno con lo que quiso, uso partes de si mismo para reconstruirlo pero por más que intento hubo una parte que jamás pudo arrancar. El corazón. El príncipe seguía siendo amado por todo el reino, incluso por reinos vecinos, todos alababan su manera de ser, pero nadie sabía que en realidad el príncipe sentía un vacío imposible de rellenar. Aunque distinto, el príncipe seguía añorando encontrar un corazón amigo, una calidez que lo ayudará a terminar de rellenar aquél encantador pero vacío cuerpo en el que se había convertido. Pesé a sus cambios el pueblo seguía amando al príncipe con devoción, pero por más que el príncipe lo intentaba era incapaz de sentir lo mismo.

Una noche, mientras le rezaba a las estrellas, desde el cielo, el universo le sonrío y a una pequeña estrella le entrego.

El príncipe estaba desolado, sus semejantes lo habían rechazado, pero en medio de su travesías para regresar a su reino en lo que todo aquello que provocara placer se era permitido encontró una pequeña estrellita, era tan pequeña que nadie más podría verla en el mar infinito de estrellas que era el cielo, pero esa estrellita, tan pequeña y débil era especial, solo el príncipe pudo ver más allá y saber en la preciosa, brillante y gentil estrella en la que se convertiría. Celoso y temeroso de que alguien pudiera arrebatarle a su gentil estrella cuando se percatarán de su belleza, el príncipe la tomo, la encerró en una caja cerca de su corazón y allí la custodio, pero un día, con horror se percato de que alguien más, muchos más antes de él ya habían reclamado la luz de su estrella. No era el primero, alguien más su brillo había tomado y sin reparo regalado, el príncipe no era el primero pero si podía ser el ultimo. Desolado el príncipe tomo a la pequeña estrellita y la rompió, la rompió en cientos de pedazos que toco, beso y lamio, luego, con pesar por todo el castillo esparció, caballos hechos de sueños recibieron cada parte de la estrella, esparciendo sus trocitos brillantes por todo el castillo, así, de alguna forma, cada parte de la estrella sería solo del príncipe, uso el cascarón vacío de la estrella y lo relleno con todo aquello que él consideraba bueno: timidez, amabilidad, belleza, torpeza, inocencia, juguetón, creatividad, un hambre voraz por las gomitas pero sobre todo lo relleno con algo; obediencia. 

Hubo una parte que el príncipe no pudo arrancar jamás: el corazón; por más que intento tomarlo y reclamar ese brillo, por más que intento posicionarse en el corazón de la estrella el príncipe no pudo hacerlo y eso le gusto, temía haber roto tanto a la estrella que por algún motivo su brillo desapareciera. La noticia pronto se extendió por toda la región, cada Lord y Ser del país escucho sobre la pequeña estrellita, escucho de lo dulce de su voz, de lo suave de su piel, de lo brillante de su sonrisa y lo rojo de sus mejillas, empezaron a contra el príncipe conspirar para a la estrella poder robar, y su brillo apagar. Temeroso, el príncipe erradico la rebelión, pero no era suficiente, siempre habría alguien, alguien que quisiera a su estrellita robar, por eso tomo lo ultimo de la pequeña estrella y lo volvió a ocultar en lo más profundo de su propio corazón, para no dejarlo salir, jamás.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora