Con Dan no vas a jugar

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Katherina como tal nunca había pensando en lo que se sentía o cómo sería su primera vez. El despertar sexual era algo normal para cualquier adolescente, eso lo sabía, pero le resultaba incomodo pensar en ello, como tal la acción de la penetración le causaba escalofríos, en cada clase de orientación sexual, charla para prevenir embarazos adolescentes o escena remotamente erótica en la televisión la chica no podía evitar estremecerse. Se le hacía algo doloroso. Caótico. Desde que tuvo la edad suficiente para entender sus padres le dieron la famosa "charla" y desde que supo cómo se hacía no pudo sentir más que asco, y temor. Tenía 13 cuando le dieron la charla y no pudo evitar asociar la penetración con una puñalada, y al pene con un puñal, puñal que si entraba demasiado o se deslizaba de forma incorrecta terminaría por destrozarle los órganos.

No entendía porqué las personas eran tan apasionadas y salvajes en el tema del sexo, claro, sabía que se sentía bien pero quizás su percepción se había visto sesgada por la influencia de sus padres. Pese a no ser puritanos extremos al punto en que la palabra "sexo" estuviera vetada de la casa, "la charla" no fue tan esclarecedora como Katherina hubiera deseado, su padre solo guardo silencio, asintiendo mientras tejía hábilmente un nuevo vestido para sus gemelos, aún incapaz de decidir quién se quedaría con qué, esa era la ventaja, al ser tan pequeños y regordetes podía vestirlos con un costal de papas y seguirían siendo adorables, su madre fue quien tomo el control de la charla, le explico lo básico, de dónde venían los bebés, qué era la penetración, que del sexo vienen los niños y que si llegaba a quedarse embarazada antes del matrimonio se iría al infierno, lo dijo en tono de broma, pero la perturbada niña que no podía dejar de asociar el sexo con una danza de puñaladas correctamente proporcionadas no lo entendió así, al final lo único que dijo Owen fue <<No te preocupes, cielo, lo harás cuando estés lista y con alguien especial, te sentirás amada y feliz cuando lo hagas>> y tenía razón. La muchacha esperaba despertar cubierta de sangre, temblando e incapaz de levantarse por el dolor entre sus piernas, en vez de ello se despertó en brazos del hombre que amaba, la calidez de su abrazo fue algo indescriptible, delicioso y acogedor. Lleno de besos su rostro, acarició su cabello desordenado y la dejo dormir un rato más, al menos hasta que sintió un par de tiernos besos, un camino sagrado de promesas silenciosas desde su hombro hasta sus labios.

— Buenos días, dulce Kat — la voz suave de Günther contra su oído y su aliento cálido golpeando su piel mando olas de cosquilleo por todo su cuerpo.

Con una sonrisa en sus rosas labios sin labial de frambuesa abrió sus ojos marrones y su visión fue bendecida con la imagen de su amado príncipe, acababa de tomar un baño, su cabello mojado y peinado hacia atrás lo demostraba. Las manos de Günther eran grandes, era un hombre grande y atractivo, eso le gusto a la chica, le encantaba sentirse entre sus manos, tan pequeña y vulnerable, le encantaba esa sensación de protección, esa sensación de saber que aunque era fuerte y podría fácilmente destrozarla con esas grandes manos jamás la dañaría. La joven sostuvo el rostro luminoso de su caballero entre sus dedos, lo miro bien, cada pestaña, cada cabello dorado, sus cejas pobladas curvadas en un gesto de amor, sus labios ligeramente enrojecidos, mismos que no dejaban de posarse en su piel, incluso la pequeña hendidura en su mandíbula marcada, todo en él era perfecto pero lo que sin duda le robaba el aliento eran sus ojos, azules cual glaciar, azules como las entrañas del mar, no eran el clásico tono de azul, era como ver un par de copos de nieve flotando en las profundidades de un océano sin fin. Eran oscuros y frívolos, pese a ello estaban llenos de amor.

El muchacho se inclino y volvió a besarla, le encantaba sentir como su piel se erizaba con cada beso, hundió sus dedos en su ondulado y suave cabello castaño, se subió lentamente sobre ella, palpando su cuerpo oculto sobre el arrugado vestido de distintos tonos de azul. El sol caliente se poso sobre ambos, como si los dioses bendijeran lo que estaban haciendo. Con cuidado apreso su cintura entre sus brazos mientras se fundía en el cálido milagro de sus senos. Ahueco su rostro con los dedos, aquella pequeña hilera de pecas en sus hombros similares a besos de ancestrales ángeles lo dejaron sin aliento, surco con las puntas de sus dedos las infinitas aguas de su cuerpo, acariciando la calidez innegable del interior de sus muslos, como un día soleado de dulce verano. Con una sonrisa en sus labios, Günther se inclinó y presionó su boca contra la de ella con avidez, forzando su lengua a atravesar su barrera de resistencia y reclamando posesión sobre esta inocente pero lujuriosa joven que ahora finalmente era toda suya. Mientras Katherina temblaba debajo de su agarre, con lágrimas corriendo por sus mejillas mientras gemía, supo que realmente había cruzado una línea... pero maldita sea si no se sentía bien. Sus labios se posaron, uno sobre otro, como una perfecta pieza de cristalería rota que por fin se unía, como un jarrón destrozado que se negaba a dejar ir, fuera por un valor sentimental o similar y entonces con ayuda de silicona, y algo más se forzaban las piezas a encajar. La beso con ternura, con adoración, fingiendo que aquellos ojos dulces cual miel eran celestes e inocentes. La abrazo una vez más mientras danzaba hacía atrás y hacía adelante, entrando y saliendo del rincón sagrado de su cuerpo, fundiéndose sobre ella como mantequilla derretida. Siendo un solo cuerpo una vez y otra vez.

La cálida agua de la tina se deslizo por el cuerpo de la chica. Ella arqueo la espalda y dejo salir un suspiro mientras las grandes manos de su amado acariciaban su cuerpo con avidez, esparciendo la espuma como un misterio sin resolver. El agua tibia y perfumada la envolvió mientras recostaba su cabeza en el hombro de él, observo su reflejo en el empañado espejo y suspiro con satisfacción al ver lo perfecto que encajaba su pequeño cuerpo contra el suyo, como un rompecabezas destinado a unirse desde inicios de la humanidad. Su caballero los giró a ambos para que ella estuviera de espaldas a él.

— Date la vuelta — murmuró suavemente contra su oído antes de pasar sus manos suavemente arriba y abajo por su espalda y cintura baja, como si reclamara la propiedad de cada centímetro de esa exquisita criatura que se encontraban frente a él—. Quiero que te veas a través de mis ojos — mientras Günther observaba el reflejo de Katherina en el espejo frente a él, no pudo evitar sentir una sensación de asombro mezclada con un intenso deseo corriendo por sus venas. Ella realmente era bella: cada centímetro de su piel cremosa pedía atención y admiración. Bajándose lentamente hasta el borde de la bañera hasta que estuvo al nivel de esas mejillas redondeadas, respiró hondo antes de inclinar finalmente la cabeza hacia adelante y hundirse por completo en su carne.

Su lengua la toco como un pianista experto tocaría las teclas interpretando su obra maestra y al finalizar, la dejo jadeando entre las perfumadas aguas, mientas depositaba un beso en su frente y terminaba de bañarla. La sorprendió con un exquisito desayuno. Cuando llego a la cocina y vio allí, cocinando tranquilamente el corazón de Katherina se encogió, era como la escena de un deseo hecho sueño, una realidad para ella, respiro pesadamente mientras se llevaba el primer bocado a los labios y se sintió tan plena, y amada que no pudo evitar desear sentirse así por el resto de su vida. Ese se día tras desayunar con su caballero de reluciente armadura la acompaño con sus manos entrelazadas hasta su pequeña casa, la chica dando pequeños saltos emocionada, luciendo su vestido nuevo con una sonrisa.

— Mi madre enloquecerá cuando sepa de esto — tarareo feliz.

Günther detuvo su caminar, a pocos metros de la casa y la miro desconcertada. Sabía que Evangeline estaría enojada pero como la oportunista que era encontraría la manera de sacar provecho de aquello, a lo mejor y hasta los forzaba a contraer matrimonio. Ya era suficientemente malo que engañara a Aidan con su hermana, no pensaba lastimar más a su pequeño amante dándole también un anillo.

— No puede saberlo, Kat — dijo con voz calmada. Su sonrisa se desvaneció y por un momento su mano flaqueo entre sus dedos.

— ¿Por qué? — pregunto asustada, mientras sentía que la bilis le subía a la garganta. Sabía que muchos hombres les gustaba tomar la virginidad de las muchachas y luego presumirlo. Se sintió desolada al pensar que Günther sería uno de esos chicos. Intento soltar su mano, se sentía repentinamente expuesta, vulnerable, casi como si estuviera desnuda en medio de la calle y no había brazos fuertes que pudieran protegerla, pero el agarre en las manos del príncipe no flaqueo.

— Sinceramente, no creo que sea bueno que compartas algo tan intimo como lo que hicimos con tus padres — acerco a la joven a él, posando sus dedos alrededor de su cintura con anhelo, tratando de calmar la angustia en los ojos de la muchacha —. Me da un poco de vergüenza — mintió.

Su semblante se relajo y asintió lentamente, uniendo aún más sus dedos en un juramento tácito que solo uno de los dos intentaría completar, pero que ninguno de los dos podría cumplir.

— No necesitas avergonzarte, no hicimos nada malo, Dios hizo el sexo placentero para disfrutarlo y nos gustamos, ¿Verdad? — dejo escapar un suspiro tembloroso, cargado de angustia y leve arrepentimiento, Günther la envolvió en sus brazos, tomando su cabeza sobre su tronco fuerte y definido, a lo mejor todos en la familia de su amado eran iguales de bajos o él era muy alto, Katherina a penas le llegaba a la mitad del cuello. Con la oreja pegada a su pecho, oía el martilleo incesante de su corazón, más y más rápido, como un cantico errático, ella oculto su rostro en la hendidura de su cuello, mientras esperaba aque le contestara. El chico sabía el poder de su respuesta: era capaz de hacerla sonreír, ono.¿Qué podía decir salvo que sí y que sí? Sí, le gustaba la chica. Sí, tenía suerte. En cualquiercaso, era verdad.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora