59. No me olvides +

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¿Por qué el suicidio era considerado como un acto cobarde? En Un Mundo Libre se considera el suicidio uno de los actos más valientes y hermosos existentes, renunciar a una vida llena de problemas, dar el salto de fe con la esperanza de renacer en algún lugar donde todo pudiera estar bien. Hermoso, absolutamente hermoso. ¿Por qué seguir sufriendo? ¿Por qué llorar más cuando con un golpe en la cabeza, saltar de una azotea o un acantilado, una soga en el cuello, un millón de pastillas o un corte certero podía acabarlo todo? La ejecución era una historia distinta, en Un Mundo Libre se considera como la ejecución la forma más deshonrosa de morir y dependiendo de la violencia empleada en la muerte era más deseable o de mayor deshonra. Al principio pensó que esas personas gritaban por el temor a morir, pero luego se dio cuenta que gritaban implorando una muerte más dolorosa. Entre más brutal y agónica era una muerte mejor. Al parecer de la misma manera en la que puedes alcanzar el estado de santidad más alto a través de la felicidad extrema puede ser conseguido por medio del dolor más agonizante y repulsivo.

Aparentemente una bala en la cabeza no era lo suficiente, no, ellos clamaban ser desmembrados, disueltos en acido o despellejados. Vio uno de ellos sonriendo al ser llevado ante un oso amaestrado para violarlo hasta matarlo y después comerse su cadáver, se inclinó frente a sus ejecutores con la sonrisa más encantadora que Aidan hubiera visto. Tan radiante. Incluso cuando los dientes del animal se clavaron en la curvatura de su cráneo destrozado por una mordida previa no dejo de sonreír, ni siquiera cuando el oso lo partió por la mitad. Fue algo espantoso de ver, por un lado jamás había visto la virilidad de un oso y de cierta forma todo lo que se aprende se termina usando, así que en ese sentido era bueno, un aprendizaje más, ¿de qué iba a servirle saber cómo era el pene de un oso? No tenía idea, pero de algo le serviría. Grupo tras grupo suplicaban morir de las formas más espantosas del mundo.

Gracias a Willa sentada a su lado supo que los osos no eran los únicos animales que usaban, tenían una serie de animales salvajes amaestrados para violar y tras unos segundos comenzar a destrozar: un león, chimpancés, una jirafa, un elefante entre otros animales; existían categorías, todas las formas posibles de alterar una muerte para volverla más agónica se encontraba en sus escrituras sagradas, "El Buen Libro" contenía una serie de canticos con cada una de las formas de morir, cada canción se escuchaba antes y durante la ejecución, no entendía el idioma, pero era hermosa, la clase de música que podría escuchar mil veces sin aburrirse, pero dejo de prestarle atención al ritmo cuando empezaron las ejecuciones. Se cubrió los ojos, pero luego se cubrió los oídos, cerrando los ojos con fuerza.

— ¿La sangre te marea? — pregunto Willa con indiferencia, acariciando su frente con delicadeza, pero su otra mano pellizcaba sus muslos, a Willa le gustaban sus muslos, era la parte que más tocaba, junto a su cuello, a sus labios, sus hombros, sus piernas y saltaba mucho, a Willa le gustaba saltar mucho sobre él, lo cual le hizo pensar que le rompería su a la mitad, pero cuando no paso solo cerro los ojos y dejo que ella lo violara un rato más —. Estás pálido.

— Sí, nunca he sido bueno con la sangre — ni mencionar cuando a Haza le llego la menstruación, parecía una escena del crimen, en ese entonces todavía dormían juntos y resulto con sangre hasta en la conciencia, un coagulo flotando libremente en su lado de la cama fue lo primero que vio al despertar. Nunca grito tanto como ese día, seguro de que su hermana moriría desangrada, aún le costaba estar a un radio de 500 metros cerca a Haza durante esos días del mes — ¿Puedo irme? Voy a vomitar — todos esos gritos, algunos parecían casi de júbilo, nada similares a los gritos de la masacre, sus hermanos en fe deseaban vivir, necesitaban vivir, en cambio esas personas veían la muerte como un privilegio u oportunidad de alcanzar la máxima felicidad.

Willa le extendió una bolsa de plástico, ella parecía tan ajena, como si estuviera viendo un aburrido partido de futbol, pero no solo ella, todos a su alrededor parecían tan indiferentes, estaban en un estadio casi tan grande como su ciudad natal, repleto de personas que miraban con aburrimiento o diversión las ejecuciones, incluso Tyline, ella estaba sentada un par de filas delante de él y podía verla reírse descuidadamente con un grupo de chicos de su edad, peregrinos, supuso él. Ella se reía fumando un cigarrillo, hablando en el mismo idioma de las canciones que no podía entender y haciendo lo que parecía ser apuestas, de vez en cuando hablaba en español y la escuchaba decepcionarse porque <<No gritaban lo suficiente>>, ¿Esa era Tyline? ¿Esa chica sádica y despreocupada? ¿Dónde estaba la chica descuidada al borde de desmoronarse con rímel en toda la cara? Aún tenía el rímel, pero en menor cantidad y perfectamente difuminado alrededor de sus ojos, su ropa era incluso diferente, vestidos bonitos, tacones cortos y algo de joyería, ¿desde cuándo Tyline usaba joyería? No parecían la misma, pero sus rostros eran iguales, de vez en cuando su mirada se desviaba y sus ojos se encontraban pero ya no reconocía su mirada. Aún no deducía si eso era bueno o malo.

— Vomita ahí si quieres, debes acostumbrarte a este tipo de cosas, una vez seas un Vodja tendrás que acompañar a Günther a estas reuniones — tomo temblorosamente la bolsa y hundió su rostro en ella, el aroma a plástico lo distrajo un segundo de los sonidos de la carne siendo separada del hueso.

— ¿Por qué? — una arcada lo hizo inclinarse hacia adelante, la pareja frente a él lo miro mal antes de regresar su vista a la tarima, intuía que no lo insultaron solo porque Willa estaba a su lado — ¿Esto es obligatorio? — se imaginó a los mismos uniformados que perseguían a Willa por toda la ciudad entrando a cada casa para asegurarse de que nadie estuviera faltando a tan importante evento, incluso niños pequeños daban saltitos alegres al ver la explosión de viseras y creolina. Eso debía arder más que la sal. Los gritos eufóricos del que estaba siendo ejecutado lo hicieron pensarlo.

— No, pero demuestra tu compromiso con la causa, Günther va a necesitar que te ganes tu lugar, deberás venir a esta clase de eventos en cuanto se casen y a las ceremonias también — Willa hizo un gesto con los labios y de inmediato dos de sus ¿Sirvientes? ¿Empleados? ¿Esclavos? ¿Qué eran ellos? Bueno, dos personas a su servicio llegaron blandiendo abanicos, uno para ella y otro para Aidan —, al menos durante los primeros años, una vez te hayas ganado tu lugar podrás venir si esa es tu voluntad — la mujer lo tomo de los nudillos y beso sus frágiles dedos —, aunque siendo marido de mi sobrino tendrás tu lugar asegurado en la nebulosa ancestral.

Aparto la mano justo cuando otra tanda de condenados a muerte ingresaba, pero esos eran diferentes, estaban asustados. El estadio se quedó en silencio, incluso Tyline y sus amigos dejaron de reír, y juguetear. Un hombre imponente se hizo en la tarima, Aidan aparto la bolsa de su cara, observando extrañado a ese hombre, le recordaba a alguien pero no sabía quién.

— Sé que esto no es usual — hablo Wallace señalando al grupo —, pero los dioses insisten en mantener intacta la justicia y la moral — asintió con la cabeza y los uniformados los tomaron, dividiendo el grupo en dos, uno fue colocado en un plataforma con sogas de ahorcado frente a ellos, el otro grupo frente a la pared de concreto llena de agujeros de bala —. Estos impíos, estos pecadores han entrado en nuestra sagrada ciudad, ¿y para qué? ¿Para perturbar nuestra paz? Oh, no, hermanos, han venido para destrozar nuestro hogar, estos — el hombre los señalaba como si fueran portadores de la peor enfermedad — ¡Ellos! ¡Vinieron a plantar ideas extrañas a nuestros jóvenes! — una oleada de murmullos se escuchó por el lugar, algunos padres tomaron preocupados a sus hijos, varios uniformados más rodearon al grupo en el que estaba Tyline, como si estuvieran listos para atacar si alguien siquiera los trataba mal —. Se hicieron pasar por fieles para llegar a corromper a los niños de nuestra comunidad — Tyline se giró mirando a Aidan, se preguntó qué pensaría él cuando la viera a ella sobre esa tarima, si debía elegir prefería morir ahorcada, le parecía una forma más romántica de morir, podría fingir que la cuerda eran los dedos de un amor no correspondido cuya sed de venganza acababa con su vida, con una bala en la cabeza no tendría tiempo de imaginar nada —. Por eso este castigo es el apropiado, no merecen sentir el placer de morir.

— Espías — respondió Willa ante la mirada perpleja de Aidan —, desde hace un tiempo gobiernos de todo el mundo envían a supuestos creyentes a las ciudades libres, pero en realidad son desdichados cuyo único propósito es corromper a nuestra juventud, algunos se hacen pasar por niños robados o desaparecidos de nuestra comunidad. Es repugnante — ¿Eso era repugnante? ¿No era repugnante someter a un niño a miles de atrocidades para hacer feliz a un hombre o una mujer que supuestamente era un "amado" por los dioses? Aidan aparto ese pensamiento de la cabeza, ese era su castigo, el castigo que Dios había designado para él, no debía contrariarlo — ¿No estás de acuerdo?

— ¿Con qué?

— Con que es repugnante tomar la identidad de niños desaparecidos o asesinados, tan solo dos de ellos tomaron identidades que no les corresponden, pero imagina el daño a las familias — señalo con el dedo a dos chicos, sus rostros estaban monstruosamente hinchados por lo que supuso eran golpes, resultaba sorprendente que el cuerpo humano pudiera deformarse así y permanecer con vida —, el resto eran simples espías haciéndose pasar por creyentes, pero esos dos...son una abominación, tomaron identidades de dos niños robados de nuestra comunidad, secuestrados de los brazos de sus padres cuando eran pequeños, toda la familia, toda la comunidad se regocijo al verlos "volver", para que al final no fueran más que impostores inmundos.

— ¿Cómo se enteraron? ¿Les hicieron una prueba de ADN? — Willa negó.

— Esas pruebas no son fiables, ellos son enviados por gobiernos extranjeros y fácilmente podrían manipular las pruebas — los uniformados comenzaron a ponerles las cuerdas alrededor del cuello, uno a uno, era extraño, de todos los ejecutados aquél grupo era el primero que suplicaba clemencia, no con la voz, sus bocas estaban cubiertas por un bozal, pero sus miradas desesperadas buscando alguna oportunidad de supervivencia era algo que Aidan conocía aunque no estaba acostumbrado a ver. Era la misma mirada que tenían sus hermanos el día de la masacre. Miedo, confusión, una pizca de incredulidad, algunos seguían pensando que era una broma hasta que el primer cuerpo cayó a sus pies, y mucha esperanza. El grupo en la tarima no eran poseedores de la misma intensa esperanza en sus miradas, pero sí estaba en sus ojos, la esperanza de que algo o alguien, cualquier cosa los pudiera salvar de tan trágico destino —. Los descubrimos por su propia estupidez, mandaban constantemente reportes codificados y así se pudieron atrapar, les falto ingenio, ¿quién lee tantas veces un libro de pasteles? Encontraron el libro y solo fue cuestión de decodificar los mensajes, y listo.

— ¿Por un libro de recetas de pasteles? — que forma tan curiosa para morir, en unos años miraría a sus hijos con Günther yendo a la primera ejecución en familia y les contaría la historia, esperaba que sus niños lloraran un poco, le causaba angustia pensar en sus futuros hijos con Günther como esos niños, tan distantes, tan ajenos al horror que sucedía frente a ellos.

Sí, familia con...con Günther, comenzaba a hacerse a la idea de que eso sí o sí iba a pasar. No le gustaba la idea de tener hijos con él por obvias razones, pero tampoco hijas, las niñas podían quedar embarazadas si un pene, sin importar si era de su supuesto padre, entraba en ellas. Willa le dijo que Günther nunca dañaría a un hijo suyo, esperaba que fuera cierto, pero se le hacía increíblemente fácil imaginar a Günther siendo padre, sabía que sería el mejor padre del mundo, cariñoso, protector, leal, la clase de padre que era capaz de dar espacio para la independencia pero que se volvía un oso protector cuando fuera necesario, aunque estaba ese asunto si en algún momento se volvería como el oso enjaulado que todavía tenía la cabeza del hombre entre sus dientes, lamiendo su cuerpo como si fuera chocolate derretido de algún postre. Lo dudaba, pero no deseaba saberlo, aunque comenzaba a hacerse la idea de que iba a descubrirlo más pronto que tarde.

— Exacto, usaban el libro para escribir los mensajes y luego esa — señalo a una mujer mayor con un corte en la frente tan profundo que toda su cara estaba roja por la sangre seca — sacaba el libro, lo pedía "prestado" para cocinar algunas recetas, mismas que nunca se veía y dudo mucho que alguien quiera hacer un pastel cada semana, y no se digne a compartir ni un solo trozo, finalmente alguien tomo el libro y notó los extraños escritos, pensó que eran parte de la receta pero en otro idioma, no fue así — los aplausos llenaron el estadio, una ola de sonidos estridentes tan jubilosos como cantos de ángeles, la cuerda se enredó en su cuello, las armas se apuntaron en sus cabezas.

Wallace se alzaba ante ellos, tan radiante y brillante como lo fue Günther para Aidan alguna vez, un ángel ejecutor cuyos brazos extendidos tenían el poder de la vida y la muerte, listo para llevar a cabo los designios sagrados, tanto que supuso que si llegase a una tribu apartada de la civilización lo reconocerían como un dios o un héroe de alguna de sus creencias. No los juzgaba, en su momento él mismo pensó de esa manera.

— Que se haga su voluntad — dijo y bajo sus brazos.

Cerró los ojos, pero no alcanzó a cubrir sus oídos a tiempo, escucho las balas siendo disparadas, la carne siendo atravesada, los cuellos estirados por la soga, algunos se rompieron, otros no.

— Aidan, tienes que mirar — exigió Willa, tomándolo de los hombros y dándole unas palmadas en la cabeza, como si fuera un cachorro que tuviera algo en la boca que no debía estar ahí.

Abrió los ojos justo cuando la segunda tanda de balazos terminaba con la vida de quienes quedaron de pie de la primera tanda, los fusiladores no fallaban, solo prolongaban el sufrimiento disparando cerca de la cabeza pero no lo suficiente como para hacer algún daño, se percató de ello por las risas de Tyline y su grupo, parecían encantados y ella, majestuosa, rodeada por esos jóvenes sanguinarios que se deleitaban viendo las balas abriéndose paso por las cabezas, nunca pensó que vería a Tyline rodeada de tantas personas y que ella resaltara como una linda chica no como un mapache despeinado, y con rímel en zonas donde no llegaba la luz del sol.
Aparto la mirada, esta vez hacia los ahorcados, algunos seguían moviéndose cuando miro en su dirección, pero otros no. Sin embargo había una constancia en sus miradas. Sus ojos desorbitados miraban a todas partes y al mismo tiempo, buscando algo, alguien que pudiera salvarlos. Uno a uno las cuerdas fueron puestas en sus cuellos, lenta pero concisamente

No me olvides.

Decían sus ojos, mientras la vida escapaba de sus cuerpos. Miro a su alrededor, todos parecían tan ajenos, ¿cuántos más habían perecido de la misma manera? Algunas cuerdas parecían desgastadas, manchas rojizas fusionadas con la plataforma, huecos de bala en la pared, grilletes colgando del techo. Era un centro de ejecución, que a juzgar por su estado era usado muy a menudo.

Tyline dio una calada a su cigarro, no fumaba, pero el padre de Tyline sí y necesitaba que alguno de sus amigos dijera <<¡Ala! ¡Justo como tu padre!>> antes de que el cáncer de pulmón acabara con ella, esa era la desventaja, se parecía físicamente pero solo por los rasgos básicos: cabello, ojos, tono de piel, a veces lunares y pecas; el resto debía ser ella, ¿A su madre de turno le gustaba el pastel de fresas? No dejaría de comer fresas en todas sus formas hasta que su cuerpo fuera 70% fresas y alguien dijera lo mucho que se parecía a su madre, ¿A su padre le gustaba el baloncesto? Perfecto, sería un prodigio para el anochecer, ¿A su madre le gustaba los juegos al azar? Dejaría en bancarrota a quien tuviera la mala fortuna de cruzarse frente a ella, ¿Su padre era un gimnasta tan elástico que podía chupar un pene y una vagina a la vez? Oh, no, eso sí no lo haría, pero demostraría ser elástica doblándose por la mitad para agarrar el lapicero que convenientemente cayó justo cuando uno de los amigos de su supuesto padre pasaba por ahí, quizás se pararía de manos para que todos admiraran sus bragas de Hello Kitty y la alabaran por su flexibilidad. Observo a Aidan, sentado junto a Willa, sus ojos casi tan abiertos como los recién estrangulados y se preguntó qué atributos le gustarían a él, sabía que tendría que ser un poco Günther para enamorarlo, pero no demasiado para despertar su trauma del pasado, un equilibrio perfecto, entre Günther y...¿Y quién? ¿Roxelana? ¿Alguna de sus hermanas? ¿O tendría complejo de Electra o Edipo y tendría que tomar atributos de sus padres para poder encantarlo, y convencerlo de ser el padre de sus hijos cuadrúpedos, y peludos? Raf y Sulfus necesitaban de una figura paterna con urgencia, y como buena madre Tyline haría lo que fuera por sus criaturas.

Vio a Aidan tambalearse fuera de su asiento, Willa lo miro preocupada, <<¿Vas a vomitar?>> leyó en sus labios. Que pregunta tonta. <<No Willa, Aidan se pone pálido y comienza a tener arcadas cuando está contento, ¿no lo sabías?>> pensó Tyline viéndolo cojear lastimeramente hacia uno de los baños del estadio. Se levantó de un salto, bajando torpemente la minifalda que llevaba, recogió el dinero de sus ganancias e ignoro los comentarios exigiendo la revancha, mientras contaba el dinero se deslizo grácilmente al baño. Recostó su cuerpo contra la puerta metálica del cubículo, cerró los ojos escuchando las arcadas. Quiso entrar, ponerse detrás de él, meter sus manos en su garganta y ayudarlo a vomitar mientras besaba su frente sudorosa.

¿Qué era esa sensación? Nunca aspiro a nada más que vivir, ser una hoja llevada por el viento. Ni siquiera al principio cuando fingió ser Tyline quiso algo más, al parecer su madre era muy valiosa en el ámbito de la política de UML, algo relacionado con las naciones en el extranjero, Tyline era todo un tesoro, una zorra excepcional, la clase de niña que se convertiría en la esposa y madre modelo que todos adoran pero en secreto no pueden dejar de desear que su marido la engañe con una mujer más joven y le dé herpes para bajarla de esa nube, talentosa, hermosa, una bailarina de élite con tan solo tres años, un prodigio en violín — aunque en el fondo deseaba viajar en el tiempo y clavarle un balazo al imbécil que hizo tan pútrido instrumento — y con la excepcional capacidad de hablar y llorar mientras daba un testimonio que fue denominado como "el testimonio más poderoso del mundo" por los medios, usado como el principal promotor para evitar que los gobiernos siguieran interviniendo en las ciudades libres, no sintió nada cuando la hicieron parar frente a los hombres y mujeres más poderosos del mundo, y dar su "testimonio" de sus años de secuestro, ni siquiera cuando uno a uno la abrazaron mientras limpiaban sus lágrimas saladas dándole palmaditas en la espalda por lo "valiente" que era. Pero en el momento en que vio las lágrimas de Aidan...no sabía cómo explicarlo, más allá de la experiencia de nacer. Era como si estuviera viviendo por primera vez, sentía sus pulmones llenos de vida y fue consiente de si misma. Por primera vez deseo algo, alguien, a ese chiquillo de triste mirada con un amor tan profundo a la vida y un deseo de morir aún más intenso. No fue todo una ilusión, fue un sentimiento que la embriago y la cegó, la vida la golpeo, tan fuerte que hasta respirar olvido, sus labios deseo, su sangre adoro, solo quería verlo llorar, verlo retorcerse hasta que no pudiera respirar, ella lo sabía, haría lo que fuera para que él estuviera con ella. Sería suyo, solo suyo sin importar qué. Encerrarlo en una caja, ponerle una droga que evitara que pudiera mover las piernas, nada era demasiado excesivo cuando se trataba de amor, ¿verdad? Eso decían todos, el amor es la fuerza más poderosa del universo y ella estaba enamorada, loca y jodidamente enamorada.

Era su primera vez estando viva y no dejaría de vivir ahora que había encontrado el motivo de su existir. Ladeo la cabeza, primero a la izquierda, luego a la derecha, sin importar como fuera era bello, tan bello, usualmente las personas se veían mal llorando, ¿Pero él? No, era como los demás, al menos en ese aspecto, incluso llorando a todo pulmón seguía siendo tan perfecto, ¿Estaba mal que ella quisiera hacerlo llorar más? No, aparto el sentimiento de su pecho, ella lo haría feliz, lo haría sonreír, ella se encargaría de convertirse en su única oportunidad de ser feliz y volver a vivir, así como él lo hizo con ella.

Las ejecuciones públicas se estaban volviendo más a menudo, casi semanalmente, no era de esperar menos, gracias al discursillo meticulosamente preparado logró hacer que países extranjeros dejaran de involucrarse en UML, tenía 9 cuando hizo el discurso pero hasta ahora comenzaba a ser visibles los cambios. Todos estaban más tensos, preocupados. Observo como retiraban los cuerpos, negó con la cabeza, eran principiantes, siempre se debe ir un paso por delante, si su método de comunicación era un libro de pasteles lo lógico era fundar una maldita fábrica de pasteles o al menos una tienda que sirviera como fallada para poseer ese libro, y comprar miles, por no decir millones del mismo ejemplar mantenerlos en la tienda como parte de la mercancía y quemarlo en el horno después de cada comunicación. Siempre hay que ir paso delante de ellos.

La puerta se abrió y Aidan salió tambaleándose, estaba más pálido, casi amarillo, sus hondas se pegaban alrededor de sus mejillas y su suéter estaba empapado en sudor, y en vómito, suspiro algo decepcionada, no tenía buena puntería por lo que cuando estuvieran casados lo haría hacer sus necesidades sentado, lo amaba, pero no estaba dispuesta a limpiar orina cada día solo por problemas de puntería. Él no la había visto, pasó junto a ella y se encogió sobre el lavamanos bebiendo agua, para luego escupirla, parecía una manguera, una linda manguerita.

— ¿Te gusta UML? — Aidan levanto la cabeza de un salto, tanto que término golpeándose contra la perilla del lavamanos —. No se parece a los documentales o a las noticias, ¿verdad?

Él la miro, con el agua corriendo entre sus dedos, podía ver la incertidumbre, la desconfianza y la curiosidad plasmados en su amarillento rostro cubierto de agua, y bilis.

— ¿Qué haces aquí?

— Ya lo sabes, soy una peregrina — él asintió, cerrando la llave, odiaba que el agua fuera desperdiciada, pocas personas eran conscientes del valioso recurso que es el agua dulce. Se enderezo, mirando al espejo de forma apacible, frotando sus dedos mojados en su frente.

— ¿Vas a...?

— ¿"Violarte"? — negó, eso sería algo muy patético —. No, tú me rogaras que lo haga o no lo haré — se inclinó, su cálido aliento contra su oído — suplicaras que te deje entrar en mí.

Aidan retrocedió sorprendido, ¿quién era ella? La Tyline que según él conocía no era tan atrevida, pero ahora que lo pensaba realmente no la conocía. Tenían el mismo rostro, la misma voz, pero la vestimenta era distinta, la sonrisa era distinta y aún más importante: el delineado era distinto; ¿existía la posibilidad de que fuera una especie de hermana gemela?

— ¿Y...vives aquí? — Aidan suspiro, jugueteando nerviosamente con sus dedos — ¿Tú ayudaste a mi tía a secuestrarme?

— No, no tengo nada que ver en eso, para ser honesta — le dio otra calada a su cigarrillo, el humo envolvió el rostro de Aidan, como un abrazo fantasmal cuyo aroma casi lo hace vomitar otra vez, ¿cómo las personas fumaban? Ni siquiera el sabor era bueno, menos el aroma —. Fue una sorpresa para mi verte aquí, aunque tal vez Valerio sí lo sabía — ser comido por el oso habría sido menos desmoralizador que eso.

— ¿Valerio? — Tyline asintió, jugueteando con el cigarrillo en el borde de sus labios.

— Su padre es el "arquitecto" diseño gran parte de UML — Tyline dio unos golpecitos al suelo —, incluso este estadio.

— Si no vas a dañarme, ¿qué vas a hacer? — ella extendió su mano y aparto un mechón rebelde detrás de su oreja.

— Vámonos, Aidan, llevo meses, casi años pensando en escapar, podrías venir conmigo.

— ¿Escapar? — sus entrañas se retorcieron ante tal posibilidad, pero ¿y si era una trampa? Una prueba por parte de Willa, si algo le había enseñado sus años de abusos era que no podía confiar en nadie — ¿Por qué quieres irte? ¿No eres una "hija de los benditos"? ¿Una amada por los dioses? — Tyline asintió, no podía decirle que no, que no era Tyline, que no tenía nombre ni historia, eso no funcionaría como conqueteo, podría decirle que sería la chica que él quisiera que fuera, pero eso no siempre resulta bien.

— Lo soy, pero crecí lejos de aquí, no estoy acostumbrada a este mundo y para ser honesta, en este lugar incluso por respirar mal podrías terminar colgado o violado por un oso — aunque lo cierto era que ella nunca podría ser ejecutada. La ultima sobreviviente de una familia de suma importancia, su supuesta madre construyo UML con sangre sudor y lágrimas, Nicolette era demasiado valiosa y por extensión ella lo era. Se mordió los labios ansiosa, las personas que acaban de vomitar deberían parecer cansados y repulsivos, Aidan por el contrario parecía frágil y delicado, lo arrincono contra la pared, sus manos tomaron su cintura y antes de que se diera cuenta sus labios estaban unidos a los de él, su boca sabía a vómito, jugos gástricos y agua, una combinación que Tyline nunca pensó que pudiera saber tan bien, pero de la cual fácilmente se podría volver adicta — .Ven conmigo — susurro contra sus labios —, déjame mantenerte a salvo.

Déjame poseerte, déjame meterte en mi armario donde nunca podré perderte.


Aidan negó, era demasiado peligroso, no podía, sencillamente no podía, una mancha de sangre más en sus manos y enloquecería.

— Vete, Ty, vete y sé feliz, pero por favor, Tyline, no me olvides, ¿sí? — rogó consiente de que más temprano que tarde moriría, fuera en manos de Günther o de alguien más, algunos niños tenían marcas de mordidas, sus cuerpos estaban motilados y entendió que algún día terminaría de esa manera si estaba en brazos de Günther, lo entendió y lo acepto, viviría con el temor y el dolor, pero seguro de que su familia estaba a salvo —. Vete, vete y sé feliz.

Nunca necesito mentir, nunca necesito pensar, todo ya estaba escrito para ella, seguir el guion era todo lo que debía hacer, solo debía memorizar y recitar. Tyline lo miro a los ojos, no, no podía dejarlo, no lo dejaría en ese matadero donde le sería arrebatada su exquisita inocencia. Era hora de estrenar las neuronas e inventar una mentira.

— Aidan — lo tomo de las manos, acariciándolas con delicadeza, no pensaba permitirlo, no iba a dejarlo, no dejaría que alguien más disfrutara de él —. Escúchame, ¿sí? Quedarte aquí no ayudara en nada.

Tyline sonrío al imaginarlo caer de rodillas llorando, al borde de un colapso mental, sabía perfectamente cómo lo haría escapar sin mirar atrás, sería algo malo, morboso y una absoluta crueldad, pero por él estaba dispuesta a eso y más. Lo envolvió en sus brazos en un protector abrazo. ¿Enserio creía que lo iba a dejar ir ahora que por fin tenía un motivo para querer algo, para ser algo? De ninguna puta manera.

No temas, conmigo no necesitas pensar, yo lo haré por ti. Mi pequeño.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora