42. ¿Qué más da?

21 6 0
                                    

Evangeline se fue.

Aidan no se había dado cuenta de lo mucho que disfrutaba estar lejos de ella hasta que la vio desaparecer en el auto del doctor Stilinski rumbo a la parada de autobús. Ahí comprendió que su tía Imogen tenía razón, no en lo de dejar la iglesia, sino en lo mucho que disfrutaba tenerla a un par de ciudades de distancia, a lo mejor y realmente se mudaría de continente o incluso de planeta con tal de mantenerla lejos.

Amar a su madre le era infinitamente más sencillo teniéndola lejos, a ella, a su venenosa lengua y a sus manos que tan dolorosos golpes sabía dar. Prefería verla a través de una videollamada que volver a asfixiarse con su presencia, solo podía rogarle a Dios que se lo llevará a él antes que a ella, no podría lidiar con una amargada anciana a la que se suponía debía amar y cuidar. Por su parte le pedía a Dios que volviera senil a su padre, a veces le cansaba lo pasivo que podía ser, ya era como un vegetal, sonriendo cuando se le pide, como un insulso adorno en una esquina de la habitación. Lo único que extrañaba de ellos eran sus postres, ¿Estaba mal pensar así? Obviamente, ¿Se sentía cómo un monstruo por pensar así? Claro que sí, ¿Haría algo por cambiarlo? Absolutamente no. Se sentía justificado en el hecho de que ahora tenía la certeza de haber sido el juguetito sexual de Günther y ninguno pudo — o quiso — protegerlo. Demasiado cegados por su riqueza como para ver lo que realmente era. 

Dos polillas cegadas por la resplandecientes luz sin percatarse de que aquella luz no solo era capaz de dañarlos, también de matarlos.

Se pregunto si Katherina compartiría sus sentimientos de haber sobrevivido, lo cual era muy improbable, porque la bala le dio en un órgano vital, pero de haberlo hecho supuso que estaría igual o más enojada/decepcionada que él. Lo más probable es que hubiese quedado invalida, cuadripléjica tal vez, la imagino confinada a una silla de ruedas con sus ojos eternamente inundados en lagrimas por su vida robada, por su futuro destrozado. Esa visión seria castigo suficiente, ¿Qué era peor que una hija muerta y otro violado? Una eternamente discapacitada y otro traumatizado, por supuesto.

Aunque sonase mal, Aidan no iba a negar que la causaba cierta satisfacción pensar en sus padres cuidando por siempre de Katherina, sabiendo que de una u otra forma ellos le había arruinado la vida.

Sospecho que un par de sesiones de terapia después se arrepentiría por sus pensamientos y sentimientos, a lo mejor incluso no era necesaria la terapia, solo necesitaba calmarse, cuando los veía siempre terminaba pensando en todo el mal que le provocaron sus progenitores desde que fue consiente de si mismo por primera vez hasta la actualidad. Era algo que detestaba, pero aún no sabía cómo evitar. Ahora, siendo consiente de que había sido violado durante gran parte de su infancia miraba hacia atrás y se daba cuenta de lo obvio que resultaba todo.

Seguía teniendo baches en el camino de la memoria, pero la mayoría de ellos estaban rellenos o a medio llenar, los suficientes como para estar consiente de cosas de las que no deseaba estarlo. A su mente vino el recuerdo de cuando tenía 8 o 9 años, no lo sabía con exactitud, él y Haza estaban en el suelo de la sala, porque sentían mucho calor y el suelo era fresco, se quitaron la ropa y permanecieron en el frío suelo — un par de bolitas adorables de carne y grasa — bajo la vigilancia de Owen, quien — como siempre — hacia sonar el hilo y la aguja, mientras confeccionaba alguna prenda para sus traviesos y gorditos angelitos, usualmente usaría la maquina de coser, pero el sonido era aterrador para la bebé y Ada lloraba como si la estuvieran despellejando viva. Entre el tintineo de las agujas la diminuta niña encontró propicio el momento y decidió que la camisa que estaba tejiendo era demasiado simple, por ello opto por deleitar a su padre con sus dotes artísticas y ayudarle a decorarlo: en esa época aún no sabía caminar, lo que si sabía hacer era quitarse el pañal sucio y volearlo por los aires como si fuera una jabalina; curiosamente nunca se quitaba el pañal y lo lanzaba por los aires cuando estaba limpio, rara vez decidía quitárselo cuando tan solo estaba inundado en orina, pero era sin falta que se quitaba el pañal dejando al aire su gordo trasero cuando defecaba; Owen constantemente palpaba el pañal de la niña, buscando el arma que su hija tanto amaba usar contra él, pero hasta eso aprendió la avispada bebé y se aguantaba hasta que su padre estuviera ocupado.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora