Advertencia, a partir de este capítulo los consecuentes serán violentos y tratarán temas delicados, intente suavizarlos lo mejor posible pero para ser honesta no quiero censurar esta parte crucial de la historia, recomiendo encarecidamente que sí eres una persona sensible te saltes cualquier escena que te cause incomodidad. Seré honesta, últimamente no he estado bien, le he rogado a Dios su ayuda y sé que en algún momento veré su misericordia en su máximo esplendor. Ya la he visto en muchas ocasiones pero últimamente la necesito con mayor premura, así que tomé una decisión, confiar en Dios y trazar mis frustraciones, y angustias de una manera mucho más saludable que las de Aidan: escribir. Repito, serán capítulos donde se verá UML en su más horrendo, repulsivo y agonizante esplendor, sin embargo, por el bien de ustedes, mis sueños, mis obras de arte elimine/modifique algunas escenas para evitar mayor incomodidad, pese a ello sé con seguridad que gran parte de los capítulos que van a leer a partir de aquí será algo horrible. UML es prácticamente Sodoma y Gomorra con esteroides, me base en esas ciudades para crearlo, siempre fue mi objetivo crear una ciudad y un grupo de personas que hicieran parecer el infierno un paraíso, y creo que lo logré. Pero recuerden, sin importar los horrores del mundo terrenal, más allá del sol tu y yo tenemos un hogar en el que Dios está ansioso por llevarnos a gozar. Desaparecí por tantos días debido a que estuve modificando dichas partes de la historia, pero como mi objetivo es ser ingeniera Ambiental las voy a reciclar para una próxima historia titulada "¡Vivir como un rey!" la cual no sé dónde podré publicar porque quise mostrar en esa historia las bajezas más grandes que el hombre y la mujer pueden cometer, me siento mal y algo desanimada por esto, intente publicar los capítulos tal cual pero me llegaron advertencias, nunca en wattpad me habían censurado y me parece tonto que censuren mi historia (que sí, que las escenas eran pesadas) pero dejen intactas historias donde normalizan y romantizan las mismas cosas que yo escribo sin romantizar, porque a diferencia de esos otros escritos los míos están hechos para provocar asco, repulsión y tristeza, no para romantizar. Todos los capítulos que tengan un + en su título serán los de escenas explicitas.
Que Dios te bendiga.
No hubo psiquiátrico, ni antes ni ahora. Despertó en una habitación vacía, con nada más que una cama y un tragaluz que flotaba burlonamente en el techo sobre su cabeza, solo podía ver el cielo, el gris cielo, sin rastro del sol y en las noches las estrellas lo privaban de su luz. Por medio de una pequeña abertura, de no más de 10 centímetros de largo, una mano sin aparente dueño le dejaba una canasta con comida y bebida. El primer día golpeo la puerta, suplicando y rogando que lo dejasen salir, imploraba por ver a su tía Alma. No hubo respuesta, ni el primer día, ni el día después de ese, ni el después de ese otro. No comía, tampoco bebía, solo se la pasaba acostado en la cama, observando con añoranza el tragaluz.
A veces fantaseaba con volverse un pájaro y salir volando, huir por el tragaluz, volver a casa, pero el problema es que ya no sabía dónde estaba su casa. Pasaba sus días recostado en la cama, mirando por horas y horas a la pequeña ventana que se había vuelto su única esperanza de algún día volver a obtener su tan ansiada libertad, no había mucho con que entretenerse en aquella habitación tan pequeña, solo estaba una cama adherida a la pared, un colchón, una almohada, una manta y un poster gigante que simulaba ser una ventana, al despertar el primer día creyó que era real y se dio un placentero golpe cuando se estampo contra la ventana en un patético intento de huir. Pasaba las interminables horas observando el tragaluz y cuando se aburría miraba el poster, y cuando se aburría de mirar el poster miraba el tragaluz.
235 hojas contenía el árbol impreso en el afiche, pudo contar 1725 flores en el campo detrás del árbol y la madera del pórtico contenía 15 clavos, el edredón tejido a mano tenía 44 estrellas amarillas, 34 azules y 11 rojas. El doctor Stilinski le dijo una vez que las ratas en el laboratorio cuando estaban en absoluto aislamiento se daban choques eléctricos contra la jaulilla con tal de tener algo que hacer, Aidan comenzaba a desear tener algo que hacer, pero como no estaba en una jaula que daba descargas eléctricas debía conformarse con rasgar su piel y pellizcarse, pero maldita sea, sus uñas estaban tan cortas que a penas y sí podía causarse un pequeñísimo rasguño. Dormía, dormía mucho, aunque en realidad pasaba las horas con los ojos cerrados, viajando con su imaginación a tan anhelada libertad hasta que la falta de comida lo hacía sucumbir. Aidan se removió en la cama, sentía cálidas manos tocando su cabello.
— Mamá — susurro entre sueños.
— Te equivocas, pequeño — se despertó de un salto al escuchar una cantarina voz en su oído.
Se acurruco contra la esquina de la cama, observando la inmensidad de la oscuridad frente a él, una tenue luz se colaba por el tragaluz, podía ver lo que parecía ser una silueta de mujer, sin embargo su rostro se mantenía oculto entre la penumbra.
— ¿Quién eres?
Escucho un suspiro tan suave que fácilmente pudo ser el viento, tras ello un chasquido de dedos. La luz lo cegó por un momento y pasaron varios segundos hasta que pudo ver algo más de manchas borrosas de colores. Frente a él se alzaba una majestuosa criatura que lo miraba con ternura, la mujer estaba parada frente a la puerta abierta de su prisión, varios hombres uniformados la miraban esperando cualquier indicación, no fueron necesarias las palabras, tan solo un ligero movimiento de sus dedos y los uniformados cerraron la puerta que chirrío al volver a colocarse el seguro.
— Dulce niño — su voz era sedosa, casi seductora, con un timbre cantarín y enigmático oculto tras cada palabra —, estoy tan feliz de que por fin estés aquí, no tiene idea de lo mucho que te estábamos esperando — su sonrisa era radiante, como la luna iluminando la noche oscura del firmamento, era casi como la sonrisa de un ángel, no, la de un ángel no, era más parecida a algo, a alguien que Aidan vio alguna vez —, así que los rumores son ciertos y eres poseedor de una belleza exquisita — la mujer le sonrío con calidez, su mirada era dulce y su sonrisa tan radiante como la de...—, eres en muchacho más bello que he visto en mucho tiempo — ella se movía con la gracia de las olas del mar, tan delicada que daba miedo solo mirarla —, mi nombre es Willa y estarás a mi cargo por el próximo medio año — ella extendió su delicada mano, ofreciendo lo que Aidan supuso era un amigable apretón de manos —, ciertamente tengo muchas esperanzas puestas en ti — bajo la mano cuando Aidan no la tomó, pero su sonrisa no titubeo —, verás que nos llevaremos de maravilla si haces las cosas bien.
— ¿Hacer las cosas bien? — dio un trago amargo de saliva, todo su frágil cuervo temblaba como un pilar a punto de desquebrajarse, demasiado agrietado como para mantenerse erguido — ¿Y qué es "hacer las cosas bien"? ¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí? ¿Dónde está mi tía Alma? — Willa bajo momentáneamente la cabeza, no por vergüenza ni mucho menos, solo para ocultar la estridente carcajada que amenazaba altivamente con abandonar sus labios.
Siempre tuvo una gran intriga por conocer al misterioso chiquillo que le robo tan despiadadamente el corazón a su sobrino, si bien era hermoso como solo un efebo podía serlo Willa no entendía el por qué tanto alboroto, aunque no iba a negar que la redondez de sus mejillas se le hacía tanto familiar como tentadora.
— Como ya te he dicho, mi nombre es Willa — ella comenzó a caminar por la habitación, se sentó con la gracia de una reina al borde de la cama, con su larga melena rojiza serpenteando grácilmente por sus brazos y espalda, una cascada de fuego que abrazaba seductoramente su cuerpo, sus ojos brillaban con un azul tan oscuro como las profundidades infernales del océano —, supongo que tu amado no te hablo mucho de mí, no me sorprende, para ser honesta a veces desearía no ser parte de esta familia.
— ¿Amado? — sonrisa radiante, ojos de un azul oscuro y un rostro tan hermoso que podía resultar doloroso mirarlo —. Günther...— Willa levanto las manos como una esfinge que lo había retado a resolver un acertijo que ni los más sabios hubieran podido resolver.
— Mi sobrino siempre ha sido un romántico empedernido, me complace saber que esta vez tenía motivos para serlo — cruzó sus manos sobre el regazo, balanceándose juguetonamente mientras su oscura mirada lo recorría de pies a cabeza, quería apartar la vista, le incomodaba verla, pero resultaba tan singular, tan hermosa y perfecta que apartar la mirada le parecía una tontería, ¿Y si jamás volvía a ver ese rostro majestuoso en su vida? Quería verlo todo, descubrir todos sus gestos, cada uno de ellos, empaparse de su aroma tan indescriptible como indescifrable. No entendía la razón de su sentir, pero no podía dejar de verla, de ver esa obra de arte tan extraña, tan hermosa como intuía que podía llegar a ser repugnante —. Ahora veo que no tenía motivos para no serlo — lo miro a los ojos y su rostro se ilumino de una forma tan majestuosa como si su piel estuviese hecha de oro, sus dientes de perlas y sus ojos fueran un par de oscuros zafiros —, eres una belleza, un deleite a la vista y...— rosó con su suave dedo la mejilla de él, una caricia suave de una pluma tan rápida que ni siquiera tuvo tiempo de apartarse — al tacto — observo con atención el dedo con que el que lo toco, como si buscara algo, un fragmento de su alma, sangre o lágrimas.
Volvió a tragar saliva, tratando de controlar el temblor que lo colmaba. Ahora todo tenía sentido: los hombres uniformados, el secuestro; fue tan tonto por pensar que Günther algún día lo dejaría en paz, los primeros meses tras el ataque estuvo paranoico, seguro de que él volvería a buscarlo y llevarlo consigo o a terminar el trabajo, y matarlo, pero creyó, tras meses sin señal alguna de que él volvería que todo estaría bien y que mágicamente con solo violarlo el apetito voraz de Günther por él quedo saciado.
— ¿Günther...hizo esto? — Willa negó.
— Él no lo sabe — se levantó y se paseó altivamente por la minúscula habitación, su vestido que hacía juego con la oscuridad de sus ojos ondeo encantadoramente por el escaso viento que proporcionaba la rejilla en la puerta —, al menos no por ahora.
— ¿Entonces? ¿Qué hago aquí?
— Eres un regalo — la sonrisa de Willa se ensancho —, un magnifico regalo, un presente de los dioses para complacer a nuestro amado heredero.
No se le ocurría peor destino que estar ligado a Günther el resto de su vida. Lo amaba, lo amaba por todas las cosas buenas que hizo por él, por su familia pero lo odiaba casi con la misma intensidad por haberlo roto de tantas maneras posibles y regresar por los trozos en busca de causarle más daño.
— No...no soy un objeto que se pueda vender o ceder, ¡Soy una persona! — ¿Por qué nadie más parecía notarlo? ¿Por qué todos al mirarlo no veían más que un objeto que poseer y romper? Era una persona, un ser vivo y razonable, sentía si le pegaban, lloraba si lo insultaban, sonreía si lo abrazaban. Estaba vivo, pero al parecer él era el único que se daba cuenta de ello.
— Y por eso es que se te ha concedido el honor de complacerlo, tanto en el lecho como — Willa se llevó la mano al pecho, golpeteándose juguetonamente la parte de arriba de su seno — en el corazón.
No. No. No. No podía haber peor destino que ese. Se cubrió los oídos, harto de escuchar, sabía que Günther lo iba a destrozar, lo sometería de mil formas, lo humillaría de trillones más y al final ni siquiera en la muerte podría hallar paz.
— Jamás, ¡Preferiría morir antes de estar con mi abusador!
ESTÁS LEYENDO
Era De Noche (Novela Cristiana)
Mystery / ThrillerEsta es la historia de un chico, quizás haya una chica involucrada o quizás otro chico este involucrado en esta historia, pero no será como ustedes piensan o desean, porque no, esto no es una historia de amor. Esta es la historia de un chico cuyo co...