37. El hombre galleta.

12 6 0
                                    


Encerrada en el claustrofóbico baño Roxelana se sentó sobre la tapa del inodoro. Su vestido roto apenas la dejaba respirar, los alfileres se clavaban en su piel como aguijones de abeja, atravesando hilo, tela y carne por igual. En su regazo, un plato de galletas y un vaso de leche se mecían dubitativamente mientras sus temblorosos dedos se decidían cuál comer primero. Sus largas uñas acrílicas rozaron la capa de crema de cada galleta, raspando con sus cuchillas acrílicas el epidermis de esos redondos cuerpos elipsoides rociados por crema y trocitos de maní. Sostuvo una de las galletas en sus manos, entre su dedo pulgar y el índice, sus uñas de vibrantes colores clavadas en los bordes como las garras de un águila sujetando a su presa, desgarrando los extremos del crujiente cuerpo permitiendo que el relleno de crema se deslizara entre su dedos, blanco y pegajoso, algo grumoso, llevando trozos de crema, maní y migajas por igual, en un río amorfo de yogurt y algo más. Se deslizo en lineá recta, con un paso tímido pero constante, no fue hasta que llego a  su codo que decidió saltar, explotando en cientos de partículas contra el suelo inmaculado de azulejos — ¿Qué clase de demente ponía azulejos en el baño? Un lugar famosamente conocido por estar mojado, de por si los azulejos eran resbaladizos, con los pies mojados se deslizaría, perdería el equilibrio y su cuello se rompería sobre la tapa del baño, desangrándose al lado del bote de basura y debajo del lavamanos. Que forma tan vergonzosa de morir, pensó mientras observaba las gotas cremosas caer sobre el resbaladizo suelo —. Dejo que sus dedos se impregnaran con el liquido blanco del interior, los trocitos de maní le hicieron cosquillas en las yemas de los dedos mientras jugaba con el glaseado grumoso.

La sensación le resulto familiar, demasiado. La crema viscosa del interior de las galletas deslizándose entre sus dedos le recordó a Roxelana la infinidad de veces en las que la semilla caliente de Tony se deslizo de las comisuras de su boca, por su cuello y pechos, a veces por sus manos — Anthony tenía la manía de ser muy explosivo y nunca era capaz de eyacular de manera ordenada o al menos en un chorro corto, y certero como en las películas porno, usualmente Roxelana terminaba hasta con las pestañas llenas de semen — como ríos de oro blanco — amarillento, en realidad — cálido y viscoso. Los dedos anular y pulgar de su mano izquierda se unieron a la derecha para despedazar la galleta, y lentamente los separo en un crujido de migas rompiéndose, coloco los pedazos a contra luz, como si buscara algún alfiler o rastro de laxante entre los ingredientes de la galleta, no vio nada, abrió la boca y bebió del viscoso glaseado, su lengua explorando el interior hueco de las galletas, acaparando cada parte de las mismas, buscando más de aquél glaseado grumoso.

Tomó ambas mitades de la galleta y las engullo de un solo bocado, ni siquiera las mastico, su saliva aprisiono las mitades aflojando las capas restantes de yogurt que las mantenía unidas y se desquebrajaron al interior de su boca, cediendo en su garganta y bajando por su cuello. Sentía los pedazos duros de la galleta — aún luchando contra la saliva — aferrándose a su garganta, filosos pedazos que hicieron sus ojos llenarse de lagrimas mientras se golpeaba el pecho para poder tragarlas.

Tosió levemente y finalmente sintió como los pedazos restantes sucumbían ante la saliva bajando pesadamente por su garganta. Tomó otra galleta y la partió por la mitad, bebiendo el liquido blanquecino grumoso de su interior, luego engullo ambas mitades. Tomó una tercera galleta, sus dientes se clavaron mortalmente en medio de ella desgarrando las líneas de yogurt que como venas y músculos mantenían unidos el crujiente cuerpo marrón. Separo las mitades del crepitante cuerpo amarillo, dejando los órganos de yogurt y crema cayeran directo a su boca.

Mientras su lengua sorbía cada parte del glaseado tomo una más, aquella amorfa figura se deshizo en sus dedos, quedando las partes rotas en las palmas de sus manos y en el suelo, se inclino y lamio los trozos en sus manos, sintió un cosquilleo en el estomago cuando su lengua dejo un rastro de saliva entre los pliegues membranosos de sus dedos. Cada galleta llevaba a su boca crujía en un grito frágil con cada mordisco que destrozaba el cuerpo cálido y suave al mismo tiempo que la masa dulce, y exquisita se deshacía en su boca, mezclándose con el lápiz labial rojo que manchaba cada mordisco. Las nueces se fundían con el color carmesí, creando una mezcla peculiar que se deslizaba por su lengua. Tomo aire con la misma desesperación de alguien al borde de la asfixia, la lengua se deslizó sobre el lápiz labial, recolectando su sabor. No era agradable, tenía un sabor ceroso y artificial que se pegaba al paladar. A pesar de su color vibrante, el sabor era plano, casi desagradable, sus uñas empalaron dos galletas mas, rellenas de yogur, glaseado y crema. La textura crujiente de las galletas contrastaba con la suavidad del lápiz labial, creando una sensación extraña en la boca, el yogur tenía un sabor ligeramente ácido que se mezclaba con el dulzor del glaseado y la crema, un contraste tanto repulsivo como adictivo con el sabor desagradable del lápiz labial.

Era De Noche (Novela Cristiana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora