Capítulo 42. |Por encima de todo.

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Leah.

Cierro la puerta a mi espalda y me acoro en ella intentando normalizar mi respiración.

¿Qué se supone que acababa de hacer?

—¿Ese era el McLaren de Aaron que estaba estacionado fuera?

Salto del susto cuando Lexie atraviesa el living y me ve pegada a la puerta principal como una sospechosa.

Me aliso el vestido y aprieto las piernas recordando que no tengo las bragas y me peino un tanto el cabello.

—Eh...sí.—Respondo en un grito ahogado.

Ella se para frente a mí y me mira curiosa, se ríe y pasa su mano por mi mejilla en donde me muestra el dedo pintado de labial rojo.

—¿Estuvo bueno, eh?

Ruedo los ojos porque ella estalla en carcajadas y yo termino de entrar al living sintiendo sus pasos detrás de mí.

—Dime que arreglaron la cosas, por favor, dime que le contaste que va a tener un hijo.—Me insiste sentándose a mi lado.

—Ni una, ni la otra.

Ella me mira sin entender.

—¿Entonces tuvieron sexo y no hubo reconciliación? Porque déjame decirte que ese auto se sacudió a lo tremendo.

La miro mal.

—Como siempre espiando por las ventanas, hermanita.

Ella se cruza de brazos.

—¿Qué pasó, Leah? Soy tu hermana, quiero saber los detalles.

Conociendo a Lexie no se me despegará del lado hasta que le cuente lo que quiere, es una chismosa, siempre ha sido así, pero la verdad es que no hay mejor persona con la que podría desahogarme que con ella.

—El plan era seducirlo hasta dejarlo totalmente caliente, pero al final el estafador resultó estafado y no pude evitar dejar que me hiciera el amor allí.

Ella me mira con ternura.

—Ay mi pequeña e ingenua Lee, sabes que ni tú ni él pueden jugar a ese juego porque ambos resultarán perdiendo.

Suspiro dándole la razón.

—Lo sé, no puedo negarme a estar entre sus brazos Lex, estoy tan enamorada de ese hombre que me está doliendo cada puto segundo lejos de él.—Le digo con tristeza.—Anoche fui a buscar las últimas cosas que me faltaban, y allí estaba Sydney, en el departamento, con una copa de vino muy relajada en mi sofá la perra esa.

—¿Qué? ¿Qué hacía allí?—Me pregunta de la misma manera.

—Según ella fue a disculparse por lo mal intencionada que fue cuando le di el jalón de cabellos en la empresa, pero no le creo nada Lexie, esa mustia solo busca excusas para meterse donde sea que Aaron se encuentre. No sabes la rabia que sentí al verla, se está quedando con lo que yo más quiero y la estoy detestando como nunca a nadie.

—Estoy segura que es ella la que anda pisándole los talones a Aaron, y él es un idiota que no sabe rechazarla.

Suspiro, la verdad es que estoy muy agotada.

—¿Qué haces tu aquí, por cierto?

—Vine a pasar tiempo contigo así que me quedaré esta noche en casa, y que maravilla que lo hice, así no me perdía el espectáculo desde el balcón de mi habitación.

La golpeo y ella suelta la risa.

Subimos a mi habitación y me di un baño que era más que merecido, tenía los fluidos míos con los de Aaron por toda mi intimidad y es un tonto como se quedó con aquellas bragas y no me las devolvió.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora