Mi Liberación #3

Capítulo 52. |La condición.

Leah.

—No reacciona.—Escucho a mi tía Tania decir.

—¿Qué carajos fue lo qué pasó? ¿Le hiciste algo a mi sobrina?—Ahora a mi tío Louis.

—No, ella solo se desmayó en cuanto me vio.—Ahora la voz de Aaron.—Leah, Chaparra, por favor reacciona.

No, no, es que esa voz no puede ser real.

—Leah, vamos, por favor.—Ahora es Alexander y siento que me pone algo debajo de la nariz.

Inmediatamente abro los ojos y lo busco a él para asesorarme que no fue un fantasma o alguna alteración de la vision, y lo encuentro justamente delante de mí con esos ojos grises inyectados en preocupación, que se suavizan en cuanto abro los ojos.

No, no, él no puede estar aquí.

Me alejo rápidamente de sus manos y me hago un ovillo en la cama.

—¡Vete, vete, no quiero verte! ¡Lárgate de aquí!

Aaron se espanta tal que se echa hacia atrás con cara de preocupación.

—Leah, escúchame...

—¡No, no, vete!—Le digo y me cubro los ojos.—¡No quiero verte, eres un infiel traidor!

—Principessa, cálmate por favor.—Me dice mi tío.

—Leah, Aaron ha venido a explicarte todo y tienes que escucharlo.—Me dice Alexander.

Niego con la cabeza y me quito las manos del rostro para mirarlo.

—¿Tú lo sabías?—Le pregunto sorprendida. Volteo de igual manera a ver a mi tía.—Tú también.—Afirmo.—¿Cómo es posible que se hayan unido a él después de lo que me hizo?

—Leah, cariño, todo tiene una explicación, lo hemos hecho por ti, por tu bien, para que sepas la verdad.—Dice mi tía con inquietud.

—Díganle que se vaya, no quiero verlo, no quiero escucharlo.—Le doy la espalda.

—Leah...

—¡Que te vayas!

Un silencio se forma en la habitación y siento como la respiración se me agita. Ese es el problema, que Aaron en vez de hacerme bien me pone aún peor.

—Salgan todos un momento, por favor.—Les dice Alexander.

—Pero...—Intenta intervenir Aaron.

—Háganme caso.

Los escucho suspirar a todos y luego veo como salen de la habitación dejándome a solas con Alex. Me hago más pequeña en la cama y mi mirada se pierde en algún punto, cuando siento como la cama se mueve cuando Alexander se sienta en ella y se acerca a mí.

—Leah, vamos, mírame.

Aunque no tenía deseos de hacerle caso, no quería ser grosera con Alexander que ha sido tan bueno conmigo. Así que despacio volteo a verlo. Me siento mejor en la cama con mis piernas dobladas y él me acaricia el rostro.

—Tú lo sabías, sabías que él estaba aquí y armaste un complot en mi contra.—Le digo con tristeza.

—No, Leah, no es ningún complot en tu contra, pero era necesario...Aaron vino por ti, pero más importante, vino porque tiene algo muy importante que decirte y qué demostrarte.

Bufo molesta.

—Por favor, ya se dejaron envolver con sus mentiras.

—Trae pruebas, y no voy a darte detalles porque lo vas a escuchar de su boca.—Dice firmemente.