Capítulo 23. |Más que la piel.

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Hailey.

Cerrarle la puerta en la cara fue un acto de inmadurez y de rabia al mismo tiempo. Estaba cegada, llena de resentimiento y dolor porque el hombre del que me había enamorado no se había olvidado de mí mejor amiga.

La lluvia cae a cántaros y la escucho golpear la puerta gritándome con desesperación.

—¡Eres una terca Hailey Adams, no creas que vas a librarte de mí!—Golpeó la puerta fuertemente.—¡Eres una tonta y me estás lastimando! ¡No voy a perdonarte esto! ¿Me escuchas? ¡No voy a perdonarte que dejaras de luchar por nosotras! ¡No lo haré!

Cierro los ojos con fuerza y las lágrimas caen sin parar una detrás de la otra. Intento hacerme la fuerte, porque conociéndome le abriré la puerta y la abrazaré tan fuerte pidiéndole perdón por todo esto, pero no, yo no le he hecho nada, al contrario, ella me lo ha quitado todo.

Dejo de escucharla y me asomo a la ventana para verla irse. Me empiezo a preocupar de inmediato. Está muy oscuro y la lluvia no para, Leah se ha ido sola y todo porque no dejé que entrara. No quiero que me vea débil, y por eso lo he hecho, pero ahora me siento muy mal.

Subo a mi habitación con algo de impaciencia y me detengo a pensar en los peligros que hay a estas horas de la noche. Analizo que no llegó en su auto ya que no lo vi estacionado y la vi marcharse caminando, tampoco llamó un taxi y supongo va a la estación de autobuses. Trago fuerte. Es peligroso eso allí a estas horas y más como está el clima.

Tú no eres así, Hailey. Ella es tu mejor amiga, a pesar de lo dolida que estés.

Corrí hacia mi armario y busqué una chaqueta colocándomela encima y tomando las llaves de mi auto. Debo buscarla, después será peor el sentimiento si algo malo le pasa por mi culpa.

Entro al garaje y enciendo el auto saliendo de la casa. No debe ir muy lejos, a menos de que haya encontrado la forma de irse a su casa. La lluvia golpea fuertemente el auto impidiéndome ver de manera clara el camino, me empiezo a desesperar, y me doy cuenta lo burra que fui al dejarla irse así, puede agarrar una pulmonía.

Actuar con ella de esta manera ha sido la cosa más dura que he tenido que enfrentar y ahora me doy cuenta que mi dolor no es tanto por el hecho de que Alexander siempre la amó, sino porque ella es tan importante para mí que perderla a ella me duele más que perderlo a él.

Leah fue un ángel en mi vida. Yo nunca fui de tener amigas, y encontrarla a ella y hacer conexión tan rápido, compartir los mismos sueños y los mismos anhelos me hizo sentir que había encontrado a la mejor amiga que siempre quise tener. Amo a Alexander como no podría explicarlo nunca en palabras, y perderlos a los dos al mismo tiempo ha sido todo un infierno.

Todos conocían el amor que él sentía por ella, y no sé explicar el día ni la hora en que lo empecé a ver diferente sabiendo que no me convenía. Me dolía ver que todos los chicos de los que empezaba a sentir algo tenían algún sentimiento por Leah, era como si la vida se empeñara en decirme que estaba jodida. Verlos besándose fue la gota que derramó el vaso, entendía que Alexander no la había olvidado, y que todo lo que vivimos en este poco tiempo no había servido para que se diera una nueva oportunidad.

El corazón me ardía de dolor, y quería convertirme en alguien tan cruel que pudiera lastimar a todos aquellos que lo han hecho conmigo, pero me doy cuenta que no puedo, no con Leah, si algo malo le pasa no me lo perdonaré nunca.

Al no poder ver bien la carretera un auto se me atraviesa haciendo que frene de golpe. Respiro con fuerza y salgo del auto a pesar de la lluvia para asegurarme que la persona está bien.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora