Capítulo 61. |Mi pequeña Allison.

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Rick.

La cueva estaba más fría de lo normal el día de hoy, y el llanto de la escuincle de la hija de Aaron Walter me tenía al borde del colapso.

Robarme a esta bastarda no estaba en mis planes desde un principio, pero no podía desaprovechar la oportunidad cuando se me presentó. La muy tonta de la madre de Leah la descuidó dos segundos, en los cuales fui tan rápido para llevármela de allí.

Sin dejar rastros.

Era más que cierto y evidente que ella era la debilidad de los dos, y que al hacerlo iban a perder la cordura aún más. Iba a cobrármelas con la bebé bastarda, iba a hacerles saber a Leah y a Aaron que puedo ser aún más cruel de lo que ellos se imaginan.

Recuerdo que cruzamos el río en aquel bote y la muy fastidiosa seguía llorando, no dudo que sea igual de insolente que la madre, pero eso no lo van a llegar a saber porque voy a terminar con ella antes de que piense que puede crecer algún día.

Por más que buscaba la forma no se callaba, y resultaba que el clima estaba bastante húmedo el día de hoy, así que tenía que abrigarla bien si no quería que se muriera antes de tiempo. Supongo que apenas tiene unos dos meses de nacida, si resiste al calvario que le espera es porque lleva en su sangre la fuerza del imbécil de su padre.

Me los imagino a todos corriendo de un lado para el otro intentando dar con su paradero. Sé perfectamente que saben que he sido yo quien me la he robado, y aunque han invadido el bosque muchísimas veces intentando encontrarme, no lo harán, porque estoy en lo más profundo, en donde ni siquiera ellos sabrían llegar.

Por culpa de ellos fui a parar a la cárcel, y por su culpa soy un maldito prófugo que no puede vivir en paz, que tiene que escabullirse entre lo más profundo de un bosque para no ser encontrado, y si nada de todo lo que antes he hecho ha funcionado, esta vez tengo a la pieza más importante en mis manos.

La hija del Halcón Mayor.

Siempre supe a lo que Aaron y Alexander se dedicaban, eso no era un secreto para mí, eran dos pandilleros miserables que dedicaban su tiempo a matar por placer, y no sé porqué oculté todo eso por todos estos años, quizás porque luego me serviría de algo, pero no fue así. Todos estos años quisieron aparentar lo que no eran, y no podía creerme que a pesar de su enemistad compartieran tantas cosas en común.

El hijueputa problema es que siempre logran salir victoriosos. No puedo creer como lograron que Alexander saliera de la cárcel, a estas alturas no he sabido con qué clase de pruebas lograron su libertad. Pensé que podía librarme de él, y con la ayuda de Miller se le pagó a varios presos para que lo eliminaran allí dentro, pero el malnacido salió ileso de todos los ataques.

Estaba harto, necesitaba matarlos a todos, si acababa con cada uno de ellos me valía mierda si la policía me volvía a encerrar en una celda lo que me queda de vida, lo haría bastante complacido de haberlos mandado al mismo infierno.

Mi objetivo principal era Arthur y Alexander, pero sabía que dañando a Leah y a Aaron lograría derribarlos para luego terminar con ellos. La pequeña bastarda era también importante y especial para todos ellos, así que teniéndola en mi poder podía lograr que sus padres adorados me den la cara y terminar con los tres de una buena vez y por todas.

Miro a la niña que no deja de llorar.

—Me recuerdas a Allison, la única hija que tuve y que perdí por culpa de ese maldito animal de Harry Wagner. Al fin está cien metros bajo tierra pagando por ello.

Miller intentó darme la espalda cuando la zorra de Leah lo visitó a la cárcel convenciéndolo de que yo tenía la culpa de que Aaron hubiera matado a Kelly, así que tuve que ingeniármelas para convencerlo de lo contrario, así que sigue siendo mi aliado el muy imbécil, y fue una sorpresa para mí cuando me confesó que sabía el nombre de la persona que fue responsable del suicidio de mi hija.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora