Capítulo 54. |Último chance.

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Vanessa.

Estaba a punto de perder la paciencia conmigo misma, y todo por culpa de la maldita de Leah Jenner, una vez más.

Es qué cómo es posible que ella vuelva a entrometerse en mi vida después de tanto tiempo, y ahora frenándome las cosas con Drew. Si ella no hubiera aparecido ese día en el bar, Drew seguiría creyendo mi mentira y lo tendría comiendo de mi mano, pero no, la perfecta Leah Jenner siempre tiene que meter sus narices donde nadie la ha llamado.

Y aunque ya estaba amenazada de muerte, yo no podía quedarme de brazos cruzados. Aaron vive amenazándome, pero nunca hace realidad aquello, así que esta vez intentaré ser más discreta y nadie podrá acusarme de nada, pero no puedo quedarme así porque la desesperación me hará perder la cabeza.

Así que escuché por ahí que una tal Sydney Cohen babeaba por Aaron Walter, y que se inventaba mentiras y estrategias para separarlos, cosa que suponen todos que logró porque Leah se fue del país hace días, creyendo que había sido un éxito, pero al parecer volvió hace poco.

Su casa era una sensación, de esas que parecen hotel con todo incluido. Si por fuera era así, por dentro quedaría estupefacta.

Tomo la valentía que me caracteriza y presiono el timbre de la casa, a los segundos una muchacha que supongo es la de servicio me abre.

—Buen día señorita. ¿Qué se le ofrece?

Me acomodo la falda porque me empiezo a sentir fuera de lugar en esta mansión con mi ropa de teibolera.

—Vengo a ver a Sydney Cohen.

Ella me mira de arriba abajo analizando mi vestimenta. Es como si se diera cuenta que no era una de esas amigas que quizás acostumbra a tener esta niña.

Se aclara la garganta.

—Espere en el living y yo le avisaré a la señorita Sydney.

Asiento y ella me permite entrar.

Me hago paso sola por todo el espacio que tengo delante de mí y observo todo a mi alrededor. Todo lo que se puede ver es de lujo y supongo que carísimo, se ve que esta niña se baña en dinero. Veo fotos y cuadros por todas las esquinas y un retrato en una de las repisas llama mi atención. Es una chica rubia de ojos azules con un señor igual de guapo, que supongo esa es ella y ese su padre.

Escucho unos pasos bajar las escaleras de cristal que tiene el living atravesado y dejo el retrato y poso la mirada en quien baja.

Sí, una mujer muy fina y guapa.

Me mira con el ceño fruncido, es lógico, no sabe quién soy.

—Buen día.—Dice con algo de desconfianza y me mira de forma indiscreta la ropa.—Mi empleada me dijo que deseaba verme. No creo que yo la conozca. ¿Quién es usted?

Intento no dejarme impresionar por su nivel, su vestido caro, sus joyas caras, su perfil de gente cara, y me concentro.

—No, usted no me conoce a mí señorita, pero yo a usted sí, y lo que he venido a proponerle le va a interesar mucho.

Ella frunce el ceño inmediatamente pero me invita a sentarme con la mano en el sofá, así que lo hago. Me siento un poco intimidada, no lo puedo negar, pero no puedo echarme para atrás ahora que estoy aquí.

—No entiendo que podrías ofrecerme, no te conozco, y tampoco sé cómo me conoces. No recuerdo haberte visto antes en ningún...lado.—Dice volviendo a mirarme de manera juzgadora.

Ya veo que esta niña rica es de esas que ven a otros menos que ellos.

Me aclaro la garganta.

—Fui amante de Aaron Walter hace un tiempo atrás, y sé que usted se muere por él ahora.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora