20 "Fin de semana II"

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Andrea

Estoy haciendo el desayuno para mi novia, con mi normal desayuno español, para las dos horas ya me está pidiendo que comamos algo, que normalmente consiste en café y un pan con jamón serrano o algún bollo dulce. Así que en este momento le hago una tortilla española, zumo de naranja, café y un poco de fruta, le gusta algo dulce cuando termina de comer.

-¿Qué estás haciendo pequeña? - escucho la voz de mi abuela, detrás de mí.

-Le preparo el desayuno a mi novia - le dije sin girarme.

-Muy bien hija, el primer paso para enamorar es por el estómago - me causó gracia su comentario - el segundo son los detalles - sigue así y muy pronto tendremos boda.

-Abuelita, es que simplemente ella se merece estos detalles, es muy atenta conmigo, me escucha sin juzgarme, se ha vuelto en mi paz - suspiré - y en mi complemento - terminé de decirle con una gran sonrisa.

-Así espero que sigan pequeña, y el día que lleguen a pelear - la miré frunciendo mis cejas - ninguna pareja esta libre hija - me dio unas palmadas en el moflete - nunca se vayan a dormir sin resolver el conflicto, no se falten al respeto y siempre conversen de todo y nada - terminó de aconsejarme y me dio un beso en la frente.

-Gracias abuelita, me hace muy feliz lo que me dices y más que la aceptas como mi novia, y si el futuro así lo quiere, mi futura esposa y madre de mis hijos.

-El futuro lo querrá si usted señorita, lucha cada día por ese amor, no dejes nada sin hacer la lucha - me dijo haciendo pequeños toques a mi pecho con su dedo índice - y te digo todo esto porque se nota lo enamorada que están la una de la otra.

Solo sonreí y abracé a mi abuelita en agradecimiento de sus palabras, unas lágrimas escurrían por mis mejillas por la felicidad, nunca me había sentido así de bien y segura por mi pareja.

Serví todo y coloqué en una bandeja el desayuno de mi novia. Subí a nuestra recamara, para despertarla con el desayuno en cama. Cuando entré, estaba estirándose y al escuchar la puerta cerrarse se giró a verme, con esos ojos tan bellos y que brillan solo para mí.

-Buenos días, mi bella princesa - me acerqué con la bandeja, dejándola en la mesita de noche a un costado de ella.

-Buenos días, bonita - me dijo bostezando, haciéndome sonreír - huele delicioso.

-Te traigo el desayuno amor - me incliné para besarla.

-¿Ya desayunaste? - se sentó en la cama con su mirada preocupada.

-No mi amor, aún no desayuno.

-Deja voy a cepillarme y desayunamos - se levantó y fue al baño.

Regresó rápido y se sentó en la cama en forma de indio, invitándome a sentarme a un costado de ella, primero le coloqué la charola enfrente de ella, y después me senté a su lado muy despacio para no tirar nada.

-Buen provecho, mi princesa - le dije destapando su desayuno.

-Todo se mira muy rico mi amor - me dio un beso húmedo en los labios - desayuna conmigo bebé.

Desayunamos muy tranquilas, me gusta verla disfrutar lo que le preparo, su carita tan hermosa al hacer gestos de deleite. Le robo varios picos, y me corresponde muy gustosa.

La puerta fue abierta muy repentinamente, por lo que me asuste y casi tiro el jugo.

-Vengo por ustedes, vamos a la playa - nos dijo mi hermana.

-¡Joder! Ximena - le dije enojada - por tu culpa iba a tirar las cosas.

-Con esa boquita besas a mi cuñada, vete a lavar - me contestó riñéndome.

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