Andrea
Estoy exhausta por estar revisando los reportes contables desde la mañana, si no hubiera desayunado con mi novia en la mañana, en este momento no tendría otra cosa en mi estómago, más que café.
-Disculpe jefa - entró mi asistente - afuera hay una señorita que quiere pasar y hablar con usted.
-En este momento no puedo atenderla, agenda una cita para otro día, pero hoy no la atenderé.
-Lo que usted diga - dicho esto salió de la oficina.
Estoy tan agotada que me recargué sobre mi silla, cerrando mis ojos y frotándome la cien. Escuché un ruido en la puerta, sin abrir mis ojos.
-Lucía dile que no la atenderé.
-¿Ni siquiera atenderá a su novia señorita Carrasco? - esa voz que tanto me encanta, abrí los ojos.
Una belleza de cabello castaño y ojos azules viene caminando hacía mí, trae puesto una blusa rosa palo y una falda ceñida a su cuerpo color salmón, tiene un toque de dulzura y sensualidad a la vez.
-Mi amor, pero que sorpresa - estoy emocionada de mirarla.
-Vengo a robarme a mi novia para ir a comer - se recargó en mi escritorio entre mis piernas.
Me levanté y la tomé por la cintura, haciéndola sentarse en mi escritorio.
-Señorita García, está bellísima, es la combinación perfecta de dulzura y sensualidad, ¿todo esto que miro es mío? - recorrí con mi mirada desde sus pies con unos tacones combinados a su blusa, deteniéndome en sus labios carnosos.
-Nada de lo que miras es tuyo - se mordió el labio inferior.
-¿Qué tal esto? - acaricie suavemente sus piernas.
-No - negó con su cabeza mordiéndose el labio, mi corazón estaba acelerado como si acabara de correr.
-¿Esto? - volví a cuestionarla levantando suavemente su falda y rozando sus muslos.
-Tampoco - me sonrío muy pícara, con esa mirada dulce.
-¿Aquí? - acaricié la parte interna de sus muslos.
-Lo dudo - me susurró al oído.
-¿Qué tal aquí? - metí mi pulgar entre sus bragas, acaricié su clítoris, sintiendo su húmeda.
- No - me dijo ahogando un gemido.
-Entonces me rindo - saqué mi pulgar y lo saboreé, arqueando mi ceja.
-Devuelve esa mano donde estaba - sus mejillas estaban muy coloradas - y termina lo que estabas haciendo - me miró como una fiera.
-No me pertenece y por tal motivo no puedo continuar - intente hacer una cara inocente.
-Amor, por favor, no me hagas rogarte - me tomó de la blusa y me besó muy ferozmente.
Volví a meter mi mano entre sus muslos, llevándola hasta su tan anhelado clítoris, lo acaricié con mi pulgar muy lentamente, formando círculos, ella me desabrochó la blusa y devora mi boca con una intensidad que me provocaba un fuego en todo mi cuerpo. Al desabrochar mi blusa, me hizo sentarme en mi silla y se inclinó sobre mí.
-Tu abdomen plano, me encanta mi vida - dijo con su voz ronca y me lamió desde el ombligo hasta llegar a mi cuello.
Me prendí más y la alcé nuevamente sobre el escritorio, le quité las bragas y me incliné para saborear todo, comencé con a pasar la punta de mi lengua por sus pliegues, y sus gemidos se escuchaban casi ahogados, así que poco a poco introduje más mi lengua haciendo movimiento en círculos, acelerando hasta que sentí que sus dedos se enredaron en mi cabello, pidiéndome más fricción, sus gemidos se estaban haciendo más sonoros, por lo que tuve que levantarme y besarla, para ahogarlos.
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Tu mirada
RomanceExiste una leyenda, en la que estamos destinados con un hilo rojo a la persona que será el amor se nuestras vidas, este se podrá estirar, enredar y pasar por muchas incertidumbres, pero nunca se romperá. No importa el tiempo, ni la distancia, el des...