Emily
Han pasado tres años, desde que me casé con Andrea, han sido años maravillosos, pero este último mes, por primera vez siento como si las cosas entre las dos se hubiesen enfriado un poco. Entre que ella va y viene a reuniones con sus socios, yo estoy con la apertura de mi oficina de arquitectura, proyecto que me ha apoyado enormemente mi esposa. El tiempo que convivimos es muy poco, las cosas se van tornando un poco monótonas, no quiero caer en la rutina, necesito pensar en algo para avivar nuestra relación, el sexo ha estado muy bien, más que bien, pero igual, solo lo hemos hecho un par de veces. Ya deseo sus caricias por todo mi cuerpo.
Unos golpes en mi puerta me sacan de mis pensamientos, antes de que hable, una mujer muy hermosa va entrando, ese vestido blanco ceñido a su silueta no deja nada a la imaginación, por lo que me quedo observándola, su manera de caminar hasta mi escritorio, tan sensual.
-Buenas tardes, arquitecta García - me dice con su voz sensual.
-Carrasco - replico -. Arquitecta Carrasco, de favor - le contesto un tanto nerviosa.
-Una disculpa, arquitecta Carrasco - replica apoyando sus manos en mi escritorio, dejando ver su pronunciado escote, mi vista va ahí, es inevitable.
-¿Qué se le ofrece? - pregunto abandonando esa vista.
-Vengo por el puesto de asistente - se incorpora y se muerde el labio inferior.
-Tendré que hacerle varias pruebas - me remuevo en mi asiento, logrando erguirme más.
-Yo encantada, hago todas las pruebas que quiera - camina a mi asiento, quedando embobada por su sensualidad.
-Dígame sus cualidades - trago en seco, porque se sienta en mis piernas.
-Puedo tomar apuntes - se acomoda en mis piernas, dejando su trasero redondo en mi pierna izquierda.
-Yo... yo... yo... - maldición estoy tan nerviosa que tartamudeo.
-Vengo a robármela arquitecta - está escribiendo en una hoja blanca -. Lo que resta su día y no acepto una negativa de su parte, quiero que vayamos a comer o podemos ir a otra parte y me quita el vestido - me va a dar algo, su sensualidad es tan hipnotízate.
Se gira colocando su brazo derecho alrededor de mi cuello, cruzando sus piernas y con su mano libre, toma un mechón de mi cabello, el cual comienza a jugar, mi mirada viaja a sus labios carnosos y mi corazón está muy acelerado, que siento se saldrá de mi pecho. Con una mano sostengo su cintura y la otra la llevo a sus piernas. Se acerca y acaricia su nariz en mi mejilla.
-No puedo creerlo - me dice con su sonrisa ladina -. Estás nerviosa, mi bello ángel -comienza a besar mis mejillas.
-Estás bellísima, mi amor - le digo sintiendo mi rostro arder.
-¿Me contratarías? - me pregunta muy inocente, ignorando mis nervios.
-Sería una mala idea - le digo mirando sus ojos verdes -. Todo el día querría tenerte de esta manera y mejor aún, hacerlo en cada momento - una enorme sonrisa se dibuja en sus hermosos labios.
-Bueno, la paga será muy placentera - finalmente me besa.
-Andrea, te amo - le digo una vez nos separamos por falta de oxígeno y observando sus hermosos ojos -. Estás más hermosa que la primera vez que te miré, eres como los vinos, entre más pasan los años en ti, más buena te pones mi vida - subo mi mano a su pecho y beso su cuello.
-Que poeta me has salido hoy mi amor, pero - agarra mi muñeca y así aleja mi mano de su pecho -. Tengo demasiada hambre y quiero decirte algo, mi hermosa princesa.
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Tu mirada
RomanceExiste una leyenda, en la que estamos destinados con un hilo rojo a la persona que será el amor se nuestras vidas, este se podrá estirar, enredar y pasar por muchas incertidumbres, pero nunca se romperá. No importa el tiempo, ni la distancia, el des...