13 | Nueva Teoría de la Numerología

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Draco se encontraba subiendo por fin las escaleras hasta su habitación, pesadamente. Ya no sentía deseos de correr, aunque la sangre sí que avanzaba por sus venas a toda velocidad. La breve conversación con su compañera Daphne Greengrass no había logrado templar sus ánimos. Ahora solo podía pensar en Nott, y en las cuatro cosas que pensaba decirle en cuanto lo tuviese delante. Eso era más fácil que recordar la conversación que acababa de tener con Granger en la biblioteca, minutos atrás.

Abrió la puerta de la habitación y al instante dio un pequeño respingo al ver que no estaba solo allí.

—¡Estás aquí! —saludó con sorpresa, desde el marco de la puerta. Nott, tumbado bocabajo sobre su cama, no alzó la mirada. Parecía muy concentrado en la revista que tenía en las manos—. Iba a buscarte ahora...

—Pues no ha hecho falta —contestó Nott con simpleza, bromeando de forma distraída, sin dejar de leer.

Y no dijo nada más. Draco sintió que le ardía la piel de pura rabia. Apretó el pomo de la puerta bajo su mano con fuerza. ¿Cómo podía estar tan tranquilo? ¿Cómo podía importarle todo tan poco? ¿De verdad no tenía un mínimo de remordimientos?

Cerró la puerta por fin, con un golpe algo brusco, y avanzó en dos pasos hacia su cama. Se sentó en el borde, de cara a la cama de su amigo. No dijo nada. Nott siguió sin levantar la mirada. Draco, al encontrarse por fin sentado, sintió que el cansancio lo invadía. Pero era un cansancio más emocional que físico. Aun así, se esforzó en que su furia no disminuyese; la necesitaba para poder hacer frente a su amigo. Dejó su mochila a un lado, pero siguió sosteniendo el libro que Granger le había dado.

Al sentir a Draco tan inusualmente silencioso, Nott levantó la mirada de su revista y la clavó en su amigo. Al ver que lo estaba atravesando con una mirada nada amigable, su única reacción fue elevar una ceja oscura.

—¿Qué te pasa? —cuestionó Nott con calma. No estaba en absoluto alterado—. Oye, pero ¿tú no tenías entrenamiento de Quidditch? ¿Se ha cancelado o habéis acabado pronto? —recordó de pronto.

Draco estuvo a punto de arrojarle algo. ¿De verdad no estaba mínimamente arrepentido de lo que hacía? ¿De tratar a los sangre sucia como iguales? ¿No le reconcomía la conciencia? El joven Malfoy siguió sin abrir la boca, pero elevó su mano derecha y sostuvo el libro Nueva Teoría de la Numerología en alto, a la altura de los ojos de su amigo, mostrándole la portada. Aguardó la reacción de Nott, pero ésta dejó mucho que desear: se limitó a alzar la otra ceja.

—¿Eso es mío, no? —preguntó el moreno, con voz impersonal. Ni rastro de culpabilidad, ni rastro de nada. Draco estuvo tentado de tirárselo haciendo un bonito arco hacia su enorme y estúpida cabeza, pero se conformó con lanzárselo a su cama impregnando el gesto de todo el desdén que fue capaz.

—¿De quién sino? —cuestionó Draco a su vez, abriendo la boca por fin, y dejando clara la censura de su voz. Nott le dio la razón con un silencioso gesto indolente y cogió el libro, estirándose para dejarlo sobre su mesilla de noche. El rubio siguió su movimiento con la sangre latiéndole en los oídos—. ¿No vas a preguntarme de dónde lo he sacado? —quiso saber, incapaz de contenerse por más tiempo.

Nott lo miró con extrañeza.

—Es una tontería preguntártelo. Se lo presté a Granger, supongo que ella te lo habrá dado para que me lo devuelvas. Es obvio.

Draco desencajó la mandíbula.

—¿Y ya está? ¿Y me lo sueltas así? ¿Es que te da igual? —estalló el rubio, incrédulo, alzando la voz. Theodore solo parpadeó.

—¿Que me da igual el qué? —inquirió, genuinamente desconcertado.

—¡No te hagas el tonto! —gritó Draco poniéndose en pie. Nott no se inmutó ante su violento cambio de actitud—. ¿Te estás riendo de mí? ¿O es que realmente estás mal de la cabeza? ¿No te das cuenta de lo que estás haciendo?

Rosa y EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora