—¿Qué demonios ha pasado con Granger? —fue lo primero que preguntó Nott, sin siquiera saludar a Draco, en cuanto éste llegó a donde él le esperaba.
Theodore se encontraba apoyado en un muro de piedra del pasillo del primer piso, pero, en cuanto vio aparecer a Draco, se enderezó, separándose de la pared. Era lunes por la tarde, y ambos amigos habían quedado esa mañana en juntarse en la Gran Escalera, a la altura del primer piso, para acudir juntos a la clase de Transformaciones de esa tarde. Las clases de la mañana no las compartían, y tampoco habían comido juntos. Tampoco se habían visto apenas el fin de semana.
Draco se detuvo de golpe, frente a él, y lo miró con sus claros ojos ligeramente abiertos de más. El corazón golpeó fuertemente contra su esternón, reflejándose el sonido en sus oídos, y se sintió de pronto incapaz de tomar aire. Solo podía parpadear, mudo de sorpresa ante su repentina acusación. ¿A qué venía eso? ¿Es que acaso los habría visto en la biblioteca? ¿Habría visto el...?
Oh, mierda. No, no, no...
No podía creer en su mala suerte. No podía haber pasado algo semejante...
—Hola a ti también —se obligó a articular, con un ligero tono irónico. A pesar de que sentía que estaba comenzando a sudar—. ¿De qué estás hablando? ¿Qué pasa con Granger?
—¿Os castigaron ayer por meteros con ella?
Draco tardó varios segundos en caer en la cuenta de lo que hablaba. Cuando lo hizo, lo primero que hizo fue recoger su alma, que había resbalado hasta sus pies. Lo segundo, fue intentar mirarlo con profunda incredulidad, mientras luchaba en secreto por recuperar las pulsaciones normales de una persona de diecisiete años, y no las de una ardilla.
—¿Hablas de cuando le cogieron la mochila? ¿Cómo te has enterado? Me parece increíble que Zabini y los demás te hablen por primera vez en años para contarte algo sin importancia como eso...
—No me lo han contado. He escuchado cómo se burlaban de ello esta mañana, en la habitación, después de que te fueras. Han estado comentando los respectivos castigos que os impuso Snape por orden de Granger —aclaró Nott. Seguía mirándolo con los azules ojos cargados de reproche.
—Ah, sí, eso... Me tocó ordenar la estúpida biblioteca. Gracias a Granger, efectivamente —admitió Draco, esbozando su mejor mueca de desinterés, recolocándose la correa de la mochila sobre el hombro y metiendo la otra mano en el bolsillo de la túnica, intentando mostrarse desganado.
—¿Se te metió una Doxy en el cerebro o qué? —insistió su amigo, inmune a su actitud.
—¿A mí? ¿Por qué a mí?—se defendió Draco, sin saber muy bien a qué, frunciendo el ceño—. Yo no hice nada. Ya estaban discutiendo cuando llegué.
—Ya, pero tú fuiste el que la alteró tanto como para que os castigase...
—Oh, venga ya, ¿y qué importa? Un castigo no es nada comparado con molestar a esa estúpida —se defendió alzando la voz, al ver que su amigo no relajaba su expresión rencorosa. Esbozó una sonrisa mordaz, intentando hablar con normalidad—. No ha sido más que uno de los miles de insultos que le he dicho a Granger desde que la conozco. ¿A qué viene de repente esta bronca? ¿Por qué te molesta?
—Vamos subiendo, la clase está a punto de empezar —dijo Nott con más serenidad, antes de preceder a su amigo escaleras arriba. Retomó entonces la conversación—: ¿Que por qué me molesta? ¿Qué ha pasado con lo que me dijiste en los vestuarios?
Draco apretó las mandíbulas. Casi se había olvidado de esa conversación. Pero Nott por lo visto no, lo cual lo invadió de frustración. Se maldijo interiormente con varias palabrotas. Se arrepentía a horrores de haber abierto la bocaza. Siempre había sido una persona reservada, no le gustaba abrirse con nadie. Además, odiaba sentirse juzgado, o que nadie le dijese lo que tenía que hacer. Para eso ya tenía a su padre. Solo él podía hacerlo. Sus problemas eran suyos, y siempre encontraba una solución, él solo. Pero esa vez no. Esa vez, posiblemente la única vez en su vida que verdaderamente tenía que haberse guardado para sí lo que pensaba, había decidido desahogarse con Nott.

ESTÁS LEYENDO
Rosa y Espada
RomanceDraco Malfoy, ante la prolongada ausencia de la profesora de Runas Antiguas, se dedica a revolucionar la clase a sus anchas con ayuda de sus colegas, impidiendo estudiar. Hermione Granger, alumna responsable y aplicada, no piensa quedarse de brazos...