36 | Polvos Flu

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—Correcto, señorita Patil —la severa profesora Babbling sonrió complacida y bajó la mirada para revisar la lista de nombres que tenía sobre el escritorio—. Veamos... Señor Hopkins, ¿qué número representa el Demiguise?

El joven moreno alzó la mirada, dando un respingo, y miró a su profesora de Runas Antiguas casi con temor. Tras varios segundos de incómodo silencio, Hopkins se acomodó las gafas y balbuceó:

—No estoy seguro...

—En ese caso debería usted estudiar más, señor Hopkins —replicó Babbling, con aspereza—. Esta es una de las lecciones más básicas de las Runas Antiguas avanzadas, y, si no la domináis, poco podréis hacer en el ÉXTASIS de la asignatura...

Devolvió la mirada a la lista con los nombres de sus alumnos, mientras Hopkins se encogía en su asiento, avergonzado. La profesora vaciló un instante, y después fue visible cómo su expresión variaba, convirtiéndose en una cargada de pesadez. Volvió a alzar la mirada.

—¿Señor Malfoy? —llamó, casi con ironía. Como se llama a alguien que se sabe desde el principio que va a provocar algún problema—. ¿Sería usted capaz de decirme qué número representa el Demiguise?

Draco Malfoy, sentado al fondo del aula, balanceándose descaradamente sobre las patas traseras de su asiento, junto a un Theodore Nott que lo miraba con resignación, esbozó una media sonrisa socarrona.

—Lo haría si me lo preguntase, profesora —replicó, con falso tono afectado y clara burla. Se oyó una carcajada general, y muchos de los alumnos se giraron para mirarlo, con admiración y diversión. Hermione también giró la cabeza, para dedicarle una mirada de reproche al oír el tono con el que le habló a la profesora.

Babbling suspiró y lo miró con mayor resignación.

—Señor Malfoy, ¿qué número representa el Demiguise? —preguntó con impaciencia, pero sin llegar a enfadarse.

—El cero —respondió el joven al instante, sin dejar de balancearse en la silla—. Por su habilidad para volverse invisible.

La profesora Babbling, que ya estaba buscando un nuevo nombre en la lista, alzó la mirada al instante, perturbada. Muchos de los alumnos abrieron las bocas con sorpresa. Ahora la clase al completo estaba girada para mirar a un relajado y altivo Malfoy. Hermione se obligó a mirar al frente, apoyando la boca sobre su puño para contener una sonrisa.

Ah... Bien, bien, señor Malfoy... Es correcto —articuló la profesora, desconcertada, como si ella misma tratase de asimilarlo. Miró su lista de nombres un instante, pero después volvió a fijar sus ojos en el joven rubio, como si fuese la primera vez que lo veía—. ¿Y el Runespoor?

Malfoy amplió su media sonrisa satisfecha.

—El tres. Por ser tricéfalo.

La profesora parecía creer que el muchacho no era quien decía ser. Como si hubiera Poción Multijugos de por medio.

—Muy... muy bien, señor Malfoy. Me alegra ver que ha comenzado a tomarse en serio la asignatura —tosió un poco, intentando recuperar la compostura, y añadió, intentando hablar con autoridad—: Pero haga el favor de sentarse correctamente en la silla —de nuevo volvió a mirar su lista de nombres, todavía luciendo atribulada—. Señorita Jones, ¿qué número representa la Acromántula?

La mayoría de los alumnos devolvieron la atención a la profesora, todavía con aspectos desconcertados. Hermione miró sobre su hombro, buscando su mirada con disimulo, tratando de imprimir a su rostro una apariencia seria por si alguien la observaba. Los ojos de Draco también la buscaron. Los orbes de Hermione brillaron de diversión. Él, con el rostro igualmente impávido para evitar ser descubierto, le guiñó un ojo de forma fugaz. Theodore fingió estar muy ocupado con las cutículas de sus uñas.

Rosa y EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora