2 | La snitch

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—¿Seguro que estás bien, Neville? ¿No quieres ir a la Enfermería?

—No, no os preocupéis... —murmuró éste, justo antes de sonarse la nariz con un pañuelo. Miró a Harry, Ron y Hermione y sonrió con tristeza—. Gracias por ayudarme, no sé qué hubiera hecho sin vosotros.

—No ha sido nada —aseguró Ron, cogiendo otro pañuelo desechable de la caja que había a su lado y entregándoselo—. Para eso estamos los amigos.

Harry, Ron, Neville y Hermione estaban en la Torre de Gryffindor, concretamente en el dormitorio de los chicos, el cual en ese momento se encontraba vacío. Por suerte, Neville no tenía ninguna herida visible tras el percance con los Slytherins; solo había sido un gran y desagradable susto. Se había secado y cambiado de ropa y ahora parecía estar más tranquilo. Y se negaba a ir a la Enfermería.

—Tranquilo, ya ha pasado todo —corroboró Harry, poniéndole una mano en el hombro y frotándoselo amistosamente—. Pero Neville, esto hay que contárselo a alguien, a Dumbledore... —protestó de nuevo, mirándolo con frustración.

—¡No! —exclamó Neville al instante, alarmado. Tragó saliva y apartó la mirada al añadir, con más calma—: Si lo cuento, se enterarán, y se las arreglarán para hacerme algo peor... O, lo que es peor, a vosotros.

—No nos dan ningún miedo —aseguró Ron, con desdén, cruzándose de brazos.

—Lo sé, pero... No lo hagáis, chicos, por favor —suplicó el joven. El miedo y la pesadez contraían su redondo rostro—. Solo ha sido algo puntual. Quiero olvidarlo y ya está... Si vuelven a hacerme algo lo contaré, os lo prometo, pero ahora no. Además, lo último que quiero es involucraros también a vosotros... —sus ojos se volvieron vidriosos cuando las lágrimas los inundaron de nuevo.

Harry y Ron intercambiaron una mirada, igualmente apesadumbrados.

—Neville —suspiró Harry, rodeándole los hombros con un brazo—, eres demasiado bueno para este mundo.

Ese comentario logró que el joven esbozase una tímida media sonrisa.

—¿Cómo te atraparon? —quiso saber Ron, acomodando mejor sus largas piernas cruzadas sobre la cama—. Y preguntaría por qué, pero siento que será una tontería...

—Estaba yendo a clase cuando aparecieron. Venía de los invernaderos, había estado ahí con la profesora Sprout. Intentaron hacerme enfadar, Malfoy se metió conmigo diciendo que me... acuesto con la profesora Sprout —compuso una mueca de indignación, frunciendo los labios, pero no pudo evitar sonrojarse a su pesar ante semejante acusación—. Y al final me harté y les insulté. Le dije a Malfoy que si yo me acostaba con Sprout, él se acostaba con Snape —reveló con inusitada fiereza. Ron soltó una fuerte carcajada de admiración, y se dio una palmada en el muslo.

—Joder, Neville —se sorprendió, todavía riendo—. Vaya huevazos le has echado. Eres mi ídolo. Hubiera pagado por ver la cara de Malfoy...

Neville rio entre dientes, avergonzado, aunque halagado ante la reacción de Ron. Se revolvió ligeramente antes de continuar.

—Claramente, se cabrearon. Y no me dejaban irme, así que saqué la varita. Y al ver que intentaba defenderme me atraparon entre todos, y... Bueno, ya lo visteis. Tenía que haberme ido sin más, por seguirles la pelea me hicieron eso.

—Panda de cobardes —respondió Harry, en un gruñido, apretando los puños con fuerza sobre sus rodillas.

—¿Cómo me encontrasteis vosotros? —quiso saber Neville, curioso, antes de sonarse la nariz de nuevo.

—Hermione nos avisó, nosotros no nos dimos cuenta de nada. Nos dijo que te vio por la ventana, ¿no? —respondió Ron, mirando a la chica como si la alentase a contar ella su versión—. ¿Y se puede saber a ti qué te pasa? —preguntó a continuación, confuso, sin haber obtenido respuesta a su primera pregunta.

Rosa y EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora