5 | La Noche de Las Brujas

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El Gran Comedor brillaba con luz propia bajo la anaranjada iluminación de las lámparas con forma de calabaza que estaban mágicamente suspendidas bajo el techo transparente. A través de éste, se podían vislumbrar negras nubes que presagiaban tormenta, lo cual ayudaba aún más a crear el ambiente terrorífico que se precisaba para esa noche. Cientos de murciélagos revoloteaban sobre las cabezas de la gente, sin llegar a tocarlas. A pesar de la tenebrosa atmósfera de la fiesta de Halloween, los alumnos estaban realmente animados.

—Ron, ¿no crees que cinco pasteles de calabaza seguidos son suficientes? —dijo Harry, tratando de contener la risa—.Vas a explotar, hombre...

—O, por lo menos, come ahora algo diferente... Para ir variando —respondió Ginny, risueña, provocando risas en Harry.

Degaz'e e pa' —espetó Ron, con la boca repleta de un delicioso bollo relleno con dulce crema de calabaza—. Ba'tante he agu'nta...

—No te esfuerces, no te entendemos —lo interrumpió Harry, sonriente, retirándose del párpado un trocito de bollo que su amigo le había escupido.

Ron tragó con dificultad, lo cual le costó varios angustiosos segundos, y repitió:

—Digo que bastante he aguantado mientras los fantasmas hacían su número de baile —se quejó el pelirrojo, blandiendo peligrosamente el tenedor, cargado con un nuevo bollo anaranjado—. Que Hermione no me ha dejado probar bocado mientras ellos daban vueltas y vueltas...

—Es cuestión de educación, Ron —intervino la aludida, limpiándose la boca con una servilleta—. Han ensayado mucho y se merecían que se les prestase atención. Y tú, cuando comes, no haces caso de nada más.

—¡Puedo hacer dos cosas a la vez, so lista! —refunfuñó Ron, metiéndose en la boca el pastelito entero y añadiendo algo más que fue ininteligible para los demás.

—Pareces un hámster —bromeó Ginny, conteniendo la risa. Su hermano la fulminó con la mirada, con las mejillas considerablemente abultadas, provocando un ataque de risa en Harry.

Hermione sonrió divertida, pero después devolvió la vista a su plato casi intacto. Reprimió un suspiro. Sentía un apretado nudo en el estómago que le impedía disfrutar de los deliciosos postres de Halloween. Le dolía la cabeza, y sentía como si llevase días sin darle un respiro a su cerebro. Y, técnicamente, así era.

Alzó la vista por décima vez, y volvió a escrutar la lejanía con la mirada. Recorrió la mesa más alejada de la suya una vez más, casi por inercia. Hermione tenía la inteligencia suficiente como para darse cuenta de que, si no había visto a Draco Malfoy las otras diez veces que lo había buscado con la mirada, accidentalmente, por supuesto, por casualidad, no iba a materializarse ahora. Pero no podía evitarlo. Era una especie de inesperada intuición que le advertía de que algo iba mal. Porque lo normal era que estuviese allí, con sus amigos. Disfrutando del tan esperado banquete de Halloween. Todos los alumnos aguardaban ese día, año tras año, con mucha expectación. Pero él no estaba. ¿No habría querido ir? ¿No estaría de humor? Si era así, ¿por qué? Bueno, eso... daba igual. Había cosas más probables. ¿Quizá se habría metido en problemas de algún tipo? ¿Estaría haciendo algún tipo de fechoría en algún lugar? ¿...O le habría pasado algo?

Cerró con fuerza los ojos, inhaló y exhaló con frustración, y volvió a abrirlos, tratando de serenarse. Se estaba comportando de forma ridícula. ¿A santo de qué estaba tan pendiente de lo que Malfoy hiciera o dejara de hacer? No solo se había visto obligada a pensar en él casi las veinticuatro horas del día con la intención de resolver el asunto de Runas Antiguas, sino que, además, ahora sus ojos lo buscaban. ¿Para qué? Para nada. Y eso era una pérdida de tiempo. Y a Hermione no le gustaba perder el tiempo. Ni la vida de Malfoy, ni nada relacionado con él, era asunto suyo. Y menos aún su bienestar. No se había preocupado por él en los casi siete años que hacía que lo conocía, y no iba a empezar a hacerlo ahora. Ese malvado patán no merecía que gastase más energía en él de la necesaria para soportarlo.

Rosa y EspadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora