Draco se había quitado los, para él, harapos, con los que la Orden del Fénix lo había vestido, tras curar sus heridas. Una camiseta roja, que incluso tenía un agujero en una manga. Y unos pantalones vaqueros demasiado usados. De vuelta en su habitación, lo primero que había hecho había sido ponerse su ropa. Una camisa gris y unos pantalones oscuros que sacó de su armario. Lo primero que encontró. No rebuscó demasiado, solo necesitaba quitarse esa ropa. Pero ni siquiera vestido con sus propias pertenencias se sentía él mismo. Era como si estuviese ocupando un cuerpo que no le pertenecía. Y la sensación casi lo mareaba.
No había sido capaz de colocarse unas protecciones nuevas, ni tampoco una túnica negra característica de su rango de mortífago. Las que llevaba en el Valle de Godric se habían quedado en aquel escondrijo de la Orden del Fénix, y ni se le había pasado por la cabeza buscarlas al escaparse de allí. De todas formas, ese día no parecía que fuese a salir de su habitación, así que tampoco las necesitaba.
Estaba sentado en el borde de su cama. Y la camiseta roja y los vaqueros reposaban sobre una silla, en un rincón. No se había deshecho de ellos. En realidad no sabía cómo hacerlo. No sin magia. Podría haberlos guardado en cualquier esquina, lejos de su vista, pero no lo había hecho. Y no podía dejar de mirarlos.
Lo había conseguido. Se había salido con la suya. Había escapado de la boca del lobo para meterse en la de un lobo aún más fiero. Pero éste era su lobo, su manada. Era donde debía estar.
Había conseguido que Lord Voldemort no supiera lo frágil que era su lealtad.
Esa era la realidad que se estaba gritando a sí mismo, a solas en su habitación. Ni siquiera era consciente del silencio que lo rodeaba. Su mente gritaba. Sin poder hacer otra cosa que pensar. Porque no se entendía a sí mismo. Porque había peleado en el Valle de Godric, sí... pero contra su voluntad. Esa era la realidad. Haciendo lo justo y necesario para sobrevivir. No por fidelidad. Sin aprobar, en absoluto, tales actos. Y sentía que necesitaba parar y entenderse a sí mismo.
Había creído que no había ningún motivo para un ataque así. Pero se equivocaba. Los miembros de la Orden que lo interrogaron, anónimos, enmascarados, se lo contaron. Los muy idiotas. Le preguntaron acerca del ataque a los colegios. Un ataque del que Draco no tenía ni idea. Pero ellos daban por sentado que sí. Le preguntaron por el ataque al Valle de Godric, el cual había sido planeado como una distracción para la Orden. Una forma de mantenerlos ocupados. Draco no sabía ni una palabra al respecto, pero se limitó a fingir que no tenía intenciones de contestar. Pero ahora lo sabía. Gracias a la Orden del Fénix, lo sabía. Y no cambiaba nada...
¿Masacrar un pueblo entero, con decenas de sangre limpias, por una distracción?
Draco elevó la mano izquierda para cubrirse los ojos. Quería... de verdad que quería... pero no podía apoyar algo así. Y no entendía por qué. Qué estaba mal con él.
Se obligó a pensar con frialdad. Y se dijo que, al margen de lo que su estúpido cerebro se empeñase en pensar, se había comportado de forma inaceptable. De una forma que no podía permitirse. Lo que pensase no era relevante. Tenía una serie de deberes, esa era la realidad. Pero, en cambio, se había enfrentado a Rowle directamente, para intentar salvar a esa familia. Una familia que no conocía de nada. Se había negado a matar a ese niño. A un niño que no era nada suyo. Tenía que haberlo hecho. Tenía que haber cumplido con su deber. Se había jugado el cuello, por gente que no conocía. Podía haber sido acusado de traidor, con motivos. Pero Rowle no lo había denunciado... Porque quizá incluso alguien tan fiel como Thorfinn Rowle consideraba innecesario asesinar a un bebé...
Draco no mató a nadie esa noche a pesar de ser un Sargento Negro, y, aun así, había salido airoso. Y apenas podía concebir su buena suerte. Y sabía que no siempre tendría tanta. No podía volver a comportarse así. No estaba seguro de hasta qué punto confiaban en él, pero por lo menos sabían que él no había avisado a la Orden. Un detalle que lo desconcertaba... ¿De verdad alguien había avisado a la Orden, antes de tiempo, de lo que estaban haciendo en el Valle de Godric? ¿Había un traidor en sus filas? ¿Quién podría ser...?
![](https://img.wattpad.com/cover/337803057-288-k749063.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Rosa y Espada
Любовные романыDraco Malfoy, ante la prolongada ausencia de la profesora de Runas Antiguas, se dedica a revolucionar la clase a sus anchas con ayuda de sus colegas, impidiendo estudiar. Hermione Granger, alumna responsable y aplicada, no piensa quedarse de brazos...