Sabina no podía mantener su alegría dentro de sí cuando a la distancia vio los carromatos. Comenzó a correr hacia ellos como una niña cuando ve a su madre.
Ofelia fue la primera en verla, estaba en la hoguera removiendo algo en una hoya, seguramente la cena.
-¿Sabina?
-¡Ofelia!
La chica corrio al encuentro de Sabina, era bajita y de rostro redondo, de cabello rubio como la miel y temperamento dulce, siempre sonreía y Sabina jamás la había visto molesta.
Las mujeres se encontraron a medio camino una de la otra y se fundieron en un abrazo.
-Sabina... creí que no te volvería a ver - lágrimas comenzaron a emanar de los ojos azules de la Qudo rubia.
-No... no, yo jamas perdí la esperanza de volver -respondió Sabina.
-¡Oigan todos, Sabina esta aquí, Sabina volvió! - se escucho la voz de un chico.
Sabina miro a Gergei, y sonrió mientras el niño corría a sus brazos.
-No es posible, has crecido tanto... la última vez que te abracé eras diminuto y ahora casi estas de mi altura. - Soltó Sabina apretando fuerte al niño.
-Sabina, dijeron que te llevaron presa por robar, pero yo no les creí. Nadie aquí les creyó.
-Por supuesto que no robe nada, los Qudo no somos ladrones.
-¿Es verdad? - se escucho la atronadora voz de Bredan. - ¿Sabina está aquí?
Los Qudo estaban todos afuera de sus carromatos y sus tiendas y veían a Sabina como a una estrella que hubiese caído del cielo.
Todos tenían enormes sonrisas en sus rostros.
-Bredan...
Esta vez no hubo sonrisa en el rostro de Sabina, en cambio comenzó a llorar entre los brazos del hombre que la había criado desde que sus padres muriesen.
-Pequeña... temía lo peor. Ore cada noche a Airlia para que regresaras con bien.
-Lamento haber tardado tanto.
-No importa ya... - soltó Bredan acariciando su cabeza como cuando era pequeña.
Un carraspeo hizo que los Qudo miraran más allá de Sabina. Al hombre que venía con ella.
Sabina se limpio las lágrimas y sonrió.
-Él es Tamed, me ha traído hasta aquí.
Bredan dio un paso al frente mirando a Tamed.
-Cuanto tiempo ha pasado... Al fin... nos volvemos a ver Tamed.
-El tiempo se ha cumplido Bredan, es tiempo de que Sabina lo sepa... y cumpla su destino.
Sabina miro a ambos hombres, parecían serios como si alguien hubiese sido sentenciado. Sus tripas rugieron, algo le decía que la sentenciada era ella.
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La prisión del emperador
FantasyJakhis gobernaba el desierto infinito de Kumora. Era un emperador. Un gran emperador. Podía tener a cualquier mujer que él quisiera. Todas y cada una de ellas estarían a su merced y disposición y no se revelarían como esta. ¿Por qué no podía tomar a...