-¿Que... Que haces aquí? - pregunto Sabina perpleja.
Jakhis la miraba con odio. La Qudo dió un paso atrás.
Tamed los veía con el ceño fruncido. El emperador estaba aquí, solo... Sin su guardia real, y con... Ella. ¿Que significaba?
-Tamed... - soltó Sabina ya que Jakhis se rehusaba a hablar.
-¿Tamed? ¿Eres Tamed? ¿El líder de la rebelión contra el imperio? - soltó la pequeña chica que iba con Jakhis.
Tamed dió un paso hacia ella sin poderlo evitar.
-Soy yo - soltó con su profunda voz.
La chica grito y se aferró al brazo de Jakhis. Sabina frunció el ceño ante la cercanía de la mujer.
-Lo ves, ¿Que te dije? Te dije que te llevaría con él y míralo, está justo aquí.
-Si bueno, más bien él nos encontró a nosotros - soltó Jakhis algo molesto pero no se alejo de la mujer.
-Un trato es un trato. Y yo cumplí.
-¿Que asunto tiene el emperador de Kumora con el líder de la rebelión? - soltó Tamed cruzándose de brazos, algo molesto también.
-En realidad... Ya no soy el emperador...
-No por ahora, pero lo volverá a ser - interrumpió la chica.
Tamed la miro para pasar su vista a su mano aún sobre el brazo de Jakhis.
-Si, pero, por el momento digamos que, estoy desterrado de mi propio imperio.
-¿Que? - soltó Sabina asombrada.
-Veras... Una bruja Qudo me hechizo - soltó Jakhis furioso dirigiéndose a Tamed - cuando otro hechicero me quito ese poderoso hechizo, la venda de mis ojos cayó. Pude ver todo con claridad. Mis propio hombres... Me habían estado manipulando desde hace tanto... Con magia también, supongo... Y al no serles de mayor utilidad... Trataron deshacerse de mi.
Sabina lo miraba con la mano en su boca totalmente consternada. Tamed lo veía con una ceja levantada.
-¿Por que habría de creerte, emperador?
-Es verdad. Yo estaba ahí. Él fue encerrado en su propio calabozo, el pobre. Lo iban a ejecutar. Tuve que sacarlo de ahí.
-Por un módico precio - soltó Jakhis por lo bajo.
-Soy Erin. La reina de los ladrones, por cierto - soltó con voz dulce.
-No sabía que los ladrones tuvieran una reina - soltó Tamed con burla en la voz. Sabina lo miro. Ella jamás lo había escuchado bromear.
-Pues la hay... O almenos lo seré pronto. Cuando encuentre la cueva de Ali bah ba.
Tamed rio.
-Entonces... ¿Nos quedaremos aquí todo el día? - pregunto Jefferson quien no había hablado hasta aquel momento.
-Vayamos a algún lugar más... Cómodo - soltó Tamed viendo el lugar - acamparemos y por la mañana saldremos de aquí.
El dragón los llevo hasta un lugar amplio, parecía una antigua arena, tenía gradas al rededor y era tan grande que Sabina pensó que ahí solo habían podido luchar dragones.
Tamed hizo una fogata y todos se sentaron alrededor. Erin saco unas tiras de carne seca y Tamed también llevaba algunas provisiones.
Comieron en silencio durante un rato hasta que Erin hablo:
-Lo que realmente necesitamos es agua, llevamos todo el día sin beber y...
-Yo se dónde hay - dijo Jefferson levantándose - te enseñaré.
-¡No! - soltó Tamed con su voz más aterradora - yo lo haré... Hay... Peligro por doquier... Podría haber animales por ahí... - se excuso cuando todos lo miraron.
-Claro... - soltó Jefferson sentándose de nuevo.
Erin se levantó y Jakhis hizo lo mismo.
-Vamos Kyllin, buscaremos agua.
Tamed tenso la mandíbula pero no dijo más, comenzó a caminar.
Después de mucho rato por fin encontraron una enorme fuente.
-¡Agua! - grito Erin. - ¿Se puede beber?
-El agua viene de un manantial subterráneo. Es fresca y limpia.
Jakhis y Kyllin se apresuraron a la fuente.
-Desearia haber sabido de este lugar desde hace años. A veces tenía que subsistir solo con la raíz de Casidia durante dias y sabe asquerosa.
-¿Sueles adentrarte en el desierto seguido? - pregunto Tamed con voz baja.
-Si, yo crecí en el desierto. Junto a mi padre.
-¿Cómo es que jamás te vi? - pregunto el dragón.
Ella levanto los hombros.
-No lo se, mi padre me enseñó a ocultarme. Trato de pasar desapercibida cuando veo personas. El desierto es cruel. Nunca sabes si esa persona te querrá asesinar por un trozo de carne o un poco de agua.
Tamed asíntio.
-Eres una luchadora.
-Soy una ladrona. Se sobrevivir.
Llegaron a la fuente y Erin se quitó el velo que llevaba sobre su rostro.
Tamed vio como su hermoso cabello castaño caía por su espalda.
La chica comenzó a beber agua con las manos y cuando estubo satisfecha se lavo las manos y la cara.
Tamed se acercó para mirar su rostro, estaba embelesado.
Su nariz era pequeña y respingada, y estaba cubierta de pecas. Sus labios eran rosados y carnosos. Su rostro era perfecto y hermoso y él... Se forzó por volver en si.
¿Que le estaba pasando? Sentía la necesidad de convertirse a su forma de dragón, tomar a esa pequeña mujer y llevársela lejos, a dónde nadie pudiera encontrarla.
-Oye, verdecito. Te estoy hablando.
Él la miro.
-Mi nombre es Tamed.
-Te pregunte si el agua va a algún lado. ¿Crees que si me baño aquí contaminaria el agua? ¿O vendrá más?
Tamed apretó los dientes. Ella quería darse un baño... Un baño requería que estuviese desnuda...
-Si... - soltó con voz ronca - puedes bañarte, el agua está en constante movimiento... Como un río...
-Genial. ¿Escuchaste eso Jakhis? Podremos bañarnos.
Tamed sintió fuego en su garganta. De pronto nada le gustaría más que rostizar al emperador.
-Eso será bueno. Llevamos días caminando en el desierto. Necesito un baño.
Tamed se dió la vuelta y comenzó a caminar hasta donde estaban Sabina y Jefferson. No podía quedarse un minuto más o tal vez no podría controlarse.
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La prisión del emperador
FantasíaJakhis gobernaba el desierto infinito de Kumora. Era un emperador. Un gran emperador. Podía tener a cualquier mujer que él quisiera. Todas y cada una de ellas estarían a su merced y disposición y no se revelarían como esta. ¿Por qué no podía tomar a...