El fin del hechizo

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¡Encuéntrenla! ¡Encuéntrenla! - bramo Jakhis desesperado.

Podía sentir su sangre hervir. Su cabeza nublada por el poder del hechizo. No había nada más en él que el deseo de tenerla de vuelta.

-¡Maldita bruja! - bramo furioso.

La habitación estaba destrozada y no solo por el enorme agujero que había en la pared.

Jalhis aún no podía creer la facilidad con la que aquella repugnante bestia se había llevado a la Qudo.

-¡Un dragón! Se suponía que estaban extintos... creí que el daño había sido irreparable...

-Jakhis - escucho en la entrada.

El emperador se volvió para ver a Morde entrar junto a otro anciano, este llevaba una túnica negra y su mirada era tan oscura como su atuendo.

-Morde.

-He traído a quien me has pedido Jakhis.

Jakhis asintió. El hombre desconocido seguramente sería el hechicero que le arrancaría por fin, el hechizo de la Qudo.

-Acércate muchacho. - solto el anciano.

Jakhis lo hizo, se acerco no muy confiado al anciano y se dispuso ante él.

El hechicero tomó su rostro y lo miró a los ojos. Jakhis sintió como si estuviera dentro de un remolino. El hombre comenzó a decir unas palabras en un idioma extraño y el emperador pudo sentir como la Qudo se apartaba más y más de él, dejándolo solo... vacío.

Al fin, después de minutos de agonía, el hechicero lo soltó.

Jakhis cayó de rodillas, se sentía mareado y frío. El calor que la Qudo le hacía sentir se desvanecía. Su mente estaba clara y se sentía ligero después de días y días de agonía.

-Estabas bajo un fuerte hechizo. Fuerte aunque no bien ejecutado. Si hubiese estado bien cimentado... no hubiese sido tan facil arrancarcelo.

Jakhis vomito.

-Parece que al fin tendremos a nuestro querido emperador con nosotros de nuevo. - escucho la voz de Morde.

Tembloroso, Jakhis se puso de pie.

-Mi señor me temo que la Qudo de nuevo escapo.

-Ya... no me... molesta - soltó Jakhis sorprendido.

Era verdad, no le molestaba no tener a la Qudo, no le molestaba no saber de ella, ni siquiera le importaba.

Su mente de pronto comenzó a aclararse. Se sentía ligero y... despejado como si... despertara de un sueño.

Sin pensarlo siquiera comenzó a comprender cosas que daba por hecho, miro a Morde y comprendió todo en un instante.

-El consejo será destituido... de hoy en más el único que gobierna en Kumora, es el emperador.

El rostro del anciano se volvió pálido. Miró al emperador comprendiendolo. El hechicero no sólo había arrancado el hechizo de la Qudo... sino todos los hechizos de su mente. Había limpiado la conciencia de Jakhis y ahora... se habían caído las caretas de los ancianos del consejo.

Jakhis sabia la verdad...

La prisión del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora