El trato del emperador y la ladrona

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Un silencio oscuro y frío se había apoderado del alma de Jakhis desde hacía unas horas. El emperador estaba derrotado, su propia guardia lo ejecutaría y su pueblo jamás sabría cuan subyugado estaba. Jamás sería liberado... nunca nadie...

-Oye, ¿Estás listo? Casi es hora.

La voz de la chica lo saco de sus lúgubres pensamientos.

-¿Listo para que?

-Escucha, te propongo un trato. Ayúdame a salir de aquí y te llevare conmigo.

-¿Salir? ¿Tú puedes salir de aquí?

-He estado planeando mi escape desde hace un par de noches, pero necesito un hombre grande y fuerte que tenga músculos. Tú suenas a que eres un chico grande y fuerte con muchos músculos. Así que... distraere al guardia y robare sus llaves, pero necesitaré que tú los golpees para poder escapar. ¿De acuerdo?

-Claro, claro, si logras abrir la celda, yo haré el resto.

Así que en el momento en que el guardia entró en el calabozo con el desayuno: un asqueroso potaje gris, Jakhis guardo silencio esperando a que Erin actuase.

Ella discutió con el hombre, incluso lloro un poco, cuando el guardia se río de ella y Jakhis la escucho suplicar perdió la fe. El hombre no había caído en su trampa.

Cuando la pesada puerta de hierro se cerró Jakhis suspiro. Debía encontrar una manera para escapar pero ¿como...?

De pronto unas palidas manitas sujetaron los barrotes de su celda por la parte de afuera. La luz de la mañana no llegaba a iluminar ese lugar por lo que las manitas, convinadas con el rostro pálido y flaco que lo miraba con unos enormes ojos negros lo hicieron gritar de terror mientras lanzaba la bandeja con el asqueroso potaje contra la pared.

-Guarda silencio o nos descubrirán.

-Erin... lo... lo lograste... me has dado un susto de muerte. Pareces un duendesillo ahí parada.

-Lo siento, lo último que pensaba era en ser sutil. - soltó mientras abría la celda del emperador. Jakhis salió de esta aun con el corazón latiendole con una extrema rapidez.

-Bien, ¿ahora que? - pregunto el hombre.

-Hay dos guardias en esta puerta - él asintió pues sabía que esto era cierto, y habría dos más del otro lado, en la otra puerta, de ahí tendrían que salir a un pasillo que los llevaría a una sala llena de guardias.

-No será fácil... son demasiados.

-Solo debemos pasar a estos dos, tengo un transporte esperando por nosotros en la ventana sur del calabozo.

-¿Ventana? Ahí no hay ventanas.

-Oh... es... es como una, es un hueco en la pared.

-¿Un hueco? ¿Es una ventilación? Esa lleva a las cloacas del castillo.

-Así es, lo siento su alteza, hoy se ensuciara un poco.

Jakhis lo hizo, golpeo a un guardia en la nuca y antes de que su compañero pudiera gritar por ayuda, los tenía a ambos desmayados en el piso de piedra del calabozo.

-Bien, ¿ves? Es por eso que siempre se roba con un compañero, uno es la mente y el otro la fuerza. Vamos.

Erin lo llevo hasta el hueco en la pared por donde dudó poder pasar.

-Eso es muy pequeño, no creo que yo entre.

-Oh... entonces nuestro trato termina aquí. Adiós alteza.

La ladrona dio un paso dentro cuando Jakhis la sujeto del brazo.

-Teníamos un trato.

-Estas loco. Te ayude a escapar, te saque de la celda... no te debo nada. Al contrario, tú estás en deuda conmigo.

-Erin... tengo que salir de aquí - susurro Jakhis.

-No es mi problema.

-Erin... tienes que ayudarme, soy tu emperador.

-¿Y que gano yo?

-¿Que...? pues... - un ruido se escucho del otro lado de la puerta. - ¿que quieres? - pregunto Jakhis desesperado.

-Un favor. Un favor del emperador... no, en realidad, dos favores. Te daré los detalles después pero debes prometer por tu honor que me ayudaras con esos favores.

-Cuando este sobre mi trono de nuevo. Lo haré, te ayudare en lo que sea que me pidas, si me ayudas ahora.

Erin frunció el ceño pero tomo y apretó su mano. El trato estaba sellado. Un emperador y una ladrona acababan de cerrar un trato.

-Bien. Te daré esto - soltó rebuscando en su sostén. - no queda mucho, pero es suficiente, lo estaba guardando para un momento... de verdad desesperado.

-¿Este no lo era?

-Yo aun tenia unos días - soltó como respuesta.

Le dio una tira a Jakhis, era como carne seca o alguna raíz. Jakhis la metió en su boca y la mastico, sabía asquerosa y su primer impulso fue escupirla.

-No te atrevas a escupirla - solto Erin - Tragala.

Jakhis lo hizo y su boca se quedó agria debido a la raíz.

-¿Qué es?

-Ahora ven.

Erin tomo su mano y entró dentro de la cloaca. Jakhis se resistió, sabía que no entraria por un hueco tan pequeño pero de pronto, sintió como si su cuerpo se estirase, como si sus huesos se hicieran largos y delgados, como si su cuerpo fuese de goma.

-¿Qué pasa? - pregunto Jakhis cuando se vio del otro lado.

-Esa raíz te hace muy flexible, por un tiempo. Me ha ayudado a salir de muchos lugares, por agujeros aún más pequeños que ese.

-¿Qué...? - miro sus manos, lucían más largas de lo usual, o tal vez era su cabeza la que seguía alargada.

-Vamonos. Debemos llegar al río antes de que se den cuenta de que no estamos.

Un grito resonó cerca de ellos, los pasos apresurados de los guardias comenzaron a ir de aquí para allá.

-Creo que ya lo saben - soltó el emperador aun sintiendo su cuerpo desproporcionado.


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