-Dímelo de nuevo - canturreo Erin por doceava vez aquella tarde.
La ladrona y el emperador habían salido de la ciudad central para internarse en el desierto, lo único que Erin había conseguido había sido una pequeña maleta con lo que ella decía, lo suficiente para sobrevivir en aquel desolado lugar. Jakhis lo dudaba, tenía que admitir que el miedo retorcía sus entrañas, jamás había estado en una situación como aquella, solo y sin mayor protección que la de aquella pequeña y escualida ladrona.
El emperador suspiro y repitió lo que sabía.
-A lo lejos, sobre la duna mayor, una estrella se esconde, camina hacia ella y cuando estés alineado, a tus pies se encontrará la gran ciudad escamosa. En la puerta pequeña se encuentra, todo el oro que puedas contar, más para encontrar el verdadero tesoro debes frotar.
Erin miro en todas direcciones.
El desierto de Kumora se extendía hasta donde podías alcanzar a ver.
-Lo ves, no hay nada... - soltó Jakhis algo molesto. Llevaban todo el día buscando esa estúpida duna mayor.
-Debe estar más adentro.
-O a mil kilómetros de aquí hacia algún lado. ¿Cómo estás tan segura de que es por aquí?
Erin por fin miro hacia él, llevaba la cabeza cubierta por un velo rosa que ocultaba su larga trenza castaña y casi todo su rostro, solo sus ojos enormes y castaños se asomaban.
-Yo se cosas, emperador.
-Llamame Jakhis... Ya no soy el emperador - soltó con algo de tristeza.
-No digas eso, claro que lo eres, y recuperarás tu trono, si no, ¿como esperas pagarme? Aún me debes dos favores.
Jakhis sobrio a su pesar. Kyllin relincho y comenzó a caminar adelante.
-Debemos buscar un refugio... Pronto se oculta el sol.
-Yo creo que aún falta mucho - soltó Jakhis.
El sol era terrible sobre su cabeza. Erin le había dado un turbante blanco que lo cubría un poco pero aún así sentía los intensos rayos del sol golpearlo con crueldad.
-En el desierto de Kumora siempre debes estar preparado. Siempre un paso adelante.
-¿Cómo sabes todo esto? - pregunto el emperador. Erin parecía joven, no debía tener mas de veinte años, sin embargo parecía una superviviente experta.
-Mi padre. Él me enseñó todo lo que se.
-¿Era un ladrón?
Erin asintió.
-Era el mejor ladrón. Y el mejor padre. Nos llevó a Kyllin y a mi por todo Kumora, siempre pensando en el siguiente golpe. Después veníamos aquí esperando que las cosas se calmaran un poco.
-¿Que hay de tu madre? ¿También era ladrona?
Erin rio.
-Lo único que mi madre robo fue el corazón de papá. Y cuando me tuvo... Bueno, decidio que eso de la maternidad no iba con ella. Así que se fue, me dejó una noche que mi padre había salido a trabajar.
-¿Trabajar?
-Bueno... El trabajo de nosotros... Cuando él volvió se encontró con una bebé llorando y una nota. Ella solo puso "lo siento, no pude" jamás la volvimos a ver ni supimos más de ella.
-Lo siento... Yo... Se lo que es crecer sin tu madre.
-Oh si, conozco la historia de tu familia.
-¿Ah, si?
-Todo Kumora lo sabe, tu madre era una mujer enfermiza pero aún así, tu padre la desposo porque la amaba profundamente. Solo pudieron conseguir un heredero pero ellos estaban muy felices. Hasta que la enfermedad de tu madre empeoró y... A pesar de traer a los mejores médicos de todo Kiev... Ella murió. Tu padre murió de tristeza después de eso.
Jakhis asintió mirando el horizonte. La historia de sus padres siempre le pareció muy romántica y melodramatuca. Ahora no sabía que pensar, simplemente era muy conveniente para Morde el que el emperador y su esposa muriesen de pronto, dejando al pequeño heredero a su cuidado.
-¿Que piensas? - pregunto Erin.
-Que la muerte de mis padres quizás no fue lo que todos creemos.
Erin asintió.
-Pienso lo mismo. Esos hombres son aterradores, mi padre me hablaba de ellos y de su corrupción... Ellos solo, se deshacen de todo lo que les molesta o se interpone en sus objetivos. Yo...
-¿Que?
-Bueno, pensaba que seguían tus órdenes así que...
-Me odiabas.
-Si bueno... No solo yo. Todo el gremio de ladrones, y todo el pueblo debajo del río. Ya sabes, la gente pobre.
Jakhis suspiro. Había tanto de su imperio que desconocía. Las cosas debían cambiar. Debía regresar y tomar el control de Kumora.
Erin tocó su hombro con su pequeña mano.
-Tranquilo. Ahora que lo sé, tienes mi perdón.
Jakhis la miro con una ceja levantada.
-Pues gracias. - soltó con ironía.
-Yo pronto regresaras a tomar tu trono y esta vez serás un buen emperador. No tengo dudas de eso.
-¿Cómo estás tan segura?
-Ya te dije que yo sé cosas.
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La prisión del emperador
FantasyJakhis gobernaba el desierto infinito de Kumora. Era un emperador. Un gran emperador. Podía tener a cualquier mujer que él quisiera. Todas y cada una de ellas estarían a su merced y disposición y no se revelarían como esta. ¿Por qué no podía tomar a...