El despertar y la caida de Jakhis

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El emperador mando llamar al consejo de ancianos.

Jakhis los miro a todos y cada uno con odio.

Ellos lo habían usado desde que era un niño. Ellos lo habían mantenido adormecido. Atado... hechizado.

-Todos y cada uno de ustedes están desterrados de Kumora. Y agradezcan que no los mando a la guillotina. Los quiero fuera de mis tierras esta misma noche, de no hacerlo... morirán. Han traicionado al emperador por lo tanto a Kumora. Serán exiliados y tratados como criminales si se atreven a regresar.

Los ancianos lo miraron con rabia. Todos estaban esposados con la guardia real tras ellos.

Jakhis había sido liberado del hechizo de la Qudo pero con este se habían ido todos los hechizos que había sobre él desde hacía tanto tiempo.

No era de impresionar lo manejable que había sido, los ancianos habían estado manipuladolo toda su vida, hechizado... lo mantuvieron bajo hechizos y posimas para poder manejarlo como a un títere...

Kumora había estado bajo el dictamen de los ancianos del consejo desde siempre. Jakhis pensó que lo mismo que habían hecho con él lo habían hecho con su padre... tal vez hasta con su abuelo...

¿Se habrían dado cuenta ellos?

¿Estaría algo de esto relacionado con la prematura muerte de los antiguos emperadores?

-Saquenlos de mis tierras - ordeno Jakhis con voz fría.

Ninguno dijo nada, simplemente caminaron hacia su destino. El desierto infinito de Kumora.

El emperador pensó seriamente en matarlos como castigo... pero era algo que se rehusaba a hacer. Las muertes en Kumora debían parar. Se había derramado demasiada sangre durante su reinado.

-El reinado de Morde en realidad - susurro.

Llamo al jefe de la guardia quien se apresuró a su encuentro.

-Busca a Tamed... pero... hazle saber que no pretendo pelear, sino razonar. La sangre derramada que tanto adoraba Morde ver, se ha de extinguir.

Jakhis cerró los ojos ante la impotencia. Niños, bebés recién nacidos habían sido asesinados por orden suya.

Por orden de Morde...

-Señor... ¿terminará la guerra contra los mágicos? - pregunto el guardia.

-Si... haremos una tregua... hablaré con ellos... llegaremos a un acuerdo... El veneno de Morde al fin se ha consumido de mi ser... y ahora puedo razonar...

-Señor... ¿que hay de la Qudo?

Jakhis recordó a Sabina, su cabello rojo como el fuego y su sonrisa traviesa.

-Esa mujer... más vale que nunca la vuelva a ver... de lo contrario la estrangulare con mis propias manos.

Jakhis se fue a dormir aún con la cabeza revuelta. Había tanto que procesar, tanto había cambiado en tan pocas horas.

Fue mut poco el tiempo que le duró la paz al emperador.

Jakhis se encontró a media noche invadido en su propia habitación, por su propia guardia.

Lo ataron y lo lanzaron al calabozo. A su propio calabozo.

Grito como un desquiciado pero nadie lo escucho.

De pronto, la fría y añeja voz tan conocida para él le hablo desde la oscuridad.

-¿De verdad eres tan estúpido para pensar que te librerías de mi tan fácil, Jakhis?

-Morde... traidor... yo mismo te asesinare con mis propias manos. Esto es traición a tu emperador.. 

La risa fría de Morde le heló la sangre.

-Yo soy, el verdadero emperador de Kumora. Tú solo has sido... El rostro... El emperador que se la pasa dentro de su castillo, en fiestas y festines, mientras su pueblo muere de hambre.

-No...

-No hay una persona en Kumora que te sea fiel Jakhis. Jamás podrás contra mi.

-¡Maldito... yo soy el emperador!

-Eras el emperador... y pudiste serlo muchos años más pero... bueno, ya esta hecho... morirás en la mañana... aquí mismo... no quiero hacer un gran escándalo de esto...

-¡Morde... no te atrevas a...!

-¿O que, emperador? - se burlo el anciano.

Jakhis pateo las rejas lleno de ira. No había nada que pudiera hacer. Su propia guardia estaba contra él.

Jamás se había sentido tan impotente y... débil.

-Adiós, oh gran emperador Jakhis.

Morde salió del calabozo dejándolo en plena oscuridad... con el alma destrozada.

La prisión del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora