Sola

49 10 0
                                    

El viento golpeaba su rostro mientras cruzaban el cielo despejado. Era increíble volar sobre un dragón, jamás, en todas sus fantasías Sabina habría soñado con algo así.

Se aferro como pudo al enorme cuello del dragón mientras desendian en picada.

Cerró los ojos y soltó un grito de terror al pensar que chocarián contra el suelo pero no paso, de nuevo, el dragón se elevo en el aire. Parecía que jugaba con ella. Sabina golpeo la espalda de aquel enorme ser como venganza. En respuesta el dragón dejó escapar una vocanada de fuego de su hocico.

El recorrido duró apenas un par de horas, dejaron atrás el camino y los árboles para encontrar de nuevo el gigantesco desierto de arena pálida.

Sabina trato de orientarse pero era imposible, era como adentrarse en el mar, una vez que pierdes de vista la orilla es imposible saber por dónde llegaste.

El desierto de Kumora era inmenso y todo parecía igual. Sabina se acomodo lo mejor que pudo y espero llegar al claro de la rebelión, pero de pronto sintió que Tamed se estremesia debajo de ella.

Escucho un rugido bestial y gritos de hombres.

Una flecha paso muy cerca de su cabeza.

Grito al darse cuenta de que los estaban atacando.

-¡Tamed... es la guardia de Jakhis!

El dragón trato de elevarse aún más pero más flechas volaron en su dirección.

Sabina escucho el dolor de Tamed en sus rugidos. Las flechas lo habían alcanzado.

-No... - soltó cuando lo sintio descender.

Pero el dragón no se rendiría tan fácil. Aun herido voló lejos de los guardias.

-¡Atrapenlos! ¡Trae a la Qudo, son los asesinos del emperador!

Sabina creyó que una de las flechas le había atravesado el corazón.

"Asesinos del emperador"

-No... Jakhis no... él no está... no puede estar muerto...

La última vez que lo vio estaba de pie, rugiendo, lanzando estocadas a un dragón tratando de impedir que se la llevara. La última vez que lo vio él estaba vivo.

No podía estar muerto.

Los soldados corrieron tras ellos, Tamed estaba herido por lo que no era rápido. Además iba dejando un rastro de sangre.

-¡Caerá pronto. Siganlos!

-Tamed... ¿que haremos? - pregunto la Qudo aunque sabía que no obtendría respuesta.

De pronto Tamed voló más alto y más rápido, dio una vuelta y se alejo de la guardia como un rayo.

Sabina grito por la impresión pero se las arreglo para seguir sobre el dragón.

Después de unos minutos Tamed cayó sobre la suena estrepitosamente.

Sabina rodó sobre la arena también. Corrió al lado de Tamed quien volvía a su forma humana.

Estaba herido, gravemente herido.

-Tamed. Tamed... estas herido... vamos... sujetame... debemos escondernos.

El hombre se puso de pie con el rostro contraído. Tenía flechas enterradas por todas partes.

-Escucha Sabina, los distraere, ve en aquella dirección, yo tomare la contraria, continúa hacia allá, siempre hacia allá y llegaras al claro - soltó señalando con el dedo la dirección-  ¿Entiendes?

Tamed estaba todo ensangrentado y tenia flechas por doquier, Sabina quería echarse a llorar.

-¿Separarnos? No... eso nunca resulta bien.

-Esta vez si, no puedo pelear si tu estas en medio... ellos quieren asesinarte.

-Tambien a ti.

-Si, pero yo puedo con ellos. Anda, corre.

-No, Tamed no...

Pero era muy tarde, Tamed volvió a ser un dragón enorme y comenzó a alejarse de ella. En busca de la guardia de Kumora.

Sabina se quedó sola en medio del desierto con la cabeza nublada.

Después de un rato de no escuchar absolutamente ningún ruido, comenzó a caminar en la dirección que Tamed le había indicado.

Camino y camino pero el desierto infinito de Kumora lleva ese nombre  por una buena razón.

Se hizo de noche y la Qudo continuo caminando pero no había absolutamente nada para guiarla, no tenía idea si seguía el camino que Tamed le había indicado o se habría desviado. Comenzo a llorar sin poder contenerse al encontrarse sola y perdida.

-Seguramente moriré aquí. Debí quedarme con mi trova, que tonta - se reprendió a si misma - la había encontrado al fin y ahora... moriré sola y perdida y... ¡nada de esto ha servido de nada!

Se sentó en una roca que sobresalía de la arena. Había muchas rocas en el desierto de Kumora, rocas extrañas, enormes y algunas con formas...

-Curiosa roca... - soltó la Qudo cuando la vio de cerca.

Parecía tallada... tenía alguna especie de... dibujo tallado... se dio cuenta de que esta se torcia como... como un arco... o lo que quedaba de un antiguo arco de piedra.

-Estas rocas son... ruinas.

Se dio cuenta entonces. El desierto de Kumora estaba sobre las ruinas de alguna antigua ciudad y supuso que la ciudad habría sido enorme por el tamaño de las "rocas"

-Pero ¿cual antigua ciudad sería esta? ¿Y que sucedió con ella para que terminará enterrada en arena?

Las dudas estarían en su cabeza por algún tiempo porque no tenía nadie que se las resolviera. Estaba completamente sola.

La prisión del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora