Al día siguiente por la tarde Jakhis vio a Erin llegar desde el desierto con el enorme Tamed detrás de ella.
Corrió hacia ella y la tomo por los hombros, revisando su rostro, cabello y cuerpo, asegurándose de que la pequeña ladrona estuviese completa.
-¿Dónde estabas? ¿Te encuentras bien? ¿Que ocurrió?
-Estoy bien Jakhis - soltó Erin, aunque estaba bastante sería.
Tamed estaba justo detrás de ella y su mirada era intensa. Jakhis estaba encorvado pues la ladrona era tan pequeña que tenía que hacerlo para poder verla a los ojos. Al verlo, el emperador la soltó y miro a Tamed.
-No vuelvas a hacer eso. No puedes llevártela así y menos contra su voluntad.
-Mira quien lo dice - soltó Tamed.
Jakhis dió un paso hacia él. Parecía diferente, más fiero.
-Basta - soltó Erin - ¿Dónde está Kyllin? No estaba en el establo.
-No lo sé, estaba desesperado anoche que te rapto este...
-Bien, ayúdame a buscarlo.
Jakhis y Erin se dirigieron a los establos, Tamed pareció querer intervenir pero Erin lo ignoro completamente.
-Erin ¿Que sucedió? Si te hizo algo...
-¿Que? ¿Vengaras mi honor? - soltó la ladrona con burla.
-Pues... Si...
Ella rio.
-Esta bien... En realidad... Mejor que bien. Mira esto...
De su bolso saco una lámpara de aceite, Jakhis supuso que en algún momento fue bella pero ahora era vieja y polvosa.
-¿Una lámpara?
-Se la robe al dragón. Él dijo que es mágica. Y yo... Creo que es la lámpara mágica de la leyenda...
Jakhis hizo una mueca.
-Erin eso es una tontería. Un cuento para niños.
-¿Ah, si? Todas las leyendas vienen de algún lado. Él dijo que tiene magia pero... Como usarla es el problema. ¿Recuerdas como lo hacían en el cuento?
-Ahh... La frotabas y le ordenabas al genio salir de ahí.
-Ah si...
Erin estaba a punto de frotar la mugrienta lámpara cuando el relincho de Kyllin se escuchó.
-¡Kyllin!
El caballo venía galopando del desierto con Jefferson sobre él.
-¿Que? Él jamás se deja montar por nadie más...
-¡Hola! Erin... Te buscamos... Por un largo, largo rato... - soltó Jefferson.
-Pero... Kyllin...
-Estaba desesperado el pobre. Así que lo lleve a buscarte. Pero no te encontramos... Así que decidimos volver. Oye este caballo, es realmente inteligente, jamás había visto nada igual...
-Si... Ammm...
Jakhis jamás había visto a la ladrona sin palabras.
-Bien, iré a ver si hay algo de comida - soltó Jefferson alejándose.
-¡Kyllin! ¿Cómo es que lo dejaste montarte? Jamás... Tú nunca... ¿Que demonios?
-Estaba desesperado por encontrarte - soltó Jakhis defendiendo al pegaso.
El animal indignado se alejo de ella llendose a tomar agua.
-Bien, yo también tengo hambre, será mejor ir a buscar algo de comer - dijo Erin - Tú, quédate aquí... Traidor, te traeré algo de avena.
Kyllin relincho y le dió la espalda o más bien el trasero de caballo a la ladrona.
-Hombre al fin y al cabo - soltó Erin molesta.
-¿Entonces? - pregunto Jakhis de vuelta al campamento.
-¿Que?
-¿Me dirás que ocurrió?
-Nada.
-¿Nada?
-Me... Me mostró el tesoro de Ali ba bah.
-¿Que?
-¿De dónde crees que saque la lámpara?
-Erin... He escuchado que robarle a un dragón no es la mejor idea.
Erin rio.
-Cuentos de niños.
-Erin...
-¿Y que va a hacer? Ni siquiera se dará cuenta... Descuida.
Jakhis no estaba seguro, la mirada que tenía Tamed al regresar con Erin era como de fuego derretido.
-Debemos tener cuidado con él. Recordemos que... No es nuestro amigo. Tal vez sea un aliado, hasta ahora, pero no un amigo.
Erin asíntio.
-No tenemos amigos aquí... Solo somos nosotros tres. Cuidemos nuestras espaldas. Y tú - lo señaló con el dedo - no bajes la guardia por un par de "ojos coquetos" ¿Entiendes?
Jakhis bufo.
-Si te refieres a Sabina...
-No... Me refiero a Marishca... Claro que a Sabina.
-Olvidalo. Nada me provoca más asco que esa mujer.
Erin rio.
-Claaaaro... Puedo notarlo más que nada cuando tu mirada se pierde en su trasero.
-Oye...
-Solo te advierto... Que es peligrosa.
-Lo se.
Jakhis miro a su alrededor, Tamed los observaba a lo lejos y el emperador presentía que ese hombre era mucho más peligroso para Erin que la Qudo para él.
ESTÁS LEYENDO
La prisión del emperador
FantasiJakhis gobernaba el desierto infinito de Kumora. Era un emperador. Un gran emperador. Podía tener a cualquier mujer que él quisiera. Todas y cada una de ellas estarían a su merced y disposición y no se revelarían como esta. ¿Por qué no podía tomar a...