Lograron llegar hasta el río cubiertos de suciedad. Jakhis jamás imagino que él pudiera llegar a verse en aquel estado. Pero por otro lado, tampoco imagino jamás ser traicionado por su propia guardia y consejeros.
-Si, lo logramos, los dejamos atrás- río Erin, al parecer sin percatarse del horrible hedor que desprendían.
-Si, ¿y ahora que? ¿No crees que notarán que no somos precisamente pueblerinos decentes con esta peste?
-Bueno, lavemonos en el río.
-No creo que sirva mucho.
-¿Estarás así de negativo todo el camino? por que comienzas a fastidiarme.
-Lo siento... esque todo esto es... demasiado...
-¿Ahora que harás? Si regresas ahí solo harás que te maten. - soltó Erin.
Jakhis asintió. Morde seguramente lo volvería mandar al calabozo y esta vez seguro no perdería tiempo en asesinarlo.
-Creo que ahora tu mejor opción es buscar aliados.
-¿Aliados?
-Si, como dicen por ahí "el enemigo de mi enemigo, es mi amigo" ¿Ese Morde tiene algún enemigo?
-Su único enemigo conocido sería... Tamed. Mi enemigo también...
-¿Ah si? Y ¿que te hizo?
-Pues... a mi... en realidad nada, a Kumora, él... bueno, en realidad... Morde...
Jakhis tallo su rostro con agua del río.
-Todo es confuso. Las ideas aún no están bien centradas en mi mente.
Erin tomo su hombro, él hombre lucia perdido y desmoronado. Como un niño perdido.
-Bien, todo estará bien. Ahora debemos encontrar a Kyllin, debe andar por aquí.
-¿Quién es Kyllin?
Erin puso los dedos entre sus labios y silbo.
Jakhis miro en todas direcciones, la naciente del río estaba oculta pero ya podía escuchar voces de mujeres llegando a lavar sus prendas.
De pronto, un caballo blanco aperlado, flaco como solo el caballo de una ladrona puede estarlo, apareció frente a ellos.
-¡Kyllin! - saludo Erin - hola, ¿donde estuviste? ¿Me estabas esperando?
-Así que esto es Kyllin - soltó el emperador viendo al flacucho animal. El caballo era extraño, no parecía un corcel normal y además tenía unas inmensas cicatrices a los costados.
-¿Esto? - soltó Erin indignada - Para tu información Kyllin es mas listo que muchas personas que conozco... incluyendo un emperador que se dejo embaucar por su propio consejo.
Jakhis la miro sorprendido. Abrió la boca para decir algo pero la ladrona subió al corcel.
-Bien, te he rescatado del calabozo, asi que he cumplido mi parte del trato. Cuando seas emperador de nuevo, me cumplirás dos favores, no lo olvides.
-Espera, espera, no puedes dejarme aquí.
Erin volteo en todas direcciones.
-Es un buen lugar. Tan bueno como cualquier otro.
-No, la guardia vendrá a buscarme pronto... no puedo luchar contra tantos yo solo.
-Ese es tu problema...
-Erin - Jakhis levanto la voz y tomo la pierna de la mujer para evitar su partida puesto que ya estaba arriba del caballo.
Al parecer Kyllin tomó esto como una amenaza porque se volvió con inmensa rapidez y mordió su mano para que la soltara.
Jakhis solto un grito y protegió su mano.
-A él no le gusta que me griten. - soltó Erin dándole palmaditas al animal.
-Erin, por favor, necesito llegar a un lugar más seguro.
-¿Y que recibiré yo a cambio?
-Dos favores... ya habíamos hecho el trato.
-Eso fue por sacarte del calabozo. Esto es diferente.
Jakhis rodó los ojos.
-¿Qué quieres?
Erin lo pensó.
-La cueva de Ali bah ba.
Jakhis entrecerro los ojos.
-Es solo un mito.
-Entonces lo conoces.
-Es un mito... Ali bah ba fue un ladrón que robo un gran tesoro de Kumora. Pero el hombre fue arrestado y ejecutado.
-Pero, escondió el tesoro en alguna cueva del desierto infinito de Kumora. Y le dio las indicaciones de cómo llegar ahí, a los guardias de su celda.
-Se supone, pero...
-¿Sabes cuales son esas indicaciones?
-Si, pero ya la hemos buscado y no son correctas, esas indicaciones eran falsas - seguramente el desgraciado ni siquiera recordaba dónde lo enterró, cuando lo atraparon era más animal que hombre.
-Ese es mi precio, dame las indicaciones para llegar a la cueva y te llevare a donde tu quieras.
Jakhis suspiro.
-De acuerdo, pero ya te dije que no te llevarán a ningún lado.
Erin asintió.
-De acuerdo, sube.
Jakhis subió al corcel de un salto, detrás de Erin. Kyllin relincho no muy feliz con tener que cargar con el hombre.
-Ya, ya... piensa en la recompensa - le susurro la ladrona al caballo.
Mientras el emperador y la ladrona huían de Kumora hacia el desierto, la Qudo y el príncipe rondaban las ruinas de una inmensa ciudad enterrada en este.
-Es increíble, arriba todo esta lleno de arena, pero aquí abajo... es húmedo y lleno de plantas.
La Qudo estaba fascinada con su descubrimiento, aquella ciudad había sido hermosa. Inmensa también. Estaba llena de magia y secretos.
-¿De verdad crees que era habitada por dragones? - pregunto el príncipe.
-Puede ser.
-Pero... ¿no debería ser más grande, en ese caso?
-Hace unos días conocí a uno, no es tan grande en realidad, no en su forma humana.
-¿Forma humana?
-Oh, si, él puede transformarse en un enorme dragón pero casi siempre es un... bueno, se parece mucho a un hombre excepto que... bueno, ya lo verás.
Jefferson se quedó pensativo.
-Se supone que debo hacerme con el corazón de un dragón. Pero creo, que será más difícil de lo que imagine.
-Tamed me contó que, así fue como acabaron con los dragones antes, caballeros de brillante armadura venían y les sacaban el corazón a los dragones que dormían. No eran muy valerosos.
Jefferson negó.
-Si quieres algo debes luchar por ello. No arrancarlo mientras el oponente duerme, eso es de cobardes.
-Tal vez Tamed te deje luchar contra él por su corazón- bromeo Sabina.
Jefferson tuvo un desazón en el pecho. Comenzaba a pensar que su misión no sería nada fácil y que se había metido justo en la boca del lobo... o mejor dicho, en las fauces de un dragón.
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La prisión del emperador
FantasyJakhis gobernaba el desierto infinito de Kumora. Era un emperador. Un gran emperador. Podía tener a cualquier mujer que él quisiera. Todas y cada una de ellas estarían a su merced y disposición y no se revelarían como esta. ¿Por qué no podía tomar a...