Erin

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Jakhis pateo la reja de su celda pero esta no cedió. No cedería, necesitaba la llave y lo sabía pero necesitaba descargar su furia contra algo.

Era un idiota. Debió haber mandado degollar a todo el consejo de ancianos, pero no lo hizo, quería ser venevolente. Quería ser un buen emperador y no derramar más sangre.

-¡Idiota! - soltó mientras golpeaba su cabeza contra los barrotes.

-Estoy de acuerdo - escucho una dulce voz desde la celda contigua.

Jakhis levanto la cabeza. El calabozo estaba en completa oscuridad y apestaba a orines y suciedad pero esa voz logró alejarlo de aquella realidad.

-¿Quién está ahi?

-Nadie - respondio la voz.

-¿Te estas burlando de mi? Soy tu emperador - gruño molesto.

-Al parecer... no por mucho.

Jakhis gruño de nuevo porque sabía que era verdad. Había sido un imbecil y había perdido. Ahora moriría como un iluso y Morde tomaría el control de Kumora... en realidad, Morde siempre había tenido el control de Kumora.

-Oh, de nada sirve llorar ahora... lo hecho, hecho esta. Si vas a morir, mejor hacerlo con la frente en alto ¿no es así?

-¿Quien eres? - pregunto de nuevo. La voz era de una mujer, al parecer joven. -¿Qué haces aquí?

-No soy nadie y estoy aquí... esperando mi muerte... igual que tú - la chica soltó una risita - ayer tú eras el gran emperador y yo no era nadie... hoy... tu no eres nada y yo... pronto seré más que nada...

-¿De que demonios hablas?

-Digo que... el mundo gira, ¿no es así emperador?  Traicionado por tu propia guardia... eso debe ser terrible. A mi me traicionaron también, por eso estoy aquí.

Jakhis trato de recordar a quien había enviado al calabozo recientemente pero solo podia pensar en la Qudo... la Qudo y su amigo rubio quien había escapado.

Ambos habían escapado.

Pensó en aquella primera vez que la vio, justo en aquel calabozo. Su mente había estado nublada gracias al hechizo. Hechizo que se negó a quitarle. Esa maldita Qudo... si la volvía a ver algún día, la matarían con sus propias manos. Excepto que ya no tendría más días para verla. Moriría en unas horas y ella se había ido... con un dragón.

-La chica comenzó a silbar una tonada alegre.

-Así que esperas tu ejecución... ¿que hiciste para merecerla?

-Confíe en la persona equivocada.

-¿Ah si? Yo también confíe en personas que no eran quien yo creía.

Jakhis pensó en el jefe de su guardia, un hombre a quien él consideraba su amigo. Habían crecido juntos, entrenado juntos... y lo había traicionado, había estado bajo las órdenes de Morde todo este tiempo.

-Eso nos enseñará ¿no es así?

-Si... debí matarlos cuando tuve la oportunidad - soltó el emperador.

-¿Por qué no lo hiciste?

-Yo... creí que podía ser mejor... mejor que ellos, ahora se, que hay personas que no merecen perdón.

La chica guardo silencio.

-¿De verdad eres el emperador? - pregunto después de un tiempo.

-Lo soy. Aunque... al parecer jamás lo fui, simplemente era un rostro que podían mostrar... quienes realmente gobernaban eran el consejo de ancianos... yo... solo fui su marioneta.

-Los ancianos... ¿esos hombres de túnicas rojas?

-Si...

-Oh si... son terroríficos.

-¿Puedo saber tu nombre?

-Soy Erin. No tengo que preguntar el tuyo...

-Jakhis...

-Emperador Jakhis.

-Solo Jakhis.

Volvió a hacerse el silencio en el calabozo.

-¿Erin?

-Si.

-Me alegra que estés aquí... no me gustaría estar solo en estos momentos.

La chica rio. Su risa era dulce.

-A mi no me alegra estar aquí.

-Lo sé, pero... me alegra haberte conocido.

La chica suspiro.

Jakhis casi podía sentir su tristeza. Se pregunto cual sería su historia. Por qué estaría ahí. Quién sería la persona que la habría traicionado.

-¿Hay algo de lo que te arrepientas? Ahora que vas a morir ¿hay algo que te gustaría haber cambiado?

-Si - soltó Jakhis sin pensarlo - me gustaría haberle roto el cuello a una bruja Qudo.





La prisión del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora