Bajar la guardia

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Al anochecer levantaron un campamento e hicieron una fogata. Comieron las provisiones que les quedaban y trataron de dormir un poco.

-Tú ve primero - soltó Erin a Jakhis, yo haré guardia, te tocará en un rato, te despertaré cuando sea tu turno.

-¿Estás segura que necesitamos hacer guardia ahora que estamos con ellos?

-Mas aún porque estamos con extraños - soltó Erin golpeándolo en el brazo - no confíes en nadie, ¿Cuántas veces te lo tendré que repetir?

Jakhis asíntio.

-Cierto, lo siento, tu mandas.

-Claro que si, ahora tú y Killyn vayan a dormir.

Erin se sentó frente al fuego, después de un rato sintió la presencia de Tamed junto a ella.

-Deberias ir a dormir, yo haré la guardia - soltó el hombre con esa voz gutural. 

-Ah yo... No tengo sueño - mintió.

Tamed sonrió de lado mientras se sentaba a su lado.

-Haz estado sola mucho tiempo, es por eso que no confías en nadie.

-Asi es, la confianza ciega genera traición fácil.

-¿Quien te traiciono?

Ella lo miro, Tamed pudo ver una chispa de tristeza en sus ojos.

-Espero que lleguemos mañana a tu refugio, estoy ansiosa por verlo. He escuchado sobre él.

-Esta lleno de refugiados que huyeron de Kumora pero hay comida y abrigo y... Se puede sentir cierta camaradería. Casi... Calor de hogar.

Erin sonrió.

-¿Por qué lo haces?

-¿Que?

-¿Por qué ayudas a los desprotegidos? ¿Es por limpiar algún karma? ¿Alguna promesa? ¿Algúna prueba para conseguir algún tesoro como el santo Grial o algo así?

Tamed entrecerró los ojos pensándolo.

-Se lo que es estar solo y desprotegido. Si puedo ayudar a alguien a dejar de sufrir, lo haré.

-Pero es mucho peso sobre tus hombros. Y no es tu responsabilidad.

Tamed sonrió.

-Tengo hombros fuertes ¿No crees?

Erin tuvo que admitir que los tenía, el tipo era enorme y musculoso. También era bastante apuesto, tenía una sonrisa traviesa y lindos labios carnosos, sus ojos eran de un extraño color amarillo que a veces cuando la miraba se inclinaba más al dorado y su cabello, era verde, verde esmeralda y brillaba con iridiciencia.

-¿Que eres? No eres humano, eso sin dudas.

-¿Por qué crees que no lo soy?

-Ningun humano tiene el cabello verde - rio Erin - ni dientes puntiagudos. Y sobre todo... Ningún humano se echa a los hombros un montón de personas sin hogar.

Tamed la miro, a la luz de la fogata parecía... Frágil. Triste.

-Si te digo lo que soy... ¿Prometes no salir corriendo?

-Tengo aspecto de una chica asustadiza.

Tamed rio.

-Soy un dragón.

Erin rio.

-Ya, claro.

Tamed sonrió de nuevo.

-Vamos, de verdad, ¿eres... Un mago? 

Tamed nego.

-Un dragón, solo eso.

-Bien, pruebalo - soltó la ladrona cruzándose de brazos.

Tamed entrecerró los ojos y pareció decidir que hacer, respiro hondo y de pronto soltó el aire en un chorro de fuego.

Erin grito y se alejo de él.

-Prometiste no salir corriendo - le recordó.

-No, claro que no, pero no esperes que me ponga frente a un chorro de fuego.

-No te lastimara.

-¿Estas loco? Tal vez a los dragones no les queme el fuego pero a los humanos si.

Tamed nego.

-Mi fuego no puede lastimarte.

Le tendió la mano y Erin puso su mano sobre la suya.

Tamed lanzo fuego pero esta vez muy poco, el fuego llegó a su palma pero Erin solo sintió un cosquilleo.

-Increible. No tenía idea de que el fuego de dragón no podia herir a los humanos - soltó mirando su mano intacta.

-Es bueno haberte encontrado Erin.

-Yo también lo creo - respondió aún mirando su mano.

-Ahora no volverás a estar sola.

La ladrona lo miro. Él miraba el fuego y parecía pensar en muchas cosas lejanas.

Ojalá fuese así, pensó Erin. Había estado sola durante tanto tiempo que le parecía imposible, pero Jakhis le agradaba, también Tamed, estaba bien estando con ellos, tal vez podría bajar la guardia... por ahora.

La prisión del emperador Donde viven las historias. Descúbrelo ahora